miércoles, 7 de diciembre de 2011

Lo que dura el día.

Verdad de Perogrullo, pero no tanto, 24 horas tiene el día, incluida su noche. Otra cosa es dárselas de astrónomo y tratar de aclarar el cuento. Pero como yo de astronomía sé tanto como de maternidad de gallinas, mejor dejarlo así...

Bueno, también hay que llenar el espacio, que una entrada de tres renglones no sabe a nada, aunque a nadie le importe. Pero a mí sí, al menos.

Para los que nacimos en el trópico o zona tórrida del planeta tierra, el día y la noche aparentan tener duración similar, sin detenernos mucho en esas tardes cargadas de nubes negras que, a las cinco pareciera que fueran las siete! claro, lo normal es que las cinco tengamos plena luz y a las siete ya sea noche. igualmente, a mediados del año paraciera que las tardes se hace un tanto más largas, cuando todo está más despejado y nos podemos detener a contemplar el firmamento*.

Recuerdo ahora, que cuando inicié mis estudios de bachillerato en el Colegio Robledo de Calarcá, por allá en 1973, las clases en el horario de la tarde se extendían hasta las 6:15, lo que implicaba que saliéramos cuando empezaba a oscurecer, pero algunas tardes, cuando la lluvia hacía hasta lo imposible por retenernos en el colegio, se nos hacía de noche para bajar al pueblo. Tardes grises de lluvia pertinaz que nos acompañaron muchas veces camino de la casa! Pero son recuerdos algo borrosos; dificilmente en medio de la lluvia y con la noche en ciernes, mojados, con algo de frío y procurando que no se nos mojaran los cuadernos, los recuerdos van a ser claros.

A todas éstas, he estado buscando un poco sobre eso de la duración de los días, y las noches; que en el trópico poco preocupa, las partimos por partes casi iguales y punto!. Así he llegado a una página (1) que presenta un calendario con la duración de los días y las noches para Bogotá, que tomo como referencia para Colombia, Calarcá incluido y descubro que entre las noches y los días sí hay diferencias, aceptando los datos de la página. Los días más largos, a mediados de junio, alcanzan las 12 horas y 25 minutos de luz solar y los más cortos, a finales de diciembre, sólo 11 horas y 51 minutos. Así tenemos que entre unos y otros hay 34 minutos de diferencia, que no es mucho, esparcidos a lo largo de un semestre; normal entonces, por esas tierras poca importancia se le da al asunto. Llevados al otro extremo, en los polos el asunto adquiere otro tinte, con su famoso sol de media noche...

Pero como quien les escribe cita en Albuixech (ahí queda para la búsqueda en el mapa), la refencia la tomo en Madríd y de la página del Ministerio de Fomento, donde nos cuentan que la duranción del día más largo es de 15 horas y 03 minutos, coincidiendo con el solsticio de verano y el más corto, que será pronto, en dos semanas, 9 horas y 17 minutos en el solsticio de invierno. Que por estas tierras se notan las diferencias, casi seis horas entre unos y otros.

Imagino que muchos de los que compartimos el mosaico del saco a cuadros, que en 1978 dejamos "colgado" en el Colegio Robledo de Calarcá, seguirán sus apacibles vidas disfrutando de días y noches de doce horas, margen de error incluido; sé que algunos nos hemos desplazado un poco al norte, pero no tengo ni las más remota idea de quién ande por las tierras del sur, no me llegan noticias. De todas meneras, todos seguimos cobijados bajo el mismo sol, con unas pocas horas de diferencia entre nuestros días y noches, pero ciertos de contar con 24 horas para vivir los días, nuestros días -esos que unos tras otros son la vida, como escribiera alguien no sé bien cuándo ni dónde-.

Un abrazo grande a todos.

* Firmamento.- Palabreja curiosa con la que nos referimos a la bóveda celeste, que también llamamos cielo, la cáscara externa del universo, como dijo Ptolomeo, con vigencia hasta el siglo XVIII.

(1) wather.com

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Imagenes perdidas

Dicen que quien busca encuentra, pero no siempre se cumple dicha sentencia; por más que busques, algunas veces lo haces en vano. Así que sólo queda un camino, continuar la búsqueda, porque no nos damos por vencidos con facilidad.

Desde los inicios de este blog, hace cerca de cuatro años, he perseguido alguna imágen de la sede del colegio donde realizamos nuestros estudios secundarios; del mismo modo, he tratado de obtener una imágen del mosaico (1) que los bachilleres del colegio Roblero de 1978, grupo sexto A, dejamos para eterna memoria en la institución, vaya qué ilusos!

Pensando en ello esta mañana soleada de noviembre, la última del mes para más veras, me dediqué a buscar imágenes de la plaza de Bolivar de Calarcá y de la iglesia San José, con un resultado bastante curioso, casi todas las imágenes son actuales, con el parque cubierto de baldosines, casi desierto y un frontis eclesial bastante gris. Ya ni los macrocéfalos que habitaron el parque durante algunos años permanecen en pié, y de álboles ni hablemos, ahora sólo baldosas, aunque de aquellos alguna imágen se puede encontrar en la www; tampoco se encuentran fotografías del palacio municipal cuando tenía siete pisos y era el rascasuelos de la municipalidad.

