Eran los años 70´s y en Calarcá se podían alquilar revistas, por unas cuantas monedas teníamos acceso a las aventuras de los mas variados personajes, de todas la pintas, colores y valores (Kalimán, Arandú, Tarzan, Águila Solitaria, El Santo, Supermán, Fantomas, Mandrake, Juan Sin Miedo, El Valiente, Archie, Popeye, Garfield, Menín, Hermelinda Linda, Condorito y la pléyade de personajes de Disney que tenían sus propias ediciones). Eran una continuación de los que dominicalmente encontrábamos en las prensa escrita, los diarios o periódico que llamábamos - Pomponio, Don Abundio, Olafo, Ferdnand, Educando a papá, Dick Tracy, Lorenzo y Pepita, Capetín, Carlitos- .
Pero la disponibilidad de los prensa los domingos no estaba generalizada y la cita con las aventuras, en formato gráfico, la teníamos en ese local de la carrera 24, antes de llegar a la 39, hoy perdido dentro de la construcción que ocupa el costado sur-este de la Plaza de Bolívar, diagonal de la iglesia, para más señas, edificación reconstruida para sede del BCH y hoy sede de la administración municipal; en La Magnus, atendida por don Pedro Pachón y familia que, una vez transformada en papelería se ubicó en el local contiguo, esquina de las mencionadas vías, y dio paso a La Derlin, que continuó con la labor, regentada esta vez por doña Mercedes, cuñada de don Pedro, que todo queda en familia, eh! Vaya chisme!.
Así que la familia Pachón era la que nos suministraba el sano y económico, además de educativo entretenimiento, de manera insospechada estaban contribuyendo con las formación de futuros lectores, pero ese es tema para entendidos en la materia, así que ahí le queda al doctor PTT (cuasi-semi-ólogo).
Eran los tiempos cuando la televisión aún no había cumplido el alienante proceso de masificación, en muchas de nuestras casas aún no disponíamos de un aparatejo de esos y las historietas era una de los formas de abstraernos un poco de la rutina. Tiempos donde aún podíamos jugar en la cuadra, sin muchos miramientos, la guerra libertadora, al escondite, al trompo y cosas, mas antes de que iniciáramos nuestras aventuras al Santodomingo, lo Chorros, el cerro del Castillo, al rio Quindío... Sin olvidar que era la radio era la mandaba, nuestras madres con sus radionovelas y para nosotros las aventuras de Kaliman o Arandú, al caer la tarde, a la hora del fríjoles!
Turok, las aventuras de Turok, el guerrero de piedra, eran uno de los motivos de mis escapadas al mundo de la fantasía gráfica, seguro estoy que no era de las mas populares y conocidas, pero me recuerdo siguiendo mes a mes sus aventuras en compañía de Andar, su inseparable amigo.
Historietas, aventuras, revistas, ahora comics, tebeos en España, pero son la misa cosa o al menos muy parecida, algunos hasta han logrado el movimiento con la tv, el cine y los vídeos; pero las historietas en papel seguirán ahí como testimonio de una época que se pierde en el tiempo, cuando parte de la diversión la teníamos sentados en unos mullidos bancos de madera, en la Magnus o la Derlin, con una revista entre las manos, perdidos en otros mundos imposibles, de la mano de esos personajes, que gracias al ingenio de unos desconocidos, nos permitieron soñar, escapar, buscar...
Nota. A propósito de los autores, nunca me preocupaban ni llamaban mi atención, no eran mas que un dato perdido en la carátula, si es que la había, o una anotación al margen; con excepciones, claro está como no recordar a Edgar Rice Burroughs.
Imagen tomada de blogdesuperheroes.es
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