lunes, 6 de agosto de 2012

No tan Olímpicos...

De Helmuth Bellingrodt (Munich 1972 Montreal 1984 Tiro al Jabalí) a Catherine Ibargüen  (Salto triple, Londres 2012).

Cuando nació Catherine Ibargüen en Apartadó - Chocó, ya el barranquillero Helmuth Bellingrodt le había entregado a Colombia las dos primeras medallas olímpicas, de plata, por cierto.  Según los archiwikos, los colombianos tuvieron que participar cuarenta años en los juegos cuatrienales para alcanzar una presea, y cuarenta años después la chocoana le entrega otra medalla de plata a la historia deportiva nacional... la cuenta ya va por quince: 1 oro, 6 platas y 8 bonces...y a estos Juegos aún le queda una semana de competición.

Así que la histeria nacional tiene, en lo deportivo, muchas cosas por contar, pero como la memoria es frájil y la verdad es que como no la cultivamos, no sé quién pueda ahora recitarnos de memoria,  los medallistas nacionales que a lo largo de estos últimos cuarenta años han inscrito su nombre y el Colombia en los registros Olímpicos.  Tampoco creo que nadie se las quiera dar de Funes para memorizar siquiera las ciudades sedes de las últimas competiciones... y no olvidemos que las historia moderna de los Juegos data de 1896, cuando en Atenes se dieron cita por primera vez.

Olimpicamente hablando, los bachilleres de 1978 del Colegio Robledo de Calarcá de deportistas nada, le dedicabamos tiempo al juego, pero de deporte poco, por no decir nada; sin embargo, al refrescar la memoria, justo es decir que alguna aproximación tuvimos a eso que llaman atletismo -sobra decir que las actividades de conjunto, sobre tierra y con balón sí formaban parte de nuestras motivaciones-.

Algo recuerdo de correr y saltar, en los primeros años de bachillerato, algun rústico acercamiento tuvimos a eso de competir corriendo, si mal no estoy alguna vez en el Pascual Polvero, nos vimos corriendo los cien metros, que, me imagino, nadie se habría tomada la molestia de medir,  pero es un recuerdo bastante borroso, o tal vez arenoso; salto largo y triple y tal vez de bajura, porque mal podríamos llamar altura al nivel que alcanzaba la barra... eso si para darle patadas a un balón sí que lo teníamos, bien en espacios redicidos o en la cancha, también baloncesto, en todas sus modalidades, individual, por parejas y demás cobinaciones, como las infatigables 21´s.  En cuanto deporte acuáticos, más allá de las mojadas que no dábamos cuando la lluvia amenizaba la subida y bajada del colegio, nada, las piscinas estaban muy lejanas, Maiporé ya no funcionaba y la Albania no es que estuviera a tiro de pájaro, así que más allá de bañarnos en el Santodomingo, sin la esperanza de convertirnos en poetas, eso de competir en el agua no estuvo nunca en nuestras dementes cabezas.  Ahora bien en eso de lanzar , tirar o arrojar, creo que practivamos con piedras, pero no con caucheras, a mano limpia, ¿quién de nuestra generación no lo hizo?

Claro que para hacer justicia, la memoria me recuerda que algunos compañeros se entregaban con pasión al futbol y al baloncesto, haciendo parte de equipos en competiciones colegiales, municipales y no sé si más, y hasta lo hacian bien, futbolistas como Jiménez, Ortiz, Bermúdez, Fernández, Zuluaga, Ramírez, Fajardo, Rincón, Peláez, y un etcétera que no puede faltar en las ennumeraciones o listas, y encestadores que no se quedaban atrás, Marín, Díaz, Villegas, Hurtado... Comentario aparte requiere el caso de Fernando Ramírez Salcedo, quien además de practicar el futbol con pasión y entrega, dedicaba sus horas a la fisiocultura, siguiendo el un manual de Charles Atlas, y eso ya es decir! 

Así que me voy, ya casi empiezan las transmisiones de hoy, un abrazo a todos, el sillón me espera y es una cita irrenunciable...

martes, 17 de julio de 2012

Armenia - Calarcá y viceversa




Surrealismo puro y duro...

fotocomposición tomada de la web www.skyscrapercity.com, donde a partir de una imagen nocturna del centro de departamento del Quindío, con Calarcá en primer término, Armenia, Montenegro y La Tebaida, alguien ha añadido un artilugio que une el Alto del Rio con Armenia.  Y surge una necesaria pregunta:  ¿Por que no?.

