martes, 1 de diciembre de 2009

Buenas intenciones

De eso estamos siempre llenos, de buenas intenciones, pero nos quedamos ahí, en las intenciones, que, por buenas que sean, son insuficientes. Claro que tener intenciones y de las buenas es preferible a carecer de ellas o "tener negras intenciones"
Pero, a qué viene esto a estas alturas del año? -ya iniciado el último de la primera década del nuevo milenio- (y que conste que no voy a entrar en discuciones sobre el año "0" ni demás perendengues calenderiescos) digo, reitero, a qué viene todo esto? trataré de explicarlo.
En diciembre de 1978, después del día 12, nos desperdigamos, y fuimos perdiendo contacto -como galaxias en el infinito- claro que no del todo ni todos. La diáspora se fue consolidando y estoy casi seguro que no ha terminado, así haya retornos, y reencuentros esporádicos. Así que los Bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de aquel año, como los de las demás promociones, cumplimos y nos fuimos, no sólo del Colegio, sino también de nuestras casas y de nuestro pueblo, dejando atrás familias, amigos y recuerdos, parte de la vida.
Lo primeros desetores fueron los que sintiendo el llamado de la Patria marcharon al MAC, para cumplir con el Servicio Militar, seguidos por los que iniciaban estudios universitarios el otras ciudades, y por los que no podían faltar en provincia, los que fueron a buscar oportunicades a otras tierras. Cuántos de los setentaytantos formaron el primer contingente? Vaya pregunta, si alguno tiene la respuesta la espero (claro que esperar respuestas en este blog, es lo más optimista que se puede ser...), pero la marcha no se detuvo ahí, poco a poco, con el pasar del tiempo fuimos dejando a Calarcá sin nosotros ¡Imagino cómo nos llorarían!. Entonces surge la pregunta contraria, cuantos de esos bachilleres permanecen después de esta treinta y una en Calarcá?
Aunque puedo estar equivocado, me parece que estos son algunos de ellos,: Alfonso Alzate C., Luis Fernando Bermúdez, Luis Carlos Castillo, Francisco José Duque V., Albeiro Fajardo, Gregorio Moreno, Pedro Einer Ocampo S., Alvaro Ortíz D., Edison Puentes, Carlos Arturo Zuluaga M. Alberto Campillo P., José Gilberto Caro C., Fernando Flórez M.
La lista estará incompleta, de eso no hay duda, porque de los años trascurridos, gran parte de ellos los he vivido fuera, con algunas estancias cortas, relámpago, para visitar a mi familia; así que la información se va perdiendo. De todas maneras sería bueno actualizar el inventario, ahí le dejo la invitación (OJO, los que viven en Armenia no cuentan, que no se cuelen, que Armenia no es Calarcá, eso lo hemos tenido siempre Claro).
Pero volviendo al Tema, al de las intenciones, la verdad es que eran muy buenas cuando empecé este blog, va a hacer dos años. Y estaba convencido de que ibamos a conseguir contactar con la mayoría de los convocados, antes de cumplir las tres décadas de hacernos bachilleres, pero los resultados no saltan a la vista, los logros han sido bastante pobres hasta la fecha, de la tarea no se ha cumplido una mínima parte y el tiempo siguie corriendo.
Será posible continuar?
Será que volvemos a llenarnos de buenas intenciones y continuamos?
. . .

viernes, 6 de noviembre de 2009

ONCE DE NOVIEMBRE

Bueno, un poco antes, no quiero dejar que las entradas queden circunscritas a las "fechas patrias", terminaríamos escribiendo cada no sé cuanto y dado que hay fechas tan confusas en nuestro calendario, más ahora que Emiliani manda hasta el lunes y poco se sabe a qué celebración corresponde ese féliz lunes de puente, pues podría hasta perderse el rastro.

Qué se celebra o conmemora los once de noviembre? El Reinado de la Belleza de don Raimundo, el hijo de doña Entera, y su corte de diseñadores, cartageneros todos ellos por vocación o adopción.

Cuántos recuerdan lo ocurrido en 1811 en la Heroíca? Y, a quién le importa? -con el perdón de los historiadores, claro esta- Será que en esta fecha asomarán a las ventanas de nuestras casas las tricolores que tanto nos significan? (y dele con las banderas!).

A propósito de fistas patrias, izadas de bandera y celebraciones, si mal no recuerdo, en el Colegio Robledo de Calarcá, se pasaban por alto todas estas fechas, no había actos conmemorativos ni cosa por el estilo, al menos hasta 1978, depués no lo sé, es posible que puede que tal vez quien sabe. . .

Lo cierto es que los bachilleres de 1978 podemos dar fé de no haber contado entre nuestras huestes a ningún miembro con banderita en el pecho, puede que tuvieran alfileres, algunos eran muy punantes, pero de banderitas nada.

Ahora bién, de haberse dado este feliz acontecimiento, a cuál de ellos se le habría entregado el honor de representarnos es tan digna faena? No me vengan ahora a decir que a Jota, porque sería demasiado obvio.

Un abrazo a todos.

martes, 13 de octubre de 2009

OTRO DOCE DE OCTUBRE

Otra vez la controvertida fecha pasa por el calendario y la vida sigue, como normalmente sucede. Claro que las cosas han cambiado, y seguiran combiando, como tambien suele suceder, ya lo sentenció Heráclito.

Y, ¿qué ha cambiado en esta larga treintena?

Empezando por nuestros rostros, nuestros estados civiles, nuestros oficios y cotidianidades; para no entrar en aspectos extrógenos: Que la tecnología, la sociedad, la vida. . .

Hablando ayer con mi madre, me contaba que en Calarcá los 12 de octubre ya no se exhiben banderas tricolores en los balcones de las casas, como solía hacerse tiempo atrás; lo que debe dejar bastante deslucida la celebración, conmemoración o como quiera llamársele.

Creo recordarme caminado por Calarcá, en una de estas "fiestas patrias" bajo balcones bañados en el amarillo, azul y rojo que nos simboliza, no puedo recobrar para la memoria la sensación de esos momentos, pero ahora los recreo con un especial sentimiento. A mí que no me sirvan el doce de octubre sin banderas jugando con el viento en los balcones; es parte de la festividad.

Ahora bién, que si los sentimientos no dan para celebraciones, entonces que se le cambie el color a la fecha en el almanaque, que pase a ser como los demás días, del mismo color y laborable. Claro que con ello no se cambiará la historia, ni se alterará la esencia mestiza de nuestra naturaleza, la combinada sangre que por nuestras venas corre, ni lo que somos como pueblo.

Quiérase o no, por estas calendas hace quinientos y tantos años, don Cristoforo pisaba suelo extraño y desencadenaba lo que ya sabemos, de los cual, finalmente, somos el resultado.

