viernes, 12 de diciembre de 2014

12 - 12 - 2014

De nuevo doce de diciembre, y treinta y seis años después seguimos avanzando, cada cual por su rumbo y a su ritmo; algunos ya habrán llegado mientras otros tratamos de encausarnos para evitar el arrastre o el precipitamiento.  Los mas, que serán la mayoría, impertérritos, avanzan cumpliendo con el sino, que si-no, trágico, con el propio y con los que a bien hallan tenido echarse encima.  Y cada oveja con su pareja (que no ovejo - carnero, para evitar confusiones y no tener que ponernos a desfacer entuertos, que eso es cosa de quijotes, y Cervantes lleva medio milenio mas perdido que embolatado).
 
De aquellos mozalbetes poco queda.  Ahora, reflejo del espejo, me hago consciente de la triplicación del tiempo transcurrido... y mejor no detenernos mucho en el asunto... espejito, espejito...
 
Han pasado seis, que casi siete, años desde la primera entrada a este entuerto denominado blogggggg, y sigue ahí, mas embolatado que en remolino un corcho, dando vueltas cual peonza - trompo, o tiovivo -noria, pero sigue, que aún no pierde el pulso, así a veces no se le perciba, a lo mejor dando los últimos estertores, o tal vez no; solo el tiempo lo dirá; entre tanto, que la vida siga y nosotros con ella.  Que la cita la tenemos pendiente y cual promesa, eterna, mientras nos e cumpla.
 
PD:  PTT y otros cuentos, sus cuentos, cuentts.  Lanzamiento de libro (¿cómo los lanzarán? y ¿desde dónde?) lanzado está; el libro de nuestro estimado y querido contertulio, ahora haciendo parte de la Biblioteca de Autores Quindianos.  Y hasta le tratan de "maestro", nada mas ver la nota publicada en el Boletín de prensa de la Gobernación de Quindío, del 9 de los corrientes,  me enteré del trato y hasta le dieron placa, si placa, que plata no lo sé... que jodido es el Carlitos este.
 
RPD:  Año con viaje y reencuentros, me topé a bocajarro en Calarcá con Álvaro Ortiz y con Fernando Laverde, encuentros callejeros, que el tiempo no daba para más, y visité a Pacho Duque, robándole minutos del trabajo para al menos saludarnos; se me quedó pendiente Fernando Londoño, será en una próxima y si los malabares de la vida lo permiten volveré con mas tiempo y que al azar decida.
 
Un abrazo de nuevo para todos y que la vida continúe...

sábado, 29 de noviembre de 2014

Lecturas alquiladas - Historietas al alcance de la mano.

 
Eran los años 70´s y en Calarcá se podían alquilar revistas, por unas cuantas monedas teníamos acceso a las aventuras de los mas variados personajes, de todas la pintas, colores y  valores  (Kalimán, Arandú, Tarzan, Águila Solitaria, El Santo, Supermán, Fantomas, Mandrake, Juan Sin Miedo, El Valiente, Archie, Popeye, Garfield, Menín, Hermelinda Linda, Condorito y la pléyade de personajes de Disney que tenían sus propias ediciones).  Eran una continuación de los que dominicalmente encontrábamos en las prensa escrita, los diarios o periódico que llamábamos - Pomponio, Don Abundio, Olafo, Ferdnand, Educando a papá, Dick Tracy, Lorenzo y Pepita, Capetín, Carlitos- .
 
Pero la disponibilidad de los prensa los domingos no estaba generalizada y la cita con las aventuras, en formato gráfico, la teníamos en ese local de la carrera 24, antes de llegar a la 39, hoy perdido dentro de la construcción  que ocupa el costado sur-este de la Plaza de Bolívar, diagonal de la iglesia, para más señas, edificación  reconstruida para sede del BCH y hoy sede de la administración municipal; en La Magnus, atendida por don Pedro Pachón y familia que, una vez transformada en papelería se ubicó en el local contiguo, esquina de las mencionadas vías, y dio paso a La Derlin, que continuó con la labor, regentada esta vez por doña Mercedes, cuñada de don Pedro, que todo queda en familia, eh! Vaya chisme!.
 