Imaginen ustedes que mediante viaductos se eliminaran las pendientes que la geografía interpuso entre los dos nucleos urbanos; mejor decir, que los fundadores de los dos asentamientos quisieron tener de por medio, porque este entuerto surgió con la fundación misma... cuyabros y carrasqueños, tal cercanos y separados.

Claro que eso de trazar caminos y carreteras es ahora tarea de ingenieros y demás entendidos, no como en los tiempo de los abuelos, cuando el paso firme de las mulas hacían de topografo,  ingeniero de vías, calculista y demás.  Cuantos años de estudios universitarios requeridos para superar a jumentos y demás primos!  Joder!.

Este inicio aparentemente nada tiene que ver con los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978, o tal vez sí; lo traigo a raiz de una conversación con un estudiante de Ingeniería Civil de la Universidad del Quindío, que no fue robledista, valga decir, a quien siempre le pregunto por los puentes, y porqué por los puentes, pues porque con las mulas imposible, ellas de eso ni fu!.

Vienen a mi memoria entonces, imágenes borrosas de un encuentro en los alrededores de la Catedral de Armenia, calle 21 con carrera 12,  de personajes de diferentes pelambres, dispuestos a emprender una caminada entre la capital del departamento y la segunda ciudad del Quindío; ¿Cuándo? antes de terminar el bachillerato y después de iniciado el grado tercero, es decir entre 1975 y 1978.  Estoy seguro de eso porque uno de los pocos testimonios gráficos que conservo, en la memoria, es una fotografía donde aparecemos PTT y yo, y aclaro que en la memoria, porque a estas alturas no estoy seguro de que tan valioso documento gráfico aún permanezca entre los archivos que conservan en casa de mi madre.  Entonces puedo especular que algunos de los bachilleres objeto es este blog, nos dimos por enterados y hasta nos hicimos partícipes de dicho evento.

Así que estando en bachillerado participamos de una caminata entre las dos ciudades; pasado el puente de La Florida, bajar a La María, subir al Alto del Río, descender hasta la bomba del Pescador y terminar, imagino, en la Plaza de Bolivar del pueblo, todo un programón.  ¿Quiénes más estuvieron en ese embrollo?, ni me lo pregunten,  ¿Hicimos la caminata completa?  muy posiblemente, los pocos más de cuatro kilometros de distancia no soy gran cosa, y en cuanto al porqué de la caminata, nanay cucas, ni señas, nada de nada, solo puedo testimoniar que un día entre los años mencionados hicimos la caminada y con eso es suficiente, que si las imágenes son borrosas, los detalles hace rato se marcharon.

Alguna vez, en época de la universidad nos vimos abocados a una caminata similar, pero esta vez por razones del transporte, algo pasaba y no hubo otro remedio que superar la distancia echando quimba, ¿cuándo y con quiénes?  Ufff...

Lo normal ha sido que para desplazarnos entre los dos centros urbanos, a partir de los años setenta que fueron los que me tocaron, utilicemos medios de trasportes motorizados, primero taxis, grandes, amplios, donde llegamos a contarnos hasta seis y siete pasajeros en la parte tracera, por razones de prisa y desconfianza, ¿Quién se bajaba después de haber cogido puesto, pasadas las diez de la noche y llovíendo?  ni el patas.... después vinieron las busetas, ¿recuerdan  a don Luis?, los buses urbanos también llegaron, los de Armenia, se fueron empequeñeciendo los taxis y finalmente hicieron su apareción unos engendros, los microbuses -infamia incluída-.

Ahora no sé que demonios tendrán rodando los empresarios del transporte entre las dos ciudades, pero de lo que estoy seguro es que se sigue dependiendo del los motores, acpm o gasolina, que más da; pocos aventureros en cicla y menos aún caminantes y las razones para ello saltan a la vista:  subida y bajadas y, lo que no es poco, por el peligro que representan para andantes y bicicletistas, la dictadura de los automotores, dueños y señores la vía.  Pero nada que decir, para ellos se hacieron. 

Y vuelven las preguntas, que no tienen respuestas, o al menos que no hay a quien plantearlas; ¿Por qué no?, en estos tiempos de crisis energética, que no ha pasado ni pasará, cuando la contaminación ambiental es uno de los factores de risgo para la salud, y hacer ejercicio es una de las recomendaciones para preservarla, la salud, ¿por qué no un proyecto que permita superar los desniveles que presentan la geografía entra las dos ciudades?  Cuántos caminantes y bicicletantes se beneficiarían?  Será posible algun día una ruta segura y con pocos desniveles para desplazarse entre Armenia y Calarcá, a pie o sobre ruedas no motorizadas?

