viernes, 26 de agosto de 2011

Los viajes de los otros

Bueno, como verano es cuasi-sinónimo de viaje, pues sigámosle dando al asunto.

Carlos Alberto Villegas U. se fue a USA, empacó hasta el gato, así que su estancia no será corta. Imagino que por lo menos durará hasta que se termine... creo que ni él podría precisarlo. El hecho es que se fue, abandonó por enésima vez el Quindío y se instaló en tierras más al norte, donde algunos otros bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978 han armado su toldo - y no haré más referencia en esta ocasión, porque, en últimas, no sé cuántos son los que están por esos pagos, escasamente sé de dos o tres más-. A propósito, ¿cuántos robledistas del ´78 vivirán fuera del país y de ellos cuántos en la United?

Como siempre, preguntas sin respuestas... alguién tiene datos, suéltelos.

Otro viajero del que puede decir que lo ha hecho aprovechando esta época estival, porque pasó por estas tierras levantinas, lo ví y hasta almorzamos juntos, en albuixech, fue Camilo Augusto Sanchez H., el padre Camino que no ceja en su empreño de acular millas, se dejó ver, compartimos una buena paella valenciana y siguió su camino, que los viajes del padre son periplos de largo alcance.

Y para rematar he de decir que yo también, dejádome llevar por la tendencia, me he pegado una escapadita. En julio los pasos me llevaron al Pirineo aragonés, a la provincia de Huesca, España, en los límites con Francia, que casi la piso. Qué bueno es viajar, ver otros paisajes, perderse un poco en lo desconocido. El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, un regalo de la naturaleza, sólo le dí algunos pasos y me prometí volver, con más tiempo, para explorarlo y disfrutarlo.

Un abrazo a los viajeros, y los que sueñan con los viajes, los realizados y los pendientes, y que no olviden que el viaje más largo se inicia con un paso, como decía algún anuncio de la revista Selecciones de Reader´s Digest, allá por los tiempos en que compartíamos, mientras nos hacíamos bachilleres.

lunes, 15 de agosto de 2011

Eso de viajar II

Viajar. 1. intr. Trasladarse de un lugar a otro, generalmente distante, por medio de cualquier locomoción. (Diccionario de la Lengua Española, vigésima segunda edición).
Los medios de locomoción, sí, esos que nos llevan y nos traen; y de ellos los que más he usado los terrestres, empesando por los de caminar, sin importar la marca ni el jumento, seguidos por los llamados de servico público como taxis, camperos y buses -urbanos, intemunicipales y demás- chivas incluídas, y el tren -rumbo a Cali-; algunas veces carros particulares de diferente pelambre y motocicletas lo mismo que bicicletas. De los acuáticos menos, para desplazarnos a las Islas de San Bernando y las del Rosario, lo mismo que a la Bocana en Buenaventura y a la isla de la Corota en la laguna de la Cocha. Y finalmente los aéreos, desde pajarítos con alas, de cuatro o seis puestos (incluido el del piloto), para subir de Pereira a Manizales -gajes del oficio- pasando por los Twin Otter y Fairchild de Aces y los ATR50 de avianca, hasta algún Boing de Avianca un poco más grande, pero eso rara vez. Para los viajes a España tocó Iberia y sus Airbus.

Volviendo a lo de los viajes, faltaría mencionar la época en que trabajé en el Valle del Cauca, donde me asignaron un campero Suzuki, para moverme por la zona central de departamento, así que hube de aprender a conducir o manejar que llaman, lo hice en Cartago, con obtención del pase y enfilar hacia Restrepo para volver a aprender, porque pasar de un Renault 12 o cosa parecida en las inmediaciones de Cartago, a un brinkuki, por los caminos destapados de las inmediaciones de Restrepo trae sus dificultades. Allí aprendí y durante cuatro años estuve haciendo de chofer en el camperito, con algunas "pichonas" en camperos Daihatsu para terminar en una chevrolet Luv. Y ni más, no volví a coger un aparatejo de esos para nada -al menos mientras estuve en Colombia.
Así que los medios y destinos siempre han sido variados, tanto en Colombia como en España. Por esta tierras del Quijote, el tren tiene más preponderancia que los "autobuses" y los sistemas públicos de trasporte de pasajeros son más limitados, tanto en destinos como en frecuencias, pero eso es otra historia, así que mejor la dejo para otra ocasión o terminaré por espantar definitivamente a los escasos despistados que pasan por estas páginas.

Sé que muchos de los bachilleres que me acompañaron en el acto de graduación en el Colegio Robledo de Calarcá en 1978 han sido viajeros, más que yo, y no les da por ponerse a perder el tiempo en recuentos sin sentido, pero así somos, unos contamos y otros se lo guardan...

Un abrazo a todos y que siga el verano.