Según tengo entendidio, desde que nací, he sido un viajero con cierta constancia o regularidad; según los recuerdos familiares, apenas nacido en Calarcá, viajamos y nos radicamos en Anserma (Caldas); recuerdo un viaje que realizamos -la familia- de nuevo hasta Calarcá a finales del 66, por la muerte de mi abuela materna y el de 1971, cuando nos radicamos de nuevo en la Villa del Cacique. En los años vividos en Anserma no faltaban los paseos de domingo a "Tabla Roja", La Pradera o Ciracusa. Ya en Calarcá las caminatas al rio Santo Domingo hasta Puente Rojo o Matusalén; al Morro, al Cerro del Castillo, al Río Quindío, a Peñas Blancas, a Los Quingos; viajes de corto vuelo... sin faltar alguna bajada a La Albanía -también recuerdo la piscina Maiporé- y las subidas por la carretera de la Línea para ver el paso de los ciclistas en las Vueltas a Colombia, hasta La Divisa, la Virgen Negra o el Recreo; los más lejos que llegué en estas lides fue hasta Alaska, arribita del Hoyo.
Estando en la Escuela nos llevaron alguna vez al zoológico de Pereira y en segundo o tercero de bachillerato viajamos al Roble, a visitar los cultivos de pino, que siguen reinando en buena parte de las cordilleras de nuestros departamentos. Antes de terminar la secundaria fui una vez a Pereira a hacerle un mandado a un profesor y mi padre nos llevó a Bogotá. Recuerdo un viaje a Cali en tren, con Carlos Mario Vargas y no sé quién más. Sé de despalzamientos a algunos municipìos del departamento, pero no el orden ni los motivos, pero terminé visitandolos todos con uno de mis primeros trabajos como vendedor en la campañía Singer, tiempo en el que viví fugazmente en Armenia.
Estando en la universidad, hice la Escuela de Líderes, en la Capilla, en La Mesa, Cundinamarca, tres semanas lejos de casa, comiendo guayabas y oyendo misa... Por estos mismos tiempos hicimos un viaje mítico, en grupo de amigos, a pie desde Calarcá hasta Salento con pernoctada en Ruina Ajena; cuando nos hemos vuelto a reunir, alguna anectdota del viaje sale a relucir, para eso son los viajes, para recordarlos. Otro que no olvido es una excursión con Fabio Iván Dávila hasta los Chorros de San Rafael, con ascención monte arriba hasta los transmisores de RCN.
Terminada la Universidad me fuí a trabajar a Pereira, y me radiqué alli, desde la Perla del Otún, amplié mi radio de acción viajando hasta Cartago, Chinchiná, Armenia, ibagué. Cambié de empresa y se fuí a vivir a Restrepo (Valle) y seguí viajando, ahora por gran parte del territorio Vallecaucano, desde Cartago hasta Jamundí pasando por Buga, Palmira, Cali, Yumbo, Dagua, Darién, La Cumbre y Buenaventura, sin olvidar Alcalá, Sevilla, Caicedonia, y otros más (ni que fuera la canción de Niche). Estando en Restrepo hice mi primer paseo a la costa, a Cartagena, visitando las Islas del Rosario, antes de volver a Calarcá por varios meses y trabajar en Pereira, pero viajando a diario. Con la nueva empresa ampliamos el radio de acción y ahora los viajes fueron a Armenia, Ibagué, Cali, Bogotá, Medellín y Barranquilla.
Recuerdo un viaje a Bogotá, desde Calarcá en el carro de Fabio Iván Dávila, con Sandra y en compañía de Camilo Augusto Torres, Martha Adiela y Manuel Alejandro, allí nos encontramos con PTT, que trabajaba en la Alcadía Mayor, y pernoctamos en la casa de Luz Stella Restrepo... Otro de los viajes realizados con amigos fue a Girardot, a la ordenación de Camilo Augusto Sánchez, como presbítero, o cura que decimos.
Continuando con los trabajos y los viajes, cambié de empresa y los desplazamientos continuaron, me radiqué en Manizales, y viajé a ciudades de los de partamente de Caldas, Quindío, Risaralda, Cundinamarca, Tolima, Huila, Caquetá, Valle, Cauca y Nariño, lo mismo que a Medellín y Bogotá. No puedo olvidar las subidas al Nevado del Ruiz y al crater de la Olleta. Por esta época, aprovechaba los viajes de trabajo para conocer algo más, así, estando en Neiva viajaba por sus alrrededores a los Termales de Rivera o al embalse de Batania, en Medellín alguna vez nos fuimos hasta El Peñol y Guatapé para ver la represa y subirnos a la piedra, también visitamos Santafé de Antioquia, pasando a pie por el Puente de Occidente; estando en Nariño, los volcanes de Cumbal y Azufral y la Lagura de La Cocha también fueron objeto de visita. Hice mi primera salida del pais, en un viaje a Nariño, que incluía trabajar en Pasto, Túquerres e Ipiales y un fin de semana fuimos hasta Quito. Así mismo, en unas vacaciones de la empresa viajé hasta España, para visitar a Sandra, en Valencia.
Desde Manizales, ya en plan familiar, viajé algunas veces a Medellín, también hicimos viaje hasta Tolú y Cobeñas, con Islas de San Bernardo incluidas y otro hasta el Parque Nacional Tairona, pasando por Santa Marta.
Viajar, dejarme llevar por los pasos o las ruedas, por trabajo, familia o diversión, sólo o en compañía, pero viajar.
Ya les contaré la segunda parte de este cuento, a los compañeros del Colegio Robledo de Calarcá, de 1978, a quienes va dirigido este espacio.