Pareciera que estoy disvariando, mejor guardo silencio y termino esta nota saludando a los bachilleres de 1978 del Colegio Robledo de Calarcá, que muchas veces en el correr de sus días juveniles participaron de las celebración del entonces día de la raza o del descubrimiento de América (Cómo lo llaman ahora?). Y me pregunto, quiénes de ellos aún dejarán que las banderas salgan de sus refugios para jugar al viento mientras el doce pasa. . . ?

viernes, 18 de septiembre de 2009

Roma y la memoria

De las clases de geografía de don Gonzalo Gutiérrez y las de historia de don Herman Montes (por allá entre segundo y tercero de bachillerato), algo nos debe haber quedado en la memoria, cómo los accidentes geográficos que con tanto énfasis nos describiera don Gonzalo: La península de Kamchaka, o el estrecho de los Dardanelos y el mar de Mármara -para mencionar sólo algunos- lo mismo con las lecciones de historía, de las que tengo menos marcas.

Visité Roma la semana pasada, en plan familiar, y claro los referentes obligados: El Coliseo Romano (del que todos hemos oído hablar y visto en fotografías y a través de documentales y películas) Los vestigios arqueológicos de la Roma antigua, con sus referencias y reseñas (para turistas, el debil esbozo de un rico pasado), monumentos alusivos a la historia reciente, como los de Vitorio Emanuele y Urbano I, que suenan a chino, porque de ello ni idea; también El Vaticano, con sus museos y Basílica.

Sin dejar de lado la archifamosa Fontana de Trevi, llena siempre de gente en plan fotográfico, porque la fotográfía ahora se ha vuelto plaga en todas partes, con el recurso digital, se ha masificado de manera estruendosa.

Traté de recuperar algo de lo que nos contaban en esas clases, pero la memoria engaña, te revuelve clases, libros, artículos, películas, documentales, noticias y no sé qué más cosas, formando una maraña indescifrable, no pudiendo aclarar si esta o aquella pertenecen a ese o a aquel; entonces, para no morir en el intento, lo dejé así. Lo tengo claro, algo nos debieron contar de Romulo y Remo, de los Césares, del Imperio y su caída, de los Papas, lo mismo que de los acontecimientos que marcaron el siglo XX y que terminaron haciéndo de este mundo lo que es hoy geopolíticamente.

Y a qué viene todo esto?

Pues es la mejor manera de justificarme por la ausencia, contarles que por estar viajando y departiendo con mi hermana y su hija, hasta me estaba olvidando del blog, pero que una vez regresado a Valencia, todo vuelve a su curso y retomo las tareas y compromisos, como este que me he impuesto para con los bachilleres del Colegio Robledo de Carlarcá , de 1978.

NOTA FINAL: Un más de la lista: He ubicado a Luis Fernando Marín Garcés, "El Mono Marin" como siempre se le ha referenciado, imagino que para diferenciarlo del otro Fernando Marín "Pepillo" que no es que fuera muy rubio que digamos. Lo pude contactar vía telefónica, quedándome pendiente su dirección de correo. Vive en USA, lo mismo que Carlos Mario Vargas A. y José Jesús Arbeláez M. ¿Cuántos más de la lista vivirán allí?

martes, 25 de agosto de 2009

1978 -Y DELE CON LO MISMO-

Pero si no puedo ni quiero, simplemente es la razón de ser de este entuerto llamado Blog.


Como ya lo sabrán algunos, la delegación Calarqueña en España está llamada a reducirse, no por motivos económincos, a pesar de la crisis; si no por otros de mayor calado. Ahora bien, que no será la primera baja, de eso puedo estar seguro a pesar de no disponer de datos, y no tendría mayor relevancia, ni ocuparía espacio en este esperpento, pero como el autorepatriado fue bachiller del Colegio Robledo de Calarcá, por allá en 1978, no hay remedio, imposible ignorarlo.


Efectivamente, nos deja el Padre Camilo, después de haber trasegado por difertentes caminos peninsulares, con estancías en Madrid y la Seu D´Urgell -y muchos otros sitios, no sólo de España sino de vecinos paises. Fue muy grato tenerlo en Valencia en la Fallas del 2007.


Camilo Augusto Sánchez Herrera, feliz viaje y mejor estancia.

martes, 18 de agosto de 2009

9´58´´

Sí, fueron nueve segundos cincuenta y ocho centécimas . . . y el personaje siguió su carrera, no se detuvo. . . y el estadio atronó en celebración de lo acontecido. Berlín, 16 de agosto del 2009.

. . .

viernes, 24 de julio de 2009

CASAS VISITADAS

Hoy es viernes, y Valencia amanece con unos agradables 28 grados, después de los 42 que marcaron ayer los termómetros se siente hasta fresquito; lo que son las cosas. . .

Pero hoy, viernes, me he levantado con un tema atravesado en el pensamiento, mientras conducía con rumbo a la oficina, hacía remembranza de las casas de los compañeros que frecuentaba durante la época de estudiante, en el Colegio Robledo de Calarcá, de donde nos sacaron (literalmente hablando, o escribiendo) como bachilleres en 1978.

El inventario es pequeño, repasando la lista me encuentro con visitas a las casas de:

José Jesús Arbeláez M. No es que fueran muchas las veces, y creo recordar o imaginar que las visitas tenían carácter estríctamente estudioso (alguna tarea, una explicación pendiente -nos gustaba aprovechar las habilidades y capacidades de Jotica, pero sin abusar, valga la aclaración-). En más de una ocasión me vi camino del barrio el Cacique, donde también vivía un segundo personaje de esta corta lista:

Wilson Jairo Escobar F. No sé decir cuántas veces la visité, pero si puedo recordar que en una de esas pocas veces fuí testigo presencial de una de las disparatadas actuaciones de nuestro compañero Gustavo Buriticá, quien, como recordarán estuvo desconectado de la realidad las semanas finales de nuestra aventura conjunta en el Colegio -es posible que los desconectados fuesemos otros-. Lo cierto es que estando en la casa de "Facio" entró Gustavo "como Wilson por su casa" diciendo que iba a echar unos pescados en el tanque (del agua), pero lo que yo alcancé a ver entre sus manos fue una bolsa plástica con agua bastante oscura, de dudosa reputación y origen, por lo que advertí a Wilson para que actuara en defensa del depósito de agua, el cual creo que alcanzó a salvar de la gustavesca contaminación.

Lunes 27

La Casa de Gustavo Buriticá la frecuenté, los vínculos tenían tintes cuasi-familiares, pues tanto mi madre, como doña Florisa, compartían actividades artesanales, así que por una u otra razón terminaba llendo al barrio las Ferias, frente a la escuela Román María Valencia.

También iba a parar a la casa de Edison Puentes, en la calle 35 entre carreras 25 y 26, pero no por razones académicas propiamente dichas, mas bien creo que los motivos eran algo mundanos, propios de los estudiantes que a más de asistir al Colegio, hacen de todo, menos estudiar.