Bien lo anuncio desde el inicio de la entrada, surrealismo puro y duro... 

Es julio, verano, calor, sopor, duermevela o insomnio, juzguen ustedes.

viernes, 6 de julio de 2012

De Chupinazos y otras gaitas


Cuanto daría hoy por estar en uno de los balcones que dan a la plaza del ayuntamiento de Pamplona, para embelezarme con el cardumen de humanos que danzan al son de los vinoholes con que se embriagan hasta las médulas, mientras esperan a que aparezca en el balcón de las autorizadades locales el designado de turno invitando a la fiesta y al gozo con el grito o la proclama que ya es tradición en la capital navarra todos los seis de julio: "Viva San Fermín, Gora San Fermín"... y el detonar del chupinazo que aviva la histeria y sumerge la barahunda en el paroxismo de la celebración.

Pero no, Navarra aún está lejos y las fiestas no me invaden, al menos por ahora; solo me queda el recurso de la imágen cuadriculada a través de la maja cágica, esa que nos sustrae, nos contrae y nos imposibilita la realidad misma.  No hay otra alternativa, a falta de superar distancias, buenas son las imágenes en movimiento; me rindo!

El mismo recurso me quedará para los próximos días, cuando a las ocho, cada mañana, la vertiginosa carrera de los encieros superen los achocientos metros que separan a las bestias de su fatal destino y las calles abarrotadas de festeros vivan el frenesí del despropósito.  Y yo, testigo desde la distancia; no hay remedio.

No puedo sustraerme, y no he querido-podido sus-llevarme, a estas ocho madrugas pamplonicas de atavismo singular, que no tienen par.  Presenciar, porque las imágenes son en directo y eso me consuela, cómo parten desde los corrales por las estrechas, empedradas y habitualmente húmedas calles seis reses de pura casta, moles de quinientos kilos y más, con pitones altaneros, con la brutal fuerza que su vitalidad empuja y su empedernida decisión de llegar a la meta; en desbocada carrera a 24 patas, más otras tantas que les hacen compañía, las de los mansos que no pueden faltar para que la caravana sea completa; mientras en un fugaz intento por alcanzar la gloria, cientos y en muchas ocasiones miles de corredores se dejan arrastrar en busca de una carrera limpia, delante del toro, que no al lado ni detrás, delante de el o ellos, que entre más cerca mejor... y si llega la caida o la cornada, que sea  sólo un testimonio en la piel, un trofeo de guerra que deja la jornada, para esperar la próxima, mañana o cualdo llegue.  No ignoro ni olvido, que a veces, la partida se piede y el precio es absoluto, total, y se pasa a formar parte de recuerdos y de estadísiticas.  Que la vida es corta y si se vive de prisa y delate de un toro, puede haerse aún mas!

Así, enmarañado en esta mar de patas y de cuernos, carreras, sobresaltos, resabalones, gritos, lamentos y caídas, me son ajenos Higgs y su bosón, las numéricas series fibonezcas, las gramaticales lecciones de Wilson, Jhon, Evelio y Gonzalo con sendos dones, que el tiempo no supera el respeto debido; las ayudas de Vargas Aristizabal y los retos de Villegas Uribe.  A este último la mejor de las suertes con su-bonachi, que no es ni llegará a será mio.

Imagen tomada de 20minutos.es

miércoles, 4 de julio de 2012

El Ipodgrama, subonachi y el Bosón de Higgs

Que mejor comienzo que una manifestación de impedimento, lo que terrenalmente se traduce en "sacarle el fuste al asunto", una muestra del sacalulismo nacional.  Imagino que se estarán preguntado de qué va esto?  Qué hierba se fumó el personaje?; pues nada del otro mundo, todo lo contrario, algo tan mundano como el hombre mismo, según deficinión proverbial que la memoria se empeña en recordar, proveniente de la mano, o pluma, de don Michel de la Montaigne: "El hombre es cosa pasmosamente vana, variable y ondeante", incluida por Porfirio Barba Jacob en la Canción de la Vida Profunda, pero sin el pasmo.

Porfirio, Michel, Higgs, Bonachi y el Ipodgrama, seguimos en las mismas, eh.