Así que la familia Pachón era la que nos suministraba el sano y económico, además de educativo entretenimiento, de manera insospechada estaban contribuyendo con las formación de futuros lectores, pero ese es tema para entendidos en la materia, así que ahí le queda al doctor PTT (cuasi-semi-ólogo).
 
Eran los tiempos cuando la televisión aún no había cumplido el alienante proceso de masificación, en muchas de nuestras casas aún no disponíamos de un aparatejo de esos y las historietas era una de los formas de abstraernos un poco de la rutina.  Tiempos donde aún podíamos jugar en la cuadra, sin muchos miramientos, la guerra libertadora, al escondite, al trompo y cosas, mas antes de que iniciáramos nuestras aventuras al Santodomingo, lo Chorros, el cerro del Castillo, al rio Quindío... Sin olvidar que era la radio era la mandaba, nuestras madres con sus radionovelas y para nosotros las aventuras de Kaliman o Arandú, al caer la tarde, a la hora del fríjoles!
 
Turok, las aventuras de Turok, el guerrero de piedra, eran uno de los motivos de mis escapadas al mundo de la fantasía gráfica, seguro estoy que no era de las mas populares y conocidas, pero me recuerdo siguiendo mes a mes sus aventuras en compañía de Andar, su inseparable amigo.
 
Historietas, aventuras, revistas, ahora comics, tebeos en España, pero son la misa cosa o al menos muy parecida, algunos hasta han logrado el movimiento con la tv, el cine y los vídeos; pero las historietas en papel seguirán ahí como testimonio de una época que se pierde en el tiempo, cuando parte de la diversión la teníamos sentados en unos mullidos bancos de madera, en la Magnus o la Derlin, con una revista entre las manos, perdidos en otros mundos imposibles, de la mano de esos personajes, que gracias al ingenio de unos desconocidos, nos permitieron soñar, escapar, buscar...
 
Nota.  A propósito de los autores, nunca me preocupaban ni llamaban mi atención, no eran mas que un dato perdido en la carátula, si es que la había, o una anotación al margen; con excepciones, claro está como no recordar a Edgar Rice Burroughs.
 
Imagen tomada de blogdesuperheroes.es  

jueves, 30 de octubre de 2014

Volver a Calarcá, otra vez....

A propósito de los regresos, tantas veces soñados, siempre anhelados pero nunca cumplidos, no como se justificaba alguna vez don Juan Gossaín, en entrevista perdida ya en el tiempo, preguntado por su nunca regreso a la natal San Bernardo del Viento, no; he encontrado esta palabras, que tomo prestadas, por no decir que me las apropio, en una entrevista con el escritor irlandés John Banville, Premio Príncipe de Asturias de la Letras 2014;


"...  Cualquiera que mire atrás en su vida va a sentir algo de melancolía. Aunque en ocasiones podamos olvidarlo, el pasado es la montaña sobre la que estamos sentados. Cuanto llevamos a cabo está moldeado por él. De hecho, ¿qué es el presente?, ¿existe siquiera? El presente… ya se ha ido... ya se ha ido… ya se ha ido... Lo de verdad interesante es saber cuándo el pasado se convierte en pasado. ¿Ayer? ¿El mes anterior? Probablemente no. ¿El año pasado? Quizás sí. ¿Diez años atrás? ¿Cincuenta? Sin duda."


" Ni por un segundo me imagino que soy capaz de recordar el pasado tal y como fue, lo inventamos por sistema. La memoria es una función más de la imaginación. Basta volver a un lugar del que llevamos tiempo apartados para descubrir que nunca es tal y como lo recordábamos. La puerta no está en su sitio, la ventana es más grande, esa persona tiene un aspecto diferente. Me fascina por qué el pasado es algo tan valioso, por qué, llegado un punto, nos parece tan luminoso cuando en tiempo real era tan apagado. ¿De dónde saca toda esa luz? Es el gran misterio y, cuanto mayor me hago, más embrujado me tiene."