Donde Jorge Fernando Laverde Q., en la calle 46, también me soportaban, allí fuí un poco más asiduo, compartía con Jorge la afición por el balón de baloncesto (porque para este deporte, ni estatura ni habilidades), y dedicabamos buena parte de nuestro tiempo a jugar en la cancha del colegio, muchas teintayunas, algunas bajo el agua, quién ganaba más?, no lo recuerdo -a lo mejor porque yo era el perdedor.

Una casa que también frecuentaba, por razones académinas y familiares, era la de Fernando Ramínez Salcedo, su padre Gérmán primo de mi madre. Así que a la carrera 25 con calle 43, llegaba con mayor descaro y con más recuencia, a pesar de no compartir aficiones deportivas; Fernando le daba al balonpié y la fisiocultura -recuerdo que seguía los ejercicios de Charles Atlas- en cambio yo en eso de la fisio, pura incultura, escasamente mantenía el esqueleto erguido, y eso no ha cambiado mucho en la treitena transcurrida.

Otra de las casas donde fui asiduo por algún tiempo, en la carrera 24 con calle 38, fue la de John Jairo Peláez F. fueron muchas las veces que me dejé caer por allí, hasta que por alguna de las tantas tonterías que cometemos en nuestro años mozos, nos distanciamos, y hasta el sol de hoy. Porqué terminamos peleados? Otras respuesta que la memoría se niega a recobrar, no puedo ser por algo transcendental, pero los años han pasado. . . y siguen pasando, y pesando.

Finalmente y para no alargar más el tema, las casas de Camilo Augusto Sánchez H., Carlos Alberto Villegas U. y Carlos Mario Vargas A. más que frecuentadas fueron invadidas. Y la invasión duró mucho más allá del final del 78, Doña Belisa, Doña Graciela y doña Pastora, más que paciencia, creo que resignación tuvieron para conmigo, casi a diario invadiendo los ambientes familiares. ¡Pesadito el muchachito!. Si hasta la última motilada del bachillerato me la hicieron en casa de Carlos Mario, por cuenta de su hermana Cecilia.

Sé que en alguna otra casa pude dejar mis huellas, pero no tanto como en las referidas, ojalá el paso de los años hallan contribuido para que en el recuerdo no pese tanta mi presencia pasada.

miércoles, 15 de julio de 2009

POBRE DE MI

Para lo entendidos las palabras sobran. Pero como puedo adivinar que los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978 no tienen muchos nexos con las fiestas sanfermineras de Pamplona, pues ahí les va el siguiente vínculo, para que después no digan que les hablo en chino -o en euskera- que es una de las lenguas de los festejantes.

http://www.sanfermin.com/old/guia/pobredemi.shtml


No creo que el sentimiento de los pamploneses pueda compararse con la de los calarqueños cada 29 de junio, pero algo habrá que permita su entendimiento. Recuerdan mis excolegiantes las fiestas aniversarias de Calarcá de 1978, con kioskos en los alrededores de la Plaza de Bolivar, música que era imposible individualizar y, claro, a La Docena Juvenil?

martes, 30 de junio de 2009

¡JULIO!

Claro que no he olvidado que aún nos quedan unas horas para que termine el mes que precede a JULIO, vaya, que tiene gracia; tiene encanto y algo más:
Cómo explicarlo. . . JULIO tiene El Tour de Francia, con transmisión en directo por TV, además de los Sanfermines, de Pamplona, también con transmisisón por TV, cada mañana a las 8:00. es también el primer mes veraniego y vacacional de hemisferio norte, lo que se traduce en días de más de quince horas de luz, por estas tierras mediterráneas, así que la tentación de la playa es cada día mayor -hasta que nos dejamos arrastrar por ella y terminamos con arena hasta en el pensamiento.
Ya el año pasado hacía alguna alusión a lo del Tour, he de confesarlo, me encanta dormitar al son de las transmisiones, si, dormitar, las más de las veces los párpados terminan vencidos por la fuerza de la gravedad. Pero bueno, la disculpa está más que justificada, cada tarde, después de comer (almorzar colombianamente hablando) , sobre las tres y media o cuatro ciclismo con somnífero, y ello durante tres semanas (no sé aún cómo me soportan en la casa).
En cuanto a los Sanfermines, el cuento es bien distinto, a las ocho en punto de la mañana, desde la Capital del Reino de Navarra, transmisión en directo de los encierros, en esos no me duermo, no hay riesgo, sólo duran cuatro o seis minutos cuando mucho y ya estoy bañado, desayunado y vestido; listo para salir para el trabajo (de lunes a viernes) y me dejo llevar por los carreras, los cuernos, las caidas y lo mejor de todo: Las envestidas, quinientos kilos de empuje sobre el fulano que no pasa de ochenta, el resultado es previsible, hagan cálculos. . .
Buenos, queridos compañeros de trajin robledista, bachilleres de 1978, calarqueños y demás, no me juzgueis con precipitud, ruedas y cascos tiene su encanto.´

lunes, 22 de junio de 2009

¿Estará Guilligan en su isla?

No estoy muy seguro, pero quizás fue en alguno de los campeonatos departamenteales de baloncesto que se celebraban en la, entonces, Escuela Atanasio Girardot, donde a Carlos Mario Vargas, le colocaron el apodo de Guilligan, rememorando al famoso personaje de televisión. Esa serie gringa que aún disfrutábamos en los tiempos del bachillerato. Años ya lejanos en los cuales la televisión en color estaba apenas en pañales y sólo algunos “niños bien” del pueblo, como Luis Fernando Zuluaga la tenían en sus casas, en la Calarcá de finales de los años 70.

Pero ese era el apodo su apodo más popular de los últimos años de Bachillerto. Porque el sobrenombre con el que lo recordamos la mayoría de los que estudiamos tercero A en el Colegio Robledo era “El arrancayucas de La Bella”. Para ser más exaxtos un apodo que compartimos con él.

Aunque no tengo el recuerdo preciso del primer encuentro, puedo asegurar que a Carlos Mario, lo conocí en la concentración rural agrícola Baudilio Montoya, colegio semioficial del comité departamental de cafeteros al que me ingresaron mis padres por temor a las recurrentes huelgas en el Colegio Robledo.

Aprovecharon que la abuela Inés Londoño tenía una finca en la vereda el Danubio y arguyeron mi condición campesina. El colegio Baudilio Montoya, llevaba o lleva, creo, el nombre de ese poeta que marcó mi inclinación literaria. Tenía unos profesores de leyenda, don José Jota Bustamante, entre ellos. Un viejo bello y altivo, nimbado por una cabeza alba, que tenía un lejano parentesco con mi familia. Además de vicerrector académico, era el profesor de español y con él recuperé el amor a la literatura que ya había sembrado en mí, el abuelo Pedro Nel, pero que había enterrado en quinto de primaria el profesor Wilson Galvis.