Trataré de enderezar el entuerto, y para ello he de retrollevarme a la Escuela Giradot de Calarcá, 1972, que no es mucho, sólo cuatro décadas, que a esta alturas ya no asustan.  Allí, por primera vez, tuve profesores, maestros o docentes, para cada materia o asignatura, como ya lo comente en entradas anteriores, y viví el percance se cruzarme en la vida con uno de los personajes que siguen atravesados en ella, PTT, Carlos Alberto Villegas Uribe, el hijo de doña Graciela...  El otro dato extraible de ese centro educativo y necesario para el embrollo este, es el del profesor de Lenguaje, don Wilson Galvis, a quién nos referíamos con toda la zafiedad de los once años como Don Güipa.

En los años siguientes, los seís del bachillerato en el Colegio Robledo, tuve otros profesores de Español, para el bachillerato las materias cambian de nombre, don John Henao, en los primeros años, no recuerdo bien cuáles otros, pero no olvido a don Pedronel Ospina como director de grupo y profesor de Español en quinto y sexto. Cómo nos sufría don Pedro!, sólo él lo sabe, nosotros escasamente lo podemos imaginar.

Así fue como de la mano de don Wilson, don John, don Evelio, y no puedo saber quién más, tuve mis primeras aproximaciones a eso de la gramática, con su sintaxis, morfologia, semántica, y demás perendengues que ahora no me vienen a la cabeza, y no hay manera de que lleguen en un futuro, por cercano o lejano que esté.  He de confesar ahora, y esto es determinante para el asunto que trato, que si no es por la alcahuetería de Carlos Mario Vargas Aristizabal, Guilligan, para más veras, jamás habría aprobado en los dos últimos años la citada asignatura, me hubiera perdido de formar parte de los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978, y jamás habría escrito esta bloooogggggg; de lo que se habrían salvado!

Ahora sí, entremos en materia, con mi poca, escasa, por no decir nula filiación con eso de la lengua y sus implicaciones curriculares, no entiendo cómo un personaje que me conoce desde entonces, el doctor Villegas Uribe -doctor de verdad con título y todo- pretende de mí una respuesta al siguiente reto palabrial, cito textualmente  "Ahora juéguese un Mibonachi regresivo capicua, si es tan macho, gorro, el último en llegar es una güeva"...  Sobra decir que el insulto lo recibo por adelantado y la desconfianza sobre la hombría la doy por descontada; más facil sería, si que me pidiera una explicación sobre el Bosón de Higgs, a través del ipodgrama que con temor espero; Al menos estaríamos igualados en la ignorancia desde el principio.

Qué relación puede existir entre la gramática de don Güipa, Higgs con su bosón o si él, Fibonnasi con sus sucesiones numéricas, y el doctor PTT y su-bonachi?, y qué velas tengo yo en el entierro?  como bien dicen en la costa caribe colombiana "mandan huevo!!!

NOTA AGREGADA:  Don Gonzalo Gutiérrez fue otro de los benemétiros profesores que llevó a buen término la asignatura de español, durante esos robledistas años.

lunes, 11 de junio de 2012

El Pueblo y sus Fiestas

Otra vez junio, que el tiempo no se detiene y en su avance, de alguna manera, nos devuelve al sitio de partida, o al menos a una referencia conocida.  Junio mitad de año, vacaciones escolares, fiestas en el pueblo, días soleados... Ahora, a unos cuantos miles de kilómetros, este junio es otro, muy similar a los anteriores, pero diferente, con más horas de sol -sale a eso de la 6:30, para ocultarse pasadas las 21:00- casi quince horas, lo que conlleva noches muy cortas, menos de ocho horas de oscuridad.  Como fecha de inflección el 21 de junio, el solsticio de verano, marca el momento en que los días empiezan a acortarse de nuevo se alargan las noches y así, hasta el año siguiente, para contemplar de nuevo el retorno del péndulo. 

Qué lejos estuve de estos cuentos, durante tanto tiempo, cuando los días eran más o menos iguales y el tejemaneje de las estaciones no formaban parte de ninguna rutina, solo eran ecos lejanos que traían los vehículos de entonces, los periodicos, la radio o la tv.  Ahora vivo las estaciones como parte de la cotidianidad, y percibo la vida del trópico através de los medios, que ahora son otros y los mismos; perduran los periódicos, la radio y la tv, pero me llegan por medio del PC, que aún no me mueven las tabletas ni los telefonos intelegentes, pero llegarán, no hay vuelta de hoja.