Y un remate, ya no sobre recuerdos y regresos, sino sobre su oficio:


¿Qué tipo de espécimen es un escritor? Somos criaturas infinitamente tediosas. Sólo sabemos hablar de dinero –del porcentaje que se llevan nuestros agentes, por ejemplo–, de lo mal que nos tratan nuestros editores y de cuánto odiamos a nuestros rivales. La gente se imagina que al reunirnos, nos sumergimos en profundas conversaciones de cariz intelectual, pero nada más lejos de la realidad. Somos tirando a patéticos y mezquinos. Tal como suele decir mi mujer, “a los escritores se os debería leer, pero jamás conocer”. ¿Qué puedes esperar de unos tipos que se pasan día tras día frente a su escritorio juntando palabras? Casi no somos humanos, estamos más cerca de los caníbales, pues aprovecharíamos cualquier cosa que nos contara un amigo en la intimidad, somos seres capaces de vender a los hijos por una buena frase, que no se cansan nunca de espiar y hurgar en los secretos ajenos. Mala gente. Manténganse alejados de nosotros."


Ya volveré sobre la vuelta o regreso a Calarcá, que, viéndolo bien, no es tal, porque cada viaje es de ida, nunca se vuelve al mismo lugar, por mas que lo cante Mercedes Sossa...

domingo, 19 de octubre de 2014

Volver a Calarcá



Claro como el agua, 6-A, la pancarta la portan Gustavo Orozco y Julio Cesar Mesa, era el año 1978, la ciudad, Calarcá y Olga Beatriz Beltrán camina junto a la sombra de quién sabe quién, que porta la pancarta, se adivina en la sombra... ¿Reina?, ¿Madrina?, ¿Acompañante?... mmmhhh, no lo puedo asegurar, lo cierto es que el desfile se desplaza por la carrera 25 con calle 44, rumbo al centro.  J... robledistas  (palabras que empiezan por J) Juegos? muy probablemente, de ahí la camiseta de educación física que llevan los pasacallistas  (¿se podrá decir así?), mejor dicho y en lenguaje estudiantil, los lambones de turno!, incluido el portapancartista ¿?.  Que levante la mano el aludido!.  La camiseta de los susodichos es verde, verde clarito, entre verde manzana y verde limón, mejor dicho un verde que nos es tal, pero así llaman; sé que en una imagen en blanco y negro, o de tonos grises, no se aprecian los colores, solo con una pequeña ayuda de la desmemoria puede intentar adivinarse.  Ahora me entra una duda, sería en ese tono, o en otro...

Esta foto la encontré en los archivos de insomnio que duermen en la casa de mi madre, en Calarcá, lo que quiere decir que estuve en la Villa del Cacique, y no hace mucho, entre el 17 de septiembre y el 7 de octubre, poco tiempo, después de ocho años de ausencia.  Volví con muchas intenciones y varias tareas en la agenda, pero tal parece que se me quedó en el vuelo de ida, porque de lo proyectado, poco, por no decir que nada; más allá de un encuentro fortuito con Álvaro Ortíz, y otro con Fernando Laverde, tinto incluido, una visita relámpago a Francisco Duque en su sitio de trabajo, y dos llamadas telefónicas a Fernando Londoño y Carlos A. Villegas, poco más, porque justo el día de mi viaje de regreso, volvía a Calarcá el Pbro. Camilo A. Sánchez, así que el probable encuentro se quedó en veremos.

Poco material para el blog y la memoria, pero volver a Calarcá siempre es un sueño, y cuando te despiertas, te encuentras de nuevo con la ausencia entre las manos.  Pero nos quedan los recuerdos, las viejas calles donde aún  perviven tenues trazos de nuestros pasos, casas renovadas donde el patrimonio arquitectónico persiste, aunque cada vez menos, esquinas donde adivinamos lo que fue y ya no es y algunos rostros transformados por lo años, pero que nos afirman que aún estamos en la Calarcá de siempre. 

La verdad es que la expectativa era mas desoladora; sin que pueda decirse que no ha cambiado nada, tampoco, que todo se ha perdido.  Ocho años en la vida de un pueblo es poco, que no en la de los parroquianos, el ritmo es mas lento y todo avanza con ese ritmo parsimonioso propio de la provincia, que también hace parte de su encanto.  El trafico motorizado ha aumentado, las calles son las mismas y los transeúntes mas, se hace algo caótico el movimiento, pero fluye, como el rio de  Heráclito, nunca pasamos dos veces por la misma calle!