En ese colegio, conocido coloquialmente como el Colegio La Bella, se fomentaba además de la vocación agraria y la vocación del trabajo cooperativo, los altos valores desde una conciencia laica y libertaria. Recuerdo que en la cátedra de religión, se enseñaba precisamente eso exactamente: la historia de las religiones en el mundo y no la excluyente visión católica de la que participábamos, aún, la mayoría de los estudiantes. Y si mi memoria no falla, el nombre del profesor era Gildardo Botero.

Los viernes, en una plenaria democrática, sesionaba el colegio en un ritual simbólico que favorecía la expresión de los alumnos y el cultivo de sus talentos. En una de esas jornadas recuerdo que hicimos un número de payasos con Carlos Mario Vargas para representar a Primero A. Luego, nos atrevimos a declamar en público nuestros personales repertorios de poesía popular.

Carlos Mario tenía un catálogo de poemas del Indio Duarte que aflojaban las lagrimas y conjuraban los suspiros de los oyentes.

En un entrevero de gente, copas carteos y risas
Se desflecaba la tarde sacándole punta al vicio

En un tranquero del mostrador se desflecaba la tarde
sacándole punta al vicio (cito de memoria)

empezaba sus presentaciones Carlos Mario, con una dicción maravillosa acompañada de unos gestos armónicos que ponían en el escenario al guapetón del pueblo, a la mama regañona de “La guaja” o al campesino insumiso que increpaba a Dios por la maldad de los hombres que lo habían vuelto malo y le habían puesto dientes de lobo, a él que era un cordero.


Mi repertorio se apoyaba en la poesía popular de Juan de Dios Peza y de Baudilio Montoya que me había enseñado desde muy pequeño el abuelo pedronel.

Yo fui argonauta, fui en marinero de noble pauta que el horizonte miró pasar
Mi barco supo tumbos
violentos entre los vientos que despeinaban locos el mar.
Ciegos paises de cielos grises vieron mi planta de viajador
y trás el paso de cien desiertos, llegué a cien puertos
y en cada puerto tuve un amor (cito de memoria)

Ese ejercicio de saltimbanquis precoces, llamó la atención de Don Jose Jota y fuimos llamados a la vicerrectoria.

El viejo bello, que nos enseñaba la gramática a partir de las noticias de los diarios y de su personal antología de cuentos como “Que pase el aserrador” o “Pedro el leve” y a enamorarnos de la literatura a través de la buena dicción y los acentuación anímica del narrador y sus protagonistas, nos invitó a representar a La Bella, en la tradicional Semana Intercolegiada de la Cultura, en el Colegio San José. Y así empezó una amistad cómplice que nos llevo a participar en distintas actividades culturales y formativas. Entre ellas recuerdo su participación, en los tiempos del Colegio Robledo, en el Grupo de Formación Cultural Alfa, que creamos con Luis Fernando Londoño Daza; y una visita a la cárcel de Peñas Blanca en el “día de las mercedes” y la alegría de los reclusos con la representación de “El toque de queda” que dirigió un joven teatrero quindiano, quizás vinculado a la izquierda colombiana, de apellido Maecha.

En segundo año y muy a pesar de Jose Jota Bustamante y de doña Graciela, fui expulsado de ese colegio cuya la excelencia residía en el amor con que cada uno de sus profesores enseñaban sus materias: La Historia griega y romana reinterpretada en la voz del profesor Bonel, La Geografía colombiana en la didáctica de don Darío Montoya, El español en la amorosa actitud de Jose Jota Bustamante, La matemática en la claridad del joven Gildardo Valencia.

Otros fueron los motivos que obligaron a migrar a Carlos Mario. Si no me equivoco, fue el cambio de oficio de su padre que llevó a toda su familia a residir en la cabecera del pueblo: Doña Pastora, la madre; Wilmar y Cecilia, sus hermanos mayores; y una hermana menor casi contemporánea cuyo nombre mi memoria ya no registra.

Lo cierto es que los dos nos encontramos en el Tercero A del colegio Robledo, con una preparación superior a la de nuestros compañeros de pupitre. Y cuando algún profesor preguntaba algo, las manos culiprontas de los dos estudiantes de la Bella estaban levantadas para asumir la respuesta.

Para recordarnos nuestra procedencia campesina y con algo de envidia, nos bautizaron los Arrancayucas de La Bella. Y aunque el tiempo y la calidad de la enseñanza nos igualaron en notas e intereses, obtuvimos el mayor puntaje del colegio en los exámenes del ICFES. Puntajes inconcebibles para algunos compañeros que los explicaban desde la suerte de la prueba. Guarismos que superaron, incluso, a uno de los mejores bachilleres de todos los tiempos: el inolvidable José Jota Arbelaez, profesor, en la actualidad de una universidad norteamericana. Que no es poco mérito.

Con Guiligan compartíamos el disfrute juvenil de las despedidas interminables. A altas horas de la noche y sin otro motivo que la imperiosa verbosidad de explicarnos el mundo y darle sentido, nos acompañabamos hasta la puerta de la casa para despedirnos. Pero eran tal el número de preocupaciones que partíamos de nuevo a acompañar al otro a la puerta de su casa. Ensimismados en las comprensiones, recorríamos por enésima vez, con el lúcido ensimasmiento de los sonábulos, la ruta entre la calle 38 y el barrio de Las Camelias; hasta que la voz imperiosa de algún adulto ponía fin a las conversaciones pantagruélicas.

La dispersión de mis intereses me llevaron a jugar básquetbol. Sólo a practicarlo, señalarían con propiedad los integrantes del equipo Asterix. Carlos Mario fue invitado alguna vez a reforzar el equipo en uno de los tantos los campeonatos y se presentó con su estatura jirafal, sus manos largas y huesudas que abarcan bien el balón, un sombrero de pescador y un desparpajo para el juego, que recordaba a Gilligan, el personaje que citamos al principio de esta remembraza. De allí su segundo y más popular remoquete. Guiligan se convirtió en la esperanza para los asiduos espectadores de los campeonatos regionales que se realizaban en la cancha de la escuela Atanasio Girardot. Carlos Arturo Patiño, ahora gerente de Quindío Café y Sabor, podría ayudarme a precisar este recuerdo. Y cuanto se lo agradeceríamos desde su chispa humorística. El no solo, no me dejaría mentir, sino que acomodaría el relato a una forma tan real y jocosa que la verdad terminaría siendo la suya.

Guilligan se graduó con los honores del Icfes, se formó como Terapeuta en la Universidad del Valle y un día partió para los Estados Unidos. Desde entonces solo tengo noticias lejanas, como las tengo de Luis Fernando “El Mono” Marín, quien también habita esas tierras. Pero nunca olvido el banquete de información y de utopías que nos abrieron los ojos al universo de las preocupaciones adultas en las largas jornadas peripatéticas compartidas con Gilligan.

