lunes, 24 de octubre de 2011

Calculo, luego existo.

Después de treinta y tres años, volver sobre los pasos es un ejercicio que hasta puede resultar entretenido; ¿Qué haciamos los futuros bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, a finales de octubre de 1978? A más de asistir a las clases que aún nos quedaban pendientes y dar la lora, porque es eso éramos expertos, recibíamos los resultados de las pruebas del ICFES y con ellas especulábamos sobre las posibilidades que se nos abrían, o cerraban, según los numeritos obtenidos; es decir, estabamos en lo de definir nuestro futuro, los pasos a seguir, que unos al servicio militar, otros a continuar estudios, los menos a trabajar, o buscar trabajo, que no era, no es, ni será nunca lo mismo; pero muchos, no sé si la mayoría, sólo estabamos en función de terminar el año, calcular si podríamos ganarlo y ya se verá, que para eso siempre hay tiempo, más aún cuando no se tienen veinte años.

Y digo lo de calcular, porque el cálculo era algo determinante para el grupo, el cálculo, sí; la mayoría no teníamos seguro si ganaríamos cálculo. Después de los conatos de huelga y fallidos intentos de cambio del proferoz, para recordar el término utilizado por un comentarista de este blog, casí todos la teníamos perdida, con excepción de JOTA, claro, y algún otro afortunado. Quien más, quien menos "todos necesitábamos nota" que a esas alturas del partido ya era demasiado.

Así que nos tenían de las pelotas, literalmente. Pero la suerte no estaba echada todavía, aún podíamos resolverlo, como se resuelve cualquier problema de cálculo, precisamente, y como en ello era en los que fallábamos, pues vuelta a empesar. No sé cuantas pesadillas pudimos tener en ese final de año, pero lo cierto que lo superamos, terminamos "ganando la materia" y graduándonos.

Imagino que tuvo mucho que ver la benevolencia del profesor Cardona, depués de habernos gozado durante buena parte del año. No alcanza la imaginación para saber cómo se reiría de nosotros, cómo nos gozaría viéndonos metidos en semejante berengenal en el último perído, del último año de nuestros estudios secundarios. Que los superamos, sí; cómo, no me atrevo a precisarlo, pero lo cierto es que muchos salimos escaldados. Lección aprendida.