Sí, he vuelto a Calarcá, por unos pocos días que suman semanas pero no alcanzan para el mes, estuve en Calarcá, fui, vi y volví, y me traje conmigo otros recuerdos, otras imágenes y muchos olvidos, los que nos hacen lo que somos, porque haciendo balance es mas lo que olvidamos que lo que conservamos en nuestra memoria, y así a de ser, para evitar morir de nostalgia, que ya no está de moda.  En Calarcá encontré otro pedacito de la vida del Colegio, sobre la carrera 25, rumbo al  Centro, y bien acompañados, con una reina, una madrina o como la llamáramos, poco importa, ahí está, inmortalizada en la imagen, ha valido el regreso.


domingo, 24 de agosto de 2014

SE AGOSTÓ JULIO

Último día del séptimo y seguimos, en medio del bullicio y la tragedia... pasado el mes, se fueron los Sanfermines, que este año estuvieron mas lejanos que de costumbre -pero no voy a entrar en detalles, poco importa- El Tour cumplió su cita con el asfalto, el pavé y su baño de multitudes, que da gusto ver como se entrega el público francés al paso de tozudos pedaleantes; y el mundial de futbol... sobran la palabras, para los connacionales fue algo más que una fiesta, con resaca incluida (nada que ver con lo vivido en estas tierras hispanas, dado el descalabro de la roja).  Se llevó la copa Alemania para sus teutones territorios, Nivalli vestido de amarillo festejó en los Champ-Élysées y en Pamplona los toros cumplieron la cita anual; entre tanto, en mundo siguió entre aturdido y negligente la tragedia del Medio Oriente, que no solo ensombrece a palestinos e israelíes, si no que sigue su marcha por Siria, Irak y se extiende... los rusos y ucranianos en su locura político-racial, putinisados, derriban aviones atestados de civiles y como si nada, sigue la bronca y no pasa nada, que ya nadie quiere recordar, ni le importan, los acontecimientos de Sarajevo de ahora cien años ha -y sus consecuencias, que son las que cuentan-.
 
El ébola se expande por el áfrica subsahariano dejando su huella de muerte, los musulmanes de no se qué país desaparecen a dos centenares de mujeres jóvenes, y después de algunos alarmistas titulares de prensa, hablada escrita, da igual, el mundo se olvida, y ellos lo saben bastante bien, el continente negro poco importa y menos lo que allí pasa; Corea del Norte y del Sur, Libia, Egipto, Los Chinos... se escuchan ofertas!
 
Entre tanto, el verano sigue, impávido, su marcha hacia el otoño, que no lo puede evitar, dejando que los forofos de la arena se deleiten y derritan a orillas de cualquier rio o de un cada vez más contamina mar...
 
Tal parece que necesito unas vacaciones, que ya viene septiembre!

domingo, 29 de junio de 2014

Jugando a Ganar

En 1978, aquel idílico año, en el que por fin nos concederían la gracia de hacernos bachilleres en el embarrancado Colegio Robledo de Calarcá, también asistimos al cambio de Presidente de la República, o acaso han olvidado al bailarín de Cúcuta?.  Fue también el año del mundial de futbol de Argentina y en Colombia nuestros mayores (padre, tíos, etc.) seguían añorando el 4 - 4 del 62, sí, en Chile, única asistencia de "los nuestros" a una fase final mundialista y donde se alcanzó la mayor gloria del balompié nacional, el histórico empate frente a la nada despreciable selección de la URSS.  Que también fue el año de los tres Papas -Giovanni Batista Montini (7 de agosto), Albino Luciani (29 de septiembre) y Carol Woltyla (16 de octubre); y el mundo siguió girando, como debía ser...
 
Tendrían que pasar varios años, contados en cuatrienios, para que los futbolistas volvieran a ilusionar a la nación entera, la Era Maturana se nos vendría encima con sus tres mundiales consecutivos y sendas decepciones y de nuevo el vacío, hasta este 2014 donde una generación de huérfanos, balonpedísticamente hablando, rugen, vociferan y celebran con las hazañas futboleras de los pupilos de Pekerman.  Ya era hora de ir superando ese otro histórico empate (el otro inolvidable 1 - 1 contra la que terminaría siendo la campeona del torneo, Alemania/90), recuerdan la celebración de Fredy Rincón?
 