Ojalá él, u otro compañero de promoción, habitante o habitanta del Calarcá de entonces, me ayudara a precisar, ahora, esos recuerdos difusos que ya parecen entrar en el terriotorio de la mitología gracias la iniciativa de Luis Fernando Noreña.

martes, 16 de junio de 2009

Casi un mes

Sí, por un día no completo el mes sin escribirle a los olvidados y abandonados Bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978. . .

Jóder, cómo pasa de rápido el tiempo cuando uno está ocupado; bueno, no tanto como ocupado, digamos que dicipado en algunos menesteres menores (cambio de casa, o piso como dicen por acá por estas levantinas tierras; claro que cambiar casa implica reunir y recoger todas sus miserias, cargarlas -ayudado por algunos parroquianos ¡que nunca faltan!- transportarlas y luego descargarlas en el sitio preestablecido -cuarta altura, y sin ascensor- y ahí empieza lo bueno: Ponerse uno de acuerdo con la consorte sobre el qué, el cómo, en dónde y el cuándo, además de todos los porqués y sus respectivas consideraciones, para todas y cada una de las pequeñas cosas que hemos acumulado a través del tiempo: Desde la cama hasta la papelera, pasando por sillones, cuadros. . . Así que ya vamos en la tercera semana de esta mini tragedia de no sé cuántos actos y aún no termina.

Y como ahí no para la cosa, además de los menesteres diarios del trabajo, porque hay que trabajar, ahora ando en la renovación del permiso de residencia y trabajo, para lo cual debo tener el pasaporte al día -se me venció desde mayo- y claro el eficiente consulado de Colombia en Valencia me concede cita para abril del 2010, así que he dedicado más de media mañana del hoy para que me "ayudaran" a resolver el problemita, me dan cita para el 15 de julio, un mes de espera en lugar de diez. Ahora viene el cambio de registro en el Padrón municipal -porque en España hay que mantener actualizada la dirección donde uno reside en un registro oficial que se llama Padrón y para muchos trámites se requiere certificado de empadronamiento-. Además, nos queda actualizar la dirección en los bancos y demás sitios desde donde recibe uno correspondencia, cambiarnos de ambulatorio (centro médico), a la zona de la nueva residencia; y algunos otras nimiedades que no alcanzo a recordar de momento, lo que me lleva a treinta días de abandono casi total, y digo casí, porque la cita simpre estaba ahí, pendiente, llamando, haciendo señas desde el rincón, tratando de que le hicieran caso.

Hoy fue el día, un saludo a los contertulios que nos hicimos compañía, por allá en lo años mozos, entre cuadernos, profesores y clases. . .

lunes, 18 de mayo de 2009

Merio Benedetti



A TIENTAS

Se retrocede con seguridad

pero se avanza a tientas

uno adelanta manos como un ciego

ciego imprudente por añadidura

pero lo absurdo es que no es ciego

y distingue el relámpago la lluvia

los rostros insepultos la ceniza

la sonrisa del necio las afrentas

un barrunto de pena en el espejo

la baranda oxidada con sus pájaros

la opaca incertidumbre de los otros

enfrentada a la propia incertidumbre

se avanza a tientas / lentamente

por lo común a contramano

de los convictos y confesos

en búsqueda tal vez

de amores residuales

que sirvan de consuelo y recompensa

o iluminen un pozo de nostalgias

se avanza a tientas/ vacilante

no importan la distancia ni el horario

ni que el futuro sea una vislumbre

o una pasión deshabitada

a tientas hasta que una noche

se queda uno sin cómplices ni tacto

y a ciegas otra vez y para siempre

se introduce en un túnel o destino

que no se sabe dónde acaba.

NOTA No sé si pueda establecerse una relación directa, o al menos tangencial, entre el escritor, que acaba de dejarnos y los egresados como Bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá en 1978. Pero no pude evitar, a manera de imperceptible homenaje, publicar su fotografía y uno de sus tantos poemas...

jueves, 30 de abril de 2009

Abril se va. . .se fue

Como cada año, una vez cumple los treinta, nos deja, puntualito, no falla.

Y con abril se va el frio, al menos por este litoral mediterráneo español, ya la primavera toma forma y el calorcito se deja sentir, adios cobijas, mantas, abrigos, chaquetas y demás, ya casi es hora de la pantaloneta y las chanclas (para la playa, que me queda a 10 minutos en tranvía -y no es que pretenda despetar envidias, no, qué va; no va conmigo).

Así que bienvenido el buen tiempo, que es como solemos llamarle cuando la lluvia no es frecuente y el frío no nos acompaña.

Cómo cambian las cosas, hace treinta años los paseos acuáticos de los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá no pasaban del rio Santodomingo y, como mucho del Rio Quindío. No sé quiénes tendrían la fortuna de aventurarse por La Albania, que implicaba a más del transporte, el pago de la entrada.

Y como nuestra naturaleza era, y sigue siendo, algo silvestre, pues teníamos nuestros sitios de escape: El Morro y el cerro del Castillo, Peñas Blancas, los chorros de San Rafael. Además, en las Vueltas a Colombia no faltaba la asfáltica subida de La Línea -esto es un decir, los que llegaban hasta allí no sé quiénes serían; yo, cuando mucho, hasta la Divisa o hasta el Hoyo y algunas veces sólo hasta la virgen blanca-.

Cómo pasa el tiempo (que aún no pesa, eh), y como nos cambia la vida o será mejor decir, cómo cambiamos con ella. Nostalgias, morriñas, saudades, añoranzas. . . llámenlas como quieran, están ahí, son parte de nuestra historia, que es la vida misma.

miércoles, 15 de abril de 2009

Robledistas

Según puede leerse en una edición de la revista El Robledista, de 1967, sobre el colegio Robledo de Calarcá: "Su fundación se inició en 1928 como escuela de Comercio, y en 1932 pasó a ser Bachillerato... Su aprobación le fue concedida por la resolución No. 3142 de noviembre 14 de 1952."

"Su nombre actual de ROBLEDO se debe a que la Asamblea de Caldas, al hacer la departamentalización del establecimiento quiso hacer un homenaje al Dr. Emilio Robledo Uribe, gran benefactor de la educación caldense."

Estos datos me llevaron a las siguientes cabilaciones:

- Uno pasaba por el Colegio sin darse apenas cuenta de la institución donde estudiaba. ¿Quién, de los egresados en 1978, se dió por enterado que en ese año se cumplían los primeros cincuenta años de vida de la instutución que nos concedería el título de bachilleres? Ninguno, y casi puedo afirmar que los profesores y directivos también lo pasaron por alto, o se lo guardaron muy bien guardado, o lo celebraron a puerta cerrada, vaya uno a saber.

- Ahora bien, que el nombre del Robledo no era un homenaje al conquistador espàñol que por estas tierras había dejado sus huellas quinientos años atrás, tampoco era algo que se mencionara, por lo menos yo no llegué a escucharlo.