Tal parece que quienes visitan y dejan huellas en la red no guardan relación con el pasado, para ellos existe únicamente el hoy, el ahora, el momento. Pareciera como si la Calarcá de antes del 25 de enero de 1999 no existiera, nadie quisiera recordarla, o, mejor, se hubiera extinguido con el terremoto; también puede ser que paralela a reconstrucción, una silenciosa confabulación haya logrado borrarla.

Puede ser también que la custión tenga otro tinte, los que conservan imágenes de la Calarcá del siglo XX, las atesoran en sus muy personales museos familiares, conservadas con toda curia dentro de sus albumes y archivos, con poco interés para que se hagan públicas, custión más que respetable.

De todas maneras sé que poco puedo hacer desde la distacia para insistir en la búsqueda, algún día, cuando mis pasos me lleven por esas tierras, es posible que encuentre las imágenes que busco y que terminen haciendo parte de esta memoria, si es que aún queda blog para ese entonces. Mientras tanto, seguiré recordando cuando al salir de clases y una vez en la plaza Bolivar, intentabamos bajar mangos a golpe de maletín de los fondosos árboles que custodiaban nuestro parque.

(1) En una entrada de octubre del 2008, publiqué la inmortal fotografia del saco a cuadros, pero limitada a la imagen de quien escribe.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Chocar contra las paredes

A veces nos pasa, que no con mucha frecuencia, pero sucede. De pronto te encuentras con esa sensación de no sabe uno bien qué, pero como mínimo te queda un buen recuerdo en la frente y en una rodilla. . . bueno, eso en mi caso particular hoy. Por eso nos dicen siempre que hay que caminar mirando hacia adelante y con la frente en alto. Pero de vez en cuando no aplicamos tal consejo, miramos hacia atrás o hacia otro lado y avanzamos, entonces viene que la pared o la columna están donde uno menos se lo espera y tenga! de frente y sin protección.

Mientras sostengo la bolsa de hielo en precario equilibrio sobre la cabeza, para aminorar los efectos del golpe que me llevé hace poco en la terraza, eso del chichón en la frente es bastante delator y no se diga el hilillo de sangre que se deja ver, procedo a escribir esta breve entrada, que desde hace días me venía prometiendo. Y dirán que porqué ahora?, pues precisamente por eso, porque el golpe me sirvió de justificación para la apertura.

Después de las dos fechas electorales y con los disímiles resultados arrojados, sí arrojados literalmente, uno se queda casi sin tema o mejor con el tema pero sin las palabras. Primero fueron las elecciones regionales en Colombia de alcaldes, concejales, gobernadores, diputados y demás, que tendrán la santén por el mango a partir del 2012. Mientras por estas tierras, se jugaban las ligas mayores, las nacionales, senado y cámara y con ellas la presidencia de gobierno, también para el próximo año, aunque como van las cosas es posible que el nuevo gobierno esté constituido antes de navidad.

Por estás tierras se marcha a otro ritmo, elecciones el 22 de noviembre y en menos de un mes estarán ejerciendo los elegidos, eso sí, a partir de publicación de los resultados de las elecciones en el BOE, dos o tres días después de la justa electoral, el gobierno saliente queda en funciones (lo que quiere decir que cualquier actuación se hará en coordinación con el gobieno entrante); otro dato más, la campaña electoral sólo dura tres semanas -claro que se hace campaña los trescientos sesenta y cinco días de cada año, sin tregua, sólo hay que asomar la nariz por la tv a la hora de los informativos-. En Colombia mientras tanto, la safra electorar se prolonga por meses, tal parece que nunca se acaban, los resultados definitivos casi nadie termina conociéndolos más allá de los círculos interesados y pasan casi dos para que se los elegidos asuman sus cargos -dando margen de acción a los salientes con nefastas consecuencias para el gobierno entrante y para el pueblo -ese al que nunca le toca-, como suele suceder en el país del sagrado corozón que llaman. Para muestra los contratos que se firman antes del 31 de diciembre de cada año electoral. ¿alguién habrá hecho alguna vez un estudio al respecto?

Bueno, parace que nada tiene que ver los primero con lo segundo en esta deshilvanada entrada, pero las apariencias engañan; ¿cuantos condidotes terminan con un pasmo de narices con los resultados de las elecciones últimas?, el chichón no se notará en la frente pero puede doler y durar más. . . o si no, que lo diga quién pretendió hacerse elegir alcalde de Bello como candidato único el 30 de octubre pasado, para muestra un botón!

La vida te da sorpresas, sorpresar te da la vida... como bien canta Rubén Blades. El hielo se ha convertido en agua, voy a ponerme unos cuantos más, hasta la vista.

PD: Por lo que puede ver este año también aparecieron los nombre de algunos bachilleres del Colegio Robledo, promoción 1978, en las listas de aspirantes al concejo de Calarcá, insistentes, eh!

lunes, 24 de octubre de 2011

Calculo, luego existo.

Después de treinta y tres años, volver sobre los pasos es un ejercicio que hasta puede resultar entretenido; ¿Qué haciamos los futuros bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, a finales de octubre de 1978? A más de asistir a las clases que aún nos quedaban pendientes y dar la lora, porque es eso éramos expertos, recibíamos los resultados de las pruebas del ICFES y con ellas especulábamos sobre las posibilidades que se nos abrían, o cerraban, según los numeritos obtenidos; es decir, estabamos en lo de definir nuestro futuro, los pasos a seguir, que unos al servicio militar, otros a continuar estudios, los menos a trabajar, o buscