viernes, 21 de enero de 2011

SIN CUENTA

Mejor escribirlo como corresponde, cincuenta. Sí, porque muchos ya hemos llegado y los que aún nó, el camino que tienen por delante es cada vez menos largo.

Los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, que en 1978 recibimos grado, estamos pasando el medio siglo de vida, que no es poco decir -claro que algunos no supieron llegar a la cita y se nos fueron quedando en el camino, así que ya nunca lo alcanzarán- y en estos diez lustros el agua que ha pasado bajo el puente ha traido muchas cosas de todos los colores y sabores y para todos los gustos.

Para empezar, algunos de aquellos mozalbetes son ahora abuelos y otros hasta se han jubilado o pensionado que llaman, así que la mocedad nos va quedando solo en la memoria, que cada es es menos. . . Pero no se alarmen, que no es para tanto, que la calamidad aún no nos alcanza; cuando nacimos, las vías de comunicación en nuestro país eran poco más que caminos de herradura, la telefonía casi desconocida y la televisión para unos pocos; reinaban la radio y los periódicos.

Y en cincuenta años, a más de abuelos -que yo no me incluyo en el grupo, eh! y me atrevo a excluir también al padre Camilo- el mundo ha dado muchos cambios en tan pocos giros: Dicen que fueron a la Luna y cada vez se va más lejos y más rápido, las comunicaciones se volvieron en línea, es decir en vivo y en directo, la radio, la prensa y la televisión evolucionan al ritmo de los tiempos y los vemos ahora en nuestras pantallas personales, aunque mejor sería anteponerle un "in". De los caminos de herradura la evolución es más lenta más densa y más caótica, pasamos de la mula al avión pero seguimos virtualmente en el falgo, en eso que llaman tan pomposamente infraestructura vial.

Qué lejos están los juegos de entonces, cuando era suficiente una tapa de gaseosa o de cerveza para jugar a la vuelta a colombia en los andenes , o una cajita de madera de aquellas en las que vendían arequipe, para con una cuerda hacer un carro! Claro que no somos de la generación de la pizarra, nos tocaron cuadermos y salones con tableros de madera o cemento con las consabidas tizas -arma contundente contra alumno elevado, un buen tizaso y volvias en cuerpo y alma a la clase (a ver Villegas, en qué ibamos?). Otra cosa era borrar el tablero con almohadilla de trapo y después descargarla en la cabeza del elevado de turno. . .

Ahora la generación del chip, hasta para jugar depende de ellos, los salones de clase se van equipando con computadores, uno para cada alumno, los tableros ya no se ven y las tizas menos, para no hablar de almohadillas. Cuadernos?, lapiz?, escribir?, P e n s a r . . . ? ? ?, Do you speak english?.

Joder!!! Cincuenta años, parece mentira, pero ahí están los almanaques para certificar la fechas.

Un abrazo a todos.