- La vida institucional se circunscribía básicamente a las matrícula anual, las clases con sus evaluaciones y las reuniones de padre de familia, con entrega de calificaciones incluida -y las vacaciones y los paros o huelgas de profesores y alumnos- poco más; la semana de la cultura, y alguna publicación fruto de la iniciativa de los alumnos, como lo fue el peródico JUVENTUD en 1978, lo mismo que la revista Eco Robledista de 1972, de la que poseo un desbaratado ejemplar del numero 1 de septiembre y El Robledista de 1967, del que conservo un ejemplar parcial (a partir de la página 23) y bastante maltrecho.

- No recuerdo haber hecho una formación durante los dos últimos años de estudio, y sé que en los cuatro anteriores si se realizaron formaciones fueron casos excepcionales. Izadas de bandera? Nunca, jamás de los jamases, recuerdo que el asta si vivia por ahí, pero de su uso no guardo memoria. . . y creo que él tampoco, tan huérfano de bandera.

Hubo una ocasión, histórica por cierto y la única que recerdo, en la que el Señor Rector, don Bernardo Ruiz S. hizo acto de presencia frente a toda la institución. El año no lo preciso, pero el acontecimiento sí, marchabamos los estuantes cerro abajo, por el caminito pavimentado que conduce al pueblo, entonando gritos de protesta, llenos de arrebato y enardecidos por el espíritu de lucha que tanto no descaracterizaba por aquellas calendas; y ya al final del camino, en las inmediaciones del ìnmortal Pacual Polvero (la cancha de futbol, para los de memoria fina) se nos apareció el rector, colocándose con toda su humanidad en medio del camino; ¿qué dijo?, ¿a que nos retó? ¿impartió alguna orden? No lo recuerdo, pero lo que si es cierto es que todos los estudiantes haciendo eco de su fuerza y vigor, dimos media vuelta y volvimos a las instalaciones del Colegio.

¿Qué pasó realmente aquel día? ahí les dejo ese trompo bailando en la punta de la uña.

viernes, 3 de abril de 2009

Santa?, semana.

Entrados en abril, y con la primavera a "flor de piel" -hay que ver lo arrozudos que se ponen los alergicos al polen por estos días entre estornudo y estornudo- nos preparamos para otra de las citas anuales de nuestra cultura: La semana santa.

Por estas fechas, en el año 1978, ya había pasado la vacacional semana, la disfrutamos en la tercera semana de marzo. Así que la espera para las vacaciones de junio, Fiestas de Calarcá incluidas, debió hacérsenos demasiado larga, abril, mayo y más de la mitad de junio; dos meses y medio de clases ininterrumpidas, eso era mucho para el cuerpo, y lo sigue siendo. Sería por estas fechas que en un arrebato de conciencia pedagógica iniciamos las campaña para pintar el tablero? no lo sé, la memoria no me da para tanto.

Lo cierto del caso es que la semana santa la vivíamos fuera del Colegio, sin actividades programadas, cada cual en lo suyo y que siga la vida.

Imagino que algunos de los futuros Bachilleres del Colegio Robledo de ese 1978, asistirían a los actos programados por las parroquias, misas, sermones, liturgias, pasada por el confesionario y hasta comunión; también verían la pasión de Cristo en el teatro Yarí o en el teatro Quindío y algúna pelicula romana, tan de la época. Y claro, vigilia de carnes rojas jueves y viernes, a punta de pescado y huevos. Pero me late que fueron los menos; y no se diga de ayunar, actividad en esos tiempos ya bastante olvidada. Quiénes eran los píos? Por los impios ni preguntar: Amplia mayoría.

Claro que al día de hoy . . . mejor me callo para no ir a pisar cayos y menos meter las de caminar, que el mundo da muchas vueltas . . .

domingo, 22 de marzo de 2009

FALLAS?

Lo mas probable es que la respuesta sea afirmativa y sin atenuantes: Fallas.

Porque en Valencia, el final del invierno lo marcan las Fallas; como ya lo comentaba mi amigo PTT -a quien acabo de sufrir por casi tres días- él y su consorte se hicieron partícipes de las actividades que dan la bienvenida a la primavera en esta ciudad a orillas del Mediterráneo.

Fuegos artificiales, para deleite de la vista y tormento de los oídos finos, en la plaza del ayuntamiento se alcanzan los 120 Db. pasadas las 14 horas todos los días entre el 1 y el 19 de marzo con la cotidiana mazcletá, y entre el 15 y el 19 a la media noche en las inmediaciones de la avenida de la Alameda con los castillos. Gastonomía, con paellas por todos los rincones, así como los churros (con chocolate) y los buñuelos de calabaza. Música: bandas y bandas y más bandas de músicos que acompasan desfiles y demás actividades que realizan las casi cuatrocientas comisiones falleras, regadas por toda la ciudad, y claro cada comisión tiene su falla y sus falleras y falleros, que engalanados con trajes típicos se echan a las calles para hacer y vivir la fiesta.

Pero, qué son las Fallas: para hacerse una idea remítase a las imágenes de la entrada anterior, donde puede verse una toma general de la falla de la Plaza del Ayuntamiento (segunda foto), y un detalle gatuno del alguna de tantas fallas (septima foto).

Pero nada de esto vendría a cuento en este Blog, si no fuera porque uno de los bachilles de 1978 del Colegio Robledo de Calarcá, le dio este año por dejarse caer desde Madrid para ser testigo, en vivo y en directo, de una de las actividades festivas más representativas y de mayor reconocimiento en Europa: La Fallas de Valencia.

Hace dos años otro de los bachilleres de la misma promoción se dejó cautivar por la consabida fiesta fallera: El presbítero Camilo Augusto Sánchez H. y que me consta. Así que ya somos tres.

sábado, 21 de marzo de 2009

EL ROBLEDO ESTUVO DE FALLAS EN VALENCIA

Por: Carlos Alberto Villegas Uribe

Los amigos son los hermanos que uno elige, los profesores son unos padres prestados. Innumerables son los hermanos que he escogido a lo largo de mi existencia y muchos los padres prestados que recuerdo con especial cariño. Particularmente aquellos que compartieron y me padecieron en mi adolescencia. Y aún me siguen padeciendo. A diferencia de unos pocos amigos y profesores en la universidad y otros en el desempeño profesional, los amigos del colegio son quienes siguen presentes con mayor intensidad en la suma de afectos.

Qué iba a imaginar don Anibal, el profesor de Física, que ese niño juicioso, sin duda el mejor estudiante que tuvo el Colegio Robledo en todos sus tiempos, a quien hizo llorar dándole la infundada noticia de haber perdido una nota bimestral, llegaría a ser viceministro de salud y profesor reconocido en una Universidad Norteamericana. Jotica lo llamábamos con cariño, a pesar de los aguijonazos de El Alacrán. El profesor José Jota Arbelaez, le llaman ahora con respeto en la ciudad de Maryland, en Baltimore, Estados Unidos.

