jueves, 30 de octubre de 2008

El saco a cuadros

Con esta foto no pretendo "publicarme" en plena juventud y hasta con pelo, no. Si me he tomado el trabajo de ubicarla, escanearla, guardarla y luego subirla al blog, es para refrescar la memoria de mis muy queridísimos compañeros del andazas del Colegio Robledo de Calarcá, bachilleres de 1978, por cierto.

Recuerdan la tragedia de ir a Armenia, al pasaje Bolivar, a tomarse una fotografía y le salían a uno con que tenía que ponerse una camisa blanca y un saco a rayas, después de que ya un sinnúmero de parroquianos habían usado -y abusado- de las consabidas prendas?.

Y que tal el mosaico? todos con el famoso saquito a cuadros, con una sóla excepción, que no recuerdo quién; alguién que escapó de la sórdida y rayada trampa que nos tendieron en el mencionado pasaje.

A dónde fue a parar el mosaico? Alguien conserva al menos una imágen de él? Que bueno sería poderla rescatar y subir a este blog.

Ahí les dejo la tarea, y gracias por anticipado.

lunes, 27 de octubre de 2008

Sobre otros nombres - Sobrenombres.

Poncho, conejo, lifer, burro, caretierra, chucho, pacho, pato o estribo, feo, table, toto, la nueva estrella de las canciones, niñodios, Guilligan, PTT, comadrejo o abismo, cupis, gilepo, pescao. . .
Seguramente la lista era más larga, pero los que recuerdo de momento son esos.
No sé quiénes sigan arrastrando con el remoquete, aparte de PTT, a quien por cercanía y trato sigo llamando de esta manera, y no sólo yo, de eso puedo dar testimonio. Ahora bien, que cuando hacemos remembranzas con otros del 78, ineludiblemente nos referimos a los diferentes personajes por su segundo o tercer nombre, que en la época del colegio fue el primero. Lo que me lleva a pensar que al menos en la memoria de los bachilleres de 1978 del Colegio Robledo de Calarcá, los apodos prevalecerán para eterna memoria.
Sí, ya sé que ahora son todos unos señores, muchos con altos títulos académicos y reluciente historíal profesional, otros esposos y padres; abuelos? es probable; por lo que que no será fácil encontrarnos con el abogado, médico o qué sé yo, con el abuelito en compañía de sus dos nietas, y soltarle a bocajarro el remoquete que con tanto cariño le rallábamos en los años de Colegio. Eso sí, tengo la plena seguridad de que no podremos apartarlo de la mente y en algún momento de una hipotética charla, una vez superada la distancia que impuso el tiempo transcurrido, saldrá de forma natural, sin estridencias ni solapamientos, a lo mejor en la despedida: bueno pescao, nos vemos. . .

lunes, 13 de octubre de 2008

Doce de octubre

Según nos enseñaron en la escuela y el colegio los diferentes profesores, docentes o maestros (que cada quién se cuelgue lo suyo), en esta fecha del lejano 1492, don Cristóbal o Cristóforo, que ya empezando por el nombre comiezan los problemas, y no se diga del apellido y más aún de su origen (que si portugués, italiano-genovés, o español, catalán para más veras), lo cierto del caso es que el tal personaje como que sí llegó a las Americas, que en ese entonces de Americas no tenían nada, porque, según dicen, fueron las Indias Occidentales del momento, por confusión, yerro o equívoco -por lo que los indios americanos ni indios ni americanos, eran ellos, y ya.

Ya podemos vislumbrar cómo desde ese gris amanecer las cosas para el "nuevo mundo" no pudíeron ser peores, los que llegaron no tenían como destino esas tierras y nadie los invitó, sin embargo llegaron, se quedaron y se hicieron dueños, amos y señores . . . bueno, es una historía bastante conocida y tergiversada, donde cada quien cuenta lo que le conviene; y claro los escribientes pertenecían al bando invasor, así que no pueden ser muy fidedignas sus versiones.

La espada y la cruz se alían para cometer una de las más grandes ignominias que ha vivido la humanidad, que no la única, Africa y Asia también cuentan sus historias, lo mismo que los pueblos europeos, cada uno en su momento. Y es de nunca acabar; para muestra un botón, la historia reciente, el siglo veinte y sus dos grandes guerras, y las del caúcaso, que siguen vigentes, lo mismo que en medio oriente, y otras tantas desperdigadas por toda la esfera - pareciera que nadie se salva.

Pero no divaguemos, los doce de octubre, dia de la raza, día del árbol, ahora día de la hispanidad, y no sé qué otros eufemismos, se celebran con bombos y platillos, se hacen desfiles y se izan banderas y no hay que ir a estudiar.

Para los estudiantes eso siempre ha tenido mucha importancia y más aún si era un martes o un jueves, porque como aún don Emiliani no había legislado al respecto, teníamos un largo puente festivo, nada más y nada menos que cuatro días para dedicarlos a lo que mejor sabíamos hacer: Cualqueir cosa con tal de no ir al Colegio. Y efectivamente en 1978, los cuasi-bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, disfrutamos de un feliz puente, porque gloriosamente el 12 de octubre cayó un jueves, así que pudimos olvidarnos de los problemas de cálculo, que fueron algo más que un problema, al menos hasta el lunes 16.

Y retomando aquello de no ir al colegio o no estudiar, para ser más claros, cuántos de los treinta y tantos bachilleres del Sexto A, han olvidado la semana que dedicamos a pintar el tablero? Eso sí, nos quedó verdecito y el brillo caracteristico que impedía ver lo escrito desde los lados del salón o aula se perdíó para siempre, o al menos por el resto del semestre. Y después que no digan que eran ganas de mamar gallo, de perder el tiempo o cosa por el estilo; nos acompañaba un profundo sentimiento pedagógico, de ahí que nos empeñásemos en mejorar las herramientas didácticas de nuestro querido Colegio.

Alguién da más?