De momento Colombia se ha clasificado como primera del su grupo a la siguiente fase del torneo (y se clasificó a cuartos de final, al superar anoche a Uruguay -la que, mordisco incluido, mando a los italianos a su bota-), con lo que ya se han superado las expectativas creadas y la historia del futbol nacional a nivel de selecciones;  cumpliendo con otras expectativas, mas trascendentales y determinantes, se reeligió al Santos de la Casa de Nariño, y en Roma manda Bergoglio, desde el año pasado (13 de marzo) anticipándose un poco al trípode de año evocado.
 
En Calarcá ya se vive la fiesta, aún no me llegan sus ecos, pero estoy seguro que vendrán.

sábado, 31 de mayo de 2014

Desgabados

Lo que sí es cierto, es que a Gabo no lo leíamos en el Colegio, a pesar de ser por entonces un escritor reconocido; sus cuentos y novelas no habían llegado aún a los textos escolares (colegiales?, de estudio?, pensum...?); como bien dicen por esas tierras, todo nos llega tarde, hasta la muerte!. Las lecturas de entonces, que más que lecturas, torturas eran, seguían estancadas en los cantares de gesta, el Siglo de Oro de la literatura española y, como mucho, nos llegaban los ecos costumbristas criollos, con La María, La Vorágine y algunas otras hierbas similares.

También Guillermo Valencia con sus camellos lánguidos en algún arenal de Nubia, y Porfirio Barba Jacob y su profunda vida hecha canción; cómo no recordar a don Gonzalo Gutiérrez declamando " Es en la sangre primavera, y por el mástil de la luz, como bandera marinera, el alma sube hacia lo azul... es la juventud muchachos!"  y hasta se desmelenaba en un ataque paroxístico.  El Cantar del Mío Cid, y su madre; La Celestina de un tal Fernando de Rojas, Orlando el furioso de Ludovico Ariosto -inolvidable, eh!- Todas entretenidas y amenas lecturas, edificantes, sí, como para construir edificios, pero la vocación de constructores aún no nos había iluminado mas que para los castillos en el aire propios de la edad.  Qué difícil era échale muela al asunto, y tedioso además, por decir lo menos.

Entonces Gabo nos vino a quedar reservado, para que lo descubriéramos por nuestros propios medios, una vez superada la época colegial, en sus columnas dominicales de El Espectador, en cuentos y relatos publicados en Magazines y Lecturas dominicales, y pasarían algunos años antes de para llegar a sus novelas, primero, en mi caso, Cien años de soledad y a continuación El otoño del patriarca, lecturas post nobel, y una vez publicadas, El general en su laberinto, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera y, finalmente, su primera y única entrega autobiográfica Vivir para contarla.  En esto de lecturas garciamarquianas paso a la forma personal, porque solo puedo hablar de las mías, que me queda falda arriba ponerme a escribir de las lecturas del vecindario, que cada cual lleva las suyas, pero como no me consta, no me comprometo ni me meto.

En los años de colegio la invitación a la lectura estuvo gafada, mas sin embargo, en algunos prendió el vicio y con algún esfuerzo, lo hemos ido cultivado y lo hemos conservado, cada cual con su rumbo y velocidad, a paso cansino y con los atracones propios del qué-leer; los que terminamos sucumbiendo al embrujo de las letras seguimos navegando en sus impredecibles aguas.  A pesar de todo esa desgabación vivida, algunos pudimos llegar a El, y deleitarnos con su prosa, su magia y maestría, algo que no puede morir porque sus letra estarán siempre ahí, a disposición de los que aventuren...

En estos días volví a leer "El ahogado mas hermoso del mundo", y sí, tiene cara de llamarse Esteban.

lunes, 21 de abril de 2014

De lectoescritura y malabares varios

Exceptuando a los "arranca-yucas de La Bella" y a otros mas que llegaron en paracaídas  para hacerse robledistas de última hora, y no me pidan nombres que ellos lo saben, aquellos que trajinamos los seis años por los arenosos suelos del Colegio fuimos de la mano de don John Henao, don Gonzalo Gutiérrez y don Pedronel Ospina y alguno más que no recuerdo, recorriendo los espinosos terrenos denominados Español y Literatura, que antes en la escuela llamaban escuetamente Lenguaje.  Y allí nos empapábamos de la denominada gramática, esa teorización del habla y la escritura que a algunos entretiene a otros embelesa y lo demás, quizá la mayoría, trastorna; que eso del hablar no es que sea gran cosa, pero lo de gramaticar ya es otro cuento, que eso es p´gente como buenamente dicen por ahí.