Y qué se iba a imaginar don Gonzalo Guitérrez que el chico melenudo que repetía las canciones de Sandro y de Fausto, estaba haciendo, en causa propia, su primera defensa en una larga trayectoria de abogado, cuando le acusó de confundir, como si fuera un mal pedagogo, la disciplina con la conducta. Quienes saben de qué hablo no tardarán en descubrir el nombre de Fernando Londoño Daza en esta mención.

Como tampoco imaginó, sin duda, don Édison Cabal, profesor de biología, que el desgarbado hijo del veterinario Rutherford, a quien le enseñaba los prolijos nombres de los huesos y músculos del cuerpo humano, el esternocleidomastoideo incluido, se convertiría en un sacerdote que sería miembro del CELAM y lideraría en el Principado de Andorra una causa por los jóvenes misioneros. Me refiero sin duda al obispable Camilo Augusto Sánchez Herrera.

Y mucho menos era previsible que el “monito” cansón que “daba lora” en una monareta, vestía estrambóticas bermudas, tenis Croydon reencauchados, camisetas de esqueleto; e impulsaba grupos juveniles en la parroquia del Padre López, terminaría estudiando en la Universidad Complutense de Madrid, con un tema inimaginable en esos tiempos: la risa como construcción de cultura. En este caso no escribiré el nombre por imputable, hostigante y reconocida “inmodestia”

Hermanos elegidos y padres prestados con futuros imprevisibles que no recuerdo ahora con prolijidad para no fatigar al lector del blog. Pero que sobreviven en los afectos como el admirable y genial arrancayucas de la Bella, Carlos Mario Vargas, y el jugador más liso de baloncesto quindiano, Luis Fernando Marín, quienes construyen calles cotidianas en las tierras estadounidenses.

Seres humanos de tiempos compartidos de quienes hablamos con el que llegó a ser en Colombia uno de los más destacados auditores de la Caja Social de Ahorros y quien ahora presta sus servicios en Valencia, con el mismo profesionalismo y el exigente ejercicio de las cosas bien hechas: Luis Fernando Noreña. Es posible que Elmer Marín, en ese tiempo profesor de inglés en el Colegio Jorge Robledo, no adivinara en la forma metódica de doblar el periódico la voluntad de auditor que ya poseía el nieto del inolvidable Manuelito Gamboa.

Las fiestas falleras y la puesta en valor de la risa como constructora de sociedad y ser humano, fueron la excusa perfecta para el reencuentro con este calarqueño robledista, quien desde la ciudad del Marqués de Dos Aguas lidera este blog y extiende sentidos, razones en muy lejanas esquinas. No olvidaremos que aquí, en España, Sandra, la mujer de sus afanes, nos devolvió un poco de Colombia en unas arepas con queso y chocolate, como hacía mucho tiempo no disfrutábamos; y la nostalgia, extraño pasto de las emociones, volvió a crecer desde las raíces.



Y quién es la mujer que se encartó con el “gordito cansón” y que sale en las fotos? Se llama Elena Ospina y es una de las mejores caricatógrafas latinoamericanas. Y no digo más porque me tildarán de vanidoso. Y no se equivocan. Me siento orgulloso de los amigos, esos hermanos elegidos, de mis profesores, esos padres prestados en toda la dimensión de su humanidad, de mi compañera de viaje, y de mi hija, quien habitó esa ciudad mediterránea y ahora inicia su carrera profesional con buenos augurios.

Para aquellos que quieran otros pormenores gráficos de ese encuentro con Luis Fernando Noreña Gamboa, en las tierras del Cid Campeador, aquí van unas pocas fotos:





viernes, 20 de marzo de 2009

martes, 10 de marzo de 2009

OTRO MÁS

Ahora da señales de vida otro de los bachilleres del colegio Robledo de Calarcá de 1978, su nombre es Juan Carlos Gómez Tobón, quién, gracias a Jorge Fernando Laverde, ha llegado a este sitio.
Así que la audiencia sigue creciendo, y espero que así siga.
En que andan los bachilleres del 78, después de 30 años?, qué han hecho durante estas tres décadas? Cuántos abuelos hay en la lista?
Alguién quiere contarlo?

sábado, 28 de febrero de 2009

JUSTIFICACIONES

O disculpas, da igual. No quise terminar este segundo mes sin hacer la segunda entrada en este irregular blog, cadapuedario que se resiste al abandono total. Pero el tema no afloraba, mejor, no aflora -en presente del indicativo y de todos los tiempos verbales habidos y por haber. Mientras La Consagración de la Primavera de Stravinski invade el espacio de la casa, y Revel (Jean-Francois) me mira insistentemente desde la carátula de sus Memorias- El ladrón de la casa vacía, como si reclamara la continuidad de su lectura, yo sigo patinando sobre el teclado tratando de sacar algo descente, o al menos leíble.
Pero volviendo al título, la verdad es que desde finales de noviembre volví a ajuiciarme con la lectura, que la tuve abandonada durante casi todo el año, basta decir que entre marzo y octubre no leí ningún libro, apate de revistas, periódicos o artículos sueltos en la WEB, nada de nada. El trabajo y su dispar horarío servían de barrera; pero en noviembre pude hacerme con la última parte de la trilogía de Javier Marías TU ROSTRO MAÑANA - Veneno, Sombra y Adios , cuyas dos primeras entregas había leído por allá entre septiembre y octubre 2005, así que el hambre no era poca, por lo que a devorarlo me dediqué, una vez terminado éste, me esperaba Almudena Grandes con EL CORAZÓN HELADO, una historia de la Guerra Civil Española, y entonces se me atravesó Peter Watson con IDEAS -Historia Intelectual de la Humanidad. Así que entre los tres se me fueron los ratos libres de los últimos tres meses y como podrán haber deducido ahora me arrastran las Memorias de Revel.
Cambio de Tercio, ahora suena El Pájaro de Fuego, del mismo autor; las lecturas siguen absorbiendo en gran parte el poco tiempo libre del que dispongo, entenderán entonces lo esporádico de las blogueaciones, Ahora bien, que no sólo los escritos, la otra verdad es que no he evolucionado en nuevos contactos con los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, de 1978, objetivo último de este espacio; ya encontraré una salida al meollo.
Por último, y no pretendo seguir justificándome, pero deben comprender que ahora llega marzo, y con él Las Fallas. Así que la ciudad de Valencia se viste de fiesta, las actividades van desde el día uno y se extienden hasta el 19, cuyos actos centrales se concentran en los últimos cuatro o cinco días. Y para completar, Carlos Alberto Villegas Uribe, que estudía ahora en Madríd, hizo reservaciones para esos días en el cuarto de huéspedes de mi casa; Así que no se extrañen por el silencio que pueda presentarse.
Ya les contaré de qué van las Fallas.

domingo, 1 de febrero de 2009

De recuerdos y olvidos

Se ha pasado el primer mes del nuevo nueve y pareciera que todo sigue en movimiento, con excepción de este blog; ya Obama duerme en la Casa Blanca, los irakíes asisten a las urnas, y los dinosaurios de las selvas colombianas se disponen a devolver a la sociedad a algunos de sus rehenes, y del blog, nada. Si hasta los estudientes regresaron a las aulas -no sé si a estudiar, pero han regresado-, pero el Blog. . . inmóvil.