Junio, mitad de año, calor en escenso, ayer, domingo once, marcó 34 ºC en Valencia, y el verano aún no inicia, le falta unos cuantos días, pocos, pero no es la hora aún.  La playa hace su llamada con el rumor de olas, años atrás las playas del Santodomingo quedaban más lejos, su romor era y es otro, más cantario, menos monónono, sin sombrillas ni tumbonas de alquilar; con una piedra era suficiente para tomar el sol y dejar pasar el tiempo.  Claro que a sus orillas no llegaba el tranvía, de eso ni en Cartagena, como dice la canción, tampoco el autobus; el camino de ida y vuelta, a pata, voliando quimba.  Recuerdo el desgano que generaba la subida después de una tarde de baño, puede que la vena poética se nos inflara, pero el ánimo estaba más abajo de la jarretes cuando de iniciar el regraso se trataba, Calarcá cerca, pero ese primer tramo de subida la hacía distante, sin olvidar que pasada la variante teníamos otra subida igual o más empinada y creo que más larga, esto último válido para los que subíamos hasta el Veinte de Julio, por la 35.

Ya llegan la fiestas al pueblo, con su vociferante concurrencia y sus martirizantes estruendos, desfiles, cabalgatas, yipaos y demás, no faltarán las reinas ni quienes las coronen, tampoco los trofeos, medallas y demás reconocimientos anualizados, autoridades de todos los colores y sabores y para todos los gustos, que el festejo es grande y no puede desaprovecharse.

Que lejos quedan ahora todos esos ecos, pareciera que se puerden entre el rumor que traen las olas, mientas dejo mis huellas en las arenas de la Malvarrosa...

miércoles, 23 de mayo de 2012

Salvando las distancias

Recordando a Heráclito y su sentecia, que no nos bañamos nunca en el mismo río, bueno, algunos pierden la costumbre de bañarse, pero el río sigue; y tal parece que en el que nos ha tocado remojarnos en esta media centuria ha sido igual o más torrentoso que nunca.  Sólo tenemos que mirar hacia cualquier lado para percibirlo.

Una generación testigo de cambios a velocidad pásmosa, cuando nos llegan las novedades, hace rato que la obsolescencia ya las ha consumido -la paradoja del comprar usar botar-.

Por las empedradas, que no pavimentadas, calles de Anserma Caldas, donde viví mis primeros diez años, era común ver niños descalzos, lo mismo en la calle que en la escuela,  por lo general íbamos de pantalón corto y no era extraño llevar un buen remiendo en los pantalones -atrás, reforzando las posaderas-, la televisión apenas despuntaba y eran pocas la casas donde tenían dichos aparatos.  En premio al buen comportamiento de la semana, nos daban permiso para ir los sábados a ver Cóncéntrese a la casa los Pompi.  En algunas casas la tv estaba en la sala, que daba a la calle, y cuando dejaban la puerta abierta uno aprovechaba para sentanse en el anden y a través de los chambranas, disfrutar un rato de tan novedoso embaleco.  Imagino que esta actividad contribuía a que se nos acabaran los pantalones "por donde se rompen las ollas"  incrementado el humilde oficio de nuestras madres de agregar los consabidos remiendos, para alargar su vida útil.  Lo que si teníamos en casa era un radio Philco, lo recuerdo bien, verde y crema, se encendía y tardaba un poco en calentar, pero funcionaba a la perfección, sobra decir que era de tubos.  Similar al que muestro a continuación, pero verde no negro.



Pero todo dió un giro en febrero de 1971, cuando mis padres dicidieron reintalarse en Calarcá, no habían calles empedradas, aunque sí calles en tierra y muchas, Calarcá un pueblo muy plano en comparación con anserma-faldas;  en la escuela no había niños descalzos y la inmensa mayoría llevaba pantalón largo, ese año yo era una de las pocas excepciones en la escuela Santander con las piernas al aire.  Y de remiendos, poco, casi nada...

El cambio se hacía mas evidente cuando escuchaba a los compañeros hablar de cosas de las que no tenía ni idea, personajes y situaciones que no singnificaban nada, perfectos desconocidos.  Con el paso del tiempo, empecé a comprender que los temas de conversación versaban sobre programas y series de la televisión, que seguiría siendo una desconocida en nuestra casa, hasta bien entrado en el bachillerato.  Así las cosas, con solo desplazarnos unos cuantos kilómetros, no mas de doscientos, el río se hizo más ancho y espumoso.