Sí, claro, muy fácil, elemental, la oración, que no el rezo, ojo, con los sujetos -¿y sujetas? ¿qué sujetas?- y el predicado; y claro, los invariables sustantivo, verbo y artículo y los volubles, que no pueden faltar los cambiantes, adjetivos, pronombres, preposiciones, adverbios, conjunciones, interjecciones, ¡ay!. que hasta ahí todo es pan comido, pero empiezan que las arandelas del sustantivo, que género, tiempo, modo, que propios e impropios, ajenos y del vecino, sin detenernos en el polifacético adverbio, que da para rato; así como a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, so, sobre y tras que preposicionamos donde nos alcanza el aliento...

Y dele, fonética, morfología, sintaxis, léxico-semántica, pragmática; y más, que la paradoja, la prosopopeya, el retrato, el símil, la sinécdoque, paremos, paremos, un respiro por favor, que este galimatías no lo aclara nadie.

Ahora, tantos años después, cuando las cosas se ven con otros ojos, y es un decir, qué trabajo arduo el que tuvieron y tienen, porque lo siguen teniendo, aquellos Quijotes que entregaron todo su esfuerzo a eso de enseñarnos a hablar, leer y escribir, a expresarnos, ordenar las ideas y a pensar, porque bien lo leí alguna vez en alguna parte, el pensamiento está atravesado por la palabra, así que gramaticemosnos  un poco y recordemos con otro sentimiento las bien intencionadas lecciones de lenguaje, que desde las primeras de cambio se empeñaron en enseñarnos.
 

lunes, 14 de abril de 2014

Filosofando bajo el chocho...

Chocho - Erythrina Caffra

Corría el año de 1977 y para estrenarnos en el mundo del pensamiento nos tocó en suerte, lastima que por poco tiempo, recibir de don Omar Valencia los primeros pasos en tan espesa materia.  No me queda registro escrito de los temas tratados y la memoria no atina a recuperarlos, pero lo que sí recuerdo con toda claridad es que en algunas ocasiones nos llevaba a la parte de atrás de la cancha de baloncesto y nos impartía clase debajo del árbol de chocho que servía de sombra en aquel rincón de la explanada que hacía las veces de colegio.  Valga aclarar que el sitio no era un rincón exactamente, si uno se alejaba un poco se encontraba con el barranco que caía sobre lo que con el paso de los años terminaría siendo la variante de Calarcá -un rincón con caída, curioso, no?-.

Pero la dicho no duró mucho tiempo, pronto don Omar nos dejaría para dar paso al "varón súper-arepa" con quien continuaríamos el curso lejos de la sombra del viejo chocho; que no puedo asegurar si nos llevó hasta noviembre o también tomó las de Villadiego antes de tiempo.  ¿Fuimos acompañados por don Eídenlman Martínez hasta el final de curso?, me parece que sí, y que no fue hasta el año siguiente cuando fuimos a caer en las garras de María Concepción Ortiz.

Lo cierto es que durante esos dos años, dos veces por semana, estuvimos citados con la aventura del pensamiento, pero pensándolo un poco, ¿será que llegamos a barruntar alguna vaga idea o al menos a acercarnos a ese poblado mundo de la evolución de las ideas?  Ni idea.
 
Trato de recordar lo que bajo los influjos del chocho nos dejó don Omar, el legado de don Eídelman o las huellas de María Concepción...

¿Nos remontaron hasta Grecia?, ¿nos visitaron Sócrates, Platón y Aristóteles?, ¿nos hicieron conocedores de su importancia dentro de nuestra cultura, ahora denominada occidental?, ¿pobló nuestro incipiente acercamiento el materialismo histórico del siglo XIX?, fuimos capaces de bañarnos dos veces en el Santo Domingo, o fuimos fieles ahijados de Hipócrates y comprobamos que en cada chapuzón eran otras la aguas  y otro el río... mmmhhhh, de alguna manera nos debió influir el eterno enfrentamiento entre las ideas y la materia; porque, siendo materia -poco mas que una caótica confluencia de átomos y egos- eso de las ideas, las mas de la veces, se nos antoja demasiado grande, aunque subyazgan en lo más recóndito de nuestras entendederas los ecos de Mª Concepción y de don Eídelman, porque los de don Omar deben confundirse con e l trinar de pájaros y el de la hojarasca que habitaba debajo del chocho del Robledo.
 