Claro que todo tiene su límite, así que lo volvemos a sacar del ostracismo al que estaba confinado para reiniciar actividades, y qué mejor para empezar que con un lector que se reporta:

Me escribe Carlos Mario Vargas A. (Si, el otro arrancayucas de La Bella) para hacernos saber que también él visita este espacio; en sus propias palabras "que yo sigo "al lado del cañon", pero, lease correctamente", bien al lado del cañon, ni tiros de salva disparo".

Es gratificante saber que nos leen, es más, en el contador que instalamos podemos apreciar la afluencia de anónimos visitantes, con sus ubicación geográfica Colombia y España los más , seguidos de Estados Unidos, Argentina, México, Ecuador, Francia, Reino Unido, Canadá, Perú. . . Y surge entonces la pregunta ¿Quiénes serán? A lo que nunca podríamos contestar, a menos que, como lo hizo Carlos Mario, nos lo hiceran saber. Pero quizás sea demasiado pedir, lo cierto es que hay visitantes, que no escribimos en vano, y como el optimismo nos supera, creemos que algunos de estos leyentes son habituales. ¡Vaya si soñamos!.


Qué hacían los bachilleres de Colegio Robledo de Calarcá, graduados en 1978, a principios del 1979?


Algunos se fueron al Servicio Militar, otros ingresaron a la Universidad, otros continuaron midiendo las calles del pueblo y otros más se fueron en busca de oportunidades. Pero lo que me gustaría precisar es el destino cierto de cada uno de ellos, Quiénes al Servicio Miliar? Que yo sepa Camilo Augusto Sánchez H., Carlos Alberto Hurtado y Jorge Fernando Laverde Q.


Y los demás? El tema da para mucho rato, y no hay prisa.


lunes, 19 de enero de 2009

Otros disfraces

En el primer fin de semana de este nueve que avanza, encontré en El País un escrito más que pertinente para este rincón y como la tentación persiste después de dos semanas, me dejo arrastrar por ella: así que ahí les queda, para que se antojen -o se espanten-.
Un abrazo, y los mejores deseos.
Disfrazados de mayores

JAVIER MARÍAS 04/01/2009

Como a cualquiera en las mismas circunstancias, la reunión me hacía ilusión y me daba miedo, luego me puso nervioso. En 1968 acabé el preuniversitario y salí del colegio Estudio, en el que había permanecido desde los cuatro años. Hace una semana, a instancias de uno de los pocos compañeros con los que mantengo amistad, José Manuel Vidal, que además es mi cardiólogo desde hace un decenio, unos cuarenta miembros de aquella promoción fuimos a su casa y nos vimos las caras, en algún caso por primera vez en cuarenta años. Mercedes Cabrera, la Ministra de Educación, y yo teníamos la ventaja de que esa cara se nos ve en la prensa de vez en cuando y era difícil que le diéramos un susto a nadie. Da temor encontrarse con cincuenta y siete años a quienes dejamos de ver con dieciséis o diecisiete. De hecho dudaba que fuera aconsejable. A algunos los había vuelto a ver hacía veinte, con motivo de una reunión similar, pero eso es también mucho.

Fue muy agradable y divertido, y, tras unos segundos de desconcierto, todo el mundo resultó reconocible. Había que hacer una corrección de enfoque, acoplar la cara infantil o juvenil que uno guardaba en la memoria a la del hombre o la mujer maduros que tenía ahora uno enfrente. A los pocos minutos, en el peor de los casos, se obraba una superposición y, por así decir, uno conseguía "encajar" las dos imágenes, la del pasado remoto y la del presente, sin que ésta borrara aquélla del todo ni aquélla desmintiera del todo a ésta. Nadie preguntaba mucho por la vida actual de cada cual, más allá del "Qué tal te va" impuesto por la educación. Esa vida actual en realidad no interesaba, a ninguno nos importaba saber a qué se dedicaba el otro, si tenía hijos, mujer o marido, porque en seguida se congeló el tiempo y empezamos a tener la sensación de que la vida verdadera era aquella, la de estar todos juntos sin profesión ni ataduras, en la vaga y eternizada expectativa de la infancia, y de que cuanto había ocurrido y venido después de separarnos era accidental y secundario, una especie de desviación de lo natural, o de error, o acaso un larguísimo sueño que tocaba a su fin al reencontrarnos aquella noche, como si pensáramos: "Este es mi lugar. Estos son mis compañeros primeros, con los que eché a andar por el mundo y con los que conviví a diario durante trece años fundamentales; aquí están las primeras chicas que me gustaron, mis primeros enemigos con los que me pegué en el patio para luego hacer siempre las paces; aquí están mis primeros amigos a los que procuré ser leal, aquí mi primera representación del mundo, en la que aprendí ya casi todo".

Era curioso ver y sentir el afecto espontáneo con que nos tratábamos todos (hasta los que no nos caíamos muy bien en el colegio), con una natural tendencia a abrazarnos, a pasar una mano cariñosa por el brazo, a que las mujeres, cuando la noche ya estuvo avanzada y tomamos asiento, apoyaran sus cabezas cansadas en los hombros de los hombres en quienes confiaban, como si fuéramos hermanos. Allí nadie podía ser un farsante, y no había ministra ni escritor que valieran, ni médico, arquitecto, abogado, ingeniero, periodista o psiquiatra. Nadie era nada más que el que siempre fue en clase. "Ellos me conocen bien", pensé, "nunca podría engañarlos: todos sabemos cómo es cada uno, aquí no cabe ningún fingimiento". Oh, y me sentí tan cómodo, tan a salvo y tan a resguardo.

. . .

Preferí no quedarme hasta el final. No quería irme cuando ya no hubiera más remedio y por ende sentirme "expulsado" de la verdadera vida, de la más auténtica, de aquella en la que no hay disimulos y todo es diáfano. Me rondaban dos pensamientos contradictorios, o eran sentimientos: por un lado, "Si siguiéramos aquí un día tras otro, sería una pesadilla". Por otro, y era más fuerte, "Que no se acabe, por favor, que no se acabe esto". Por eso me fui, cuando aún quedaban muchos y muy animados. Para acabar yo la experiencia feérica, de abolición o más bien compresión del tiempo, y que no fuera otro quien me la terminara, ni siquiera el anfitrión delicado y generoso. Porque, como dijo alguien, volvimos a ser nosotros, sólo que disfrazados de mayores. Nuestros muchos años, nuestras profesiones y fracasos o logros, nuestras mujeres o maridos e hijos, pasaron a no ser más que eso, disfraces que se ponen los niños.