Ahora bien, cuarenta años después sin Iphones, blackberris y demás perendengues, las nuevas generaciones, los nietos de mis compañeros de bachillerato, que en 1978 salimos del Colegio Robledo, lo mismo en Calarcá, que en Anserma o Bogotá, para no salirme del pais, no podrían vivir.  turbulento el río, eh!!! 

miércoles, 16 de mayo de 2012

¡El cero absoluto!

Vaya, que hoy si la tenemos complicada, el cero absoluto, ese que en alguna ocasión nos pudo haber adornado alguna hojita devuelta por un sonriente profesor...

Bueno, eso de absoluto puede que no tenga mucho que ver, al fin y al cabo, terminaría computándose con otras notas, que, sumando, darían algún valor menos absoluto...

Claro que recibir un cero, no era ni es agradable, en absoluto, al menos el uno (1) ya representa valor, pero es que el cero...

Estas eran las insondables vicisitudes a las que tratábamos de sobreponernos en nuestros años estudiantiles, porque al final lo imprescindible era ganar cada materia y "pasar el año", hasta nos perdonábamos alguna habilitación, con tal de pasarlo.  Ahora bien que si en medio del agitado caos de exámenes y evaluaciones que rondaban nuestras clases cotidianas algo se nos quedaba en la mollera, pues mejor!

El lunes pasado, 14 de mayo, por el canal Odisea, pasaron un programa que llamó mi atención, claro que cuando la atención llegó, ya el programa estaba avanzado, así que lo tengo incompleto, el programa.  "El Valor de un Grado", como bien su nombre indica, trata de un grado, y su valor.  Cuándo costó el grado?  pregunta errada, sin costo, es valor, y no es el grado, es un grado

Empecemos entonces por la pregunta necesaria ¿Qué es un grado?  Los hay que se llaman Kelvin, también Celsius y Fahrenheit.  Como ejemplo práctico, y, según creo, la fuente para la determinación de las diferentes escalas -pildoritas para la memoria- tenemos que la congelación del agua y su punto de ebullición son: 273 y 373ºK, 0 y 100ºC y 32 y 212ºF.  Quiénes inventaron estas mediciones, pues me imagino que tres señores con idem apellidos, como es costumbre; pero si ya había una que funcionaba, para qué crearon las otras?, cosas de la ciencia y del ego de l científicos, bueno quizás no.

En todo caso, eso de los grados nos lo refriegan a diario los hombres y mujeres del tiempo, ahora recuerdo al primer hombre del tiempo televisado en Locombia  (Max Henríquez...), pero cuando hablan de temperatura en Colombia, lo mismo en España, lo experesan en grados centígrados, que por lo visto equivalen a los grados Celsius, solo que con distinto nombre (porqué el cambio de nombre?), pero cuando nos hablan de los amigos del norte de América, por esas tierras hablan en Farhenheig -cosas de gringos-.

También los ángulos tienen grados, pero cómo se llaman?, el cuento en la Geometría Euclidiana es otro paseo y no hay tiempo, espacio ni memoria para ello.  Además,  los militares, policiás y hasta los profesores tienen su grado.  Entonces, ¿qué es un grado?

Ahora bien, quedándonos con la medición de la temperatura, para evitar enrredos, una cosa es el grado y otra su valor, lo que nos llevaría a inmiscuirnos en cuentos refinados que no perduran en la mollera de este servidor, y como en la web todo se haya, pues a quien le pique la curiosidad, que busque... Y no es que pretenda salirme por la tangente, faltaría más, lo que pasa es que meterme en cuentos de la termodinámica me escuese; mi contacto con la física no pasó de los dos años finales de bachillerato, donde, además de sufrir unas semanas con un profesor de cuyo nombre no quiero acordarme, pero del que no olvido que nos llevó a comprar la Física de Michel Valero, tuvimos la fortuna de su irremplazable reemplazo, Olguita, y para qué extendernos, que no nos perdíamos sus clases, así no aprendieramos nada... y mal haríamos al culplar de ello a la profesora, o sí...

Terminemos, a los que vinimos, el Cero Absoluto, que está determinado dentro de las escalas arriba mencionadas con 0ºK, -273ºC y -460ªF;  allí no hay movimiento ni calor, ¿será que hay mataria?.

Los dejo, espero que no fríos, tampoco acalorados, a temperatura ambiente, para que sigan con sus vidas, ya tan alejadas de los días del Colegio Robledo de Calarcá, como lo está 1978 de este 2012 que se acerca a la mitad.  Abrazos y recuerdos para todos.