sábado, 22 de marzo de 2014

Los Calanchos de Juan Bau - Tratado Insustancial de Trigonometría

Eso de las funciones trigonométricas, que con tanto denuedo se esforzaba el profesor Juan Bautista ¿ ? en explicarnos, creo que no pasó del año 1977, al menos para la mayoría de los que nos haríamos bachilleres al año siguiente en el Colegio Robledo de Calarcá; esta precisión la hago para no entrar en especulaciones mayores, aunque estoy convencido que mas allá de la materia que nos quitaba los sueños en el quinto de bachillerato de aquel entonces, poco más; a menos que les hubiera dado por volverse trigonometristas, que serían los menos, ¿cuantos...?  De la cochada del 78 no creo que haya surgido ninguno. 
 
Y es que pasados los años,  ¿Quién recuerda algo del seno, que no hablo de anatomía, ojo, la tangente o la secante, con sus respectivos "co"?.  Por mucho empeño que el profe le pusiera al asunto, sus calanchos, mas allá de asistir a la clase y superar los exámenes, poco, por no decir nada.  Claro que algunos masoquistas habrán descubierto en la Universidad que ese asunto sí tiene sus utilidades y que los ángulos y sus relaciones tienen nombres y usos; pero allá ellos, esa inmensa minoría de matemáticos, geómetras, ingenieros y demás, cada loco con su tema.  Para el resto de los mortales, las trigonometría, con los años, no deja de ser una cresta de ola en ese extenso mar de conocimientos que nos deparó el bachillerato. 
 
Pero una cosa es la materia y otra muy distinta el personaje que frente al tablero sufría a la panda de pelafustanes de turno; puede que de los ángulos y sus funciones poco, pero del profesor o docente, sí hay un recuerdo más duradero y gratificante, Juan Bau, como se le mencionaba entre la clientela, que nadie le alargaba el nombre, así como su asignatura no pasaba de ser trigo, aunque no guardara relación con el cereal y la panificación; que ni gordo ni flaco, mas bien tirando a menos que a mas; alto, pero no mucho, con su no muy abundante barba y su sonrisa de bondad -o sería lastimera, al ver el ganado de turno, que más bien jumentos- Si, su sonrisa es quizás el mejor recuerdo que conservo del profe que en quinto de bachillerato se esforzó por demostrarnos lo útil y necesario que es el conocimiento trigonométrico para la vida... Vano esfuerzo, Juan, desde que presenté el examen final en el año del señor de 1977, poco, muy poco, por no decir que nada, porque podría engañarme...

Estoy seguro que en el mundo que nos rodea, los senos están más que presentes, y que no sólo ellos, también las demás funciones trigonométricas están rigiendo todos los ángulos, y viéndolo bien despacio ¿dónde no hay ángulos?, solo hay que mirar a nuestro alrededor y descubriremos ángulos de todos los tipos, de todas las dimensiones, agudos, rectos y obtusos, y triángulos en todas sus variantes, y cada uno de ellos con sus senos, cosenos, tangentes, cotangentes, secantes y cosecantes; ahora empiezo a entender la sonrisa de Mona-lisa, que siempre iluminaba el rostro de nuestro profe, es posible que el esfuerzo no haya sido en vano, Juan Bau, los calanchos al final comprenderían el mensaje... 

lunes, 24 de febrero de 2014

Don Édison Cabal

 
Un examen como pocos, oral, sin la complicidad del tiempo ni del bolígrafo o lapicero, con el que solíamos jugar en espera de la iluminación definitiva, que no siempre llegaba a tiempo; así fue el último examen de ciencias integradas de cuarto de bachillerato, don Edison detrás de la ósea caja de cartón, serio, como siempre lo fue, imponiendo la autoridad de los profesores de entonces, que se traducía en respeto por parte del alumno; con el parroquiano de turno frente a la fatalista caja, sin mas testigos  que el aire y el tablero, porque el examinado entraba solo al salón, toda la pandilla fuera, a la expectativa, sumidos en la sinrazón de la espera... una vez adentro no tenía retorno, sin reversa, se aproximaba a la consabida colección de piezas óseas -restos humanos, diría alguno- obtenidos todos sabíamos cómo, y esperábamos unos instantes, previo saludo, obvio, mientras nuestro profe, después de contemplar detenidamente a la víctima de turno, qué digo, al alumno citado, introducía se velluda mano, seleccionaba uno de los componentes de la esquelética colección y procediendo a entregársela al desdichado, prodigaba la consabida pregunta, o mejor, porque no había pregunta propiamente dicha, le dacia  "hábleme de el".
 
Así que, averígualo Vargas, cúbito, radio, tibia o peroné?, clavícula quizás?, fémur o húmero?; una vértebra, pero cual, atlas, axis?, coxis no, seguro; costilla falsa? parietal, occipital o frontal?; claro que la cosa podía ponerse dura, qué tal uno de esos adminículos óseos que hacen o forman parte, esqueléticamente hablando, de las manos o los pies? fácil para terminar metiendo literalmente la pata; carpo o tarso a cuál pertenecerá el escafoides? y la falange? falangina o falangeta? del índice o de cuál? de la mano o del pie? Joder!!!
 
Claro que algunas piezas son inconfundibles, y he de decir que en mi caso particular conté con suerte, la pieza que me sacó en suerte don Edison fue un omoplato, inconfundible con su espina, que no dorsal !ojo¡, acromion, cuerpo,  bordes vertebral, superior y axilar, ángulos superior  e inferior, cuerpo y cavidad glenoidea. uff... sin olvidad la escotadura y proceso coracoides (siempre es que wiki puede con todo,  eh).  Nunca supe ni me di por enterado si era izquierda o derecha, ni me lo preguntó, la verdad es que no entramos en asuntos ideológicos, el tiempo no daba para tanto.  Resultado final?  aprobado, para qué mas...
 
Don Edison Cabal, hacía honor a su apellido, como profesor nos causaba cierto temor, por no decir que miedito, cutucutu, producto de nuestra irresponsable forma de asumir el proceso educativo, pero con él, como con otros mas, estudiabas o claudicabas, y nosotros, a pesar de todo, no estabamos dispuestos a entregarnos, así que respondíamos, nos dedicábamos a la humana corporalidad, más por la nota que por el conocimiento, la verdad sea dicha, y terminábamos aprendiendo y conservando en la memoria el recuerdo de uno de los buenos profesores con que contaba nuestro colegio Robledo, de Calarcá, por allá en los 70´ del pasado siglo XX. 

miércoles, 22 de enero de 2014

Don Victor García

Don Víctor García, matemáticas y dibujo, primero/segundo de bachillerato.  Es un grato recuerdo, el de un hombre mayor, con la sabiduría de los viejos -que lo era- y el vigor suficiente para afrontar a clases de más de treinta pelafustanes dispuestos a todo menos a atenderlas.  Fue el profesor de mayor edad que llegué a tener, porque en el Robledo no tuve la oportunidad de recibir clases de don Noé Torres, como tampoco del profesor Benjumea (Saco viejo, según los recuerdos que me llegan como voces lejanas, y que poco a poco van desapareciendo) que para esa época, los felices setentas, eran los mas añejos, seguidos muy de cerca por don Gonzalo Gutiérrez, español y geografía de tercero/cuarto.
 
De tez morena, pelo blanco y, emulando a Quevedo, un profe cerbatana -largo y flaco- de voz clara, a pesar de a tiza, y con la afabilidad de los abuelos (que los hay cascarrabias, como todo, pero esos no cuentan, se salen de modelo).
 
Pasamos por sus manos, o sus clases -son formas de decirlo- y seguimos nuestro camino sin mirar atrás, mientras él continuaba con su labor de instruir, de contribuir en la formación de los recién llegados al segundo piso  del proceso educativa; es posible que  para el año en que nos graduamos, 1978, ya no estuviera allí, que ya disfrutara de su merecida jubilación, pero no lo sé, solo es una conjetura más; pero pasados los años, su recuerdo vive en mí, y me ha parecido justo compartirlo, decírselo a todos -que es un decir- que hubo un profesor de nombre Víctor y apellido García, que dejó una huella imborrable en los robledistas calarqueños, que no lo olvidamos y, de alguna manera, conservamos sus enseñanzas y ejemplos.
 
Don Víctor García, mas que un buen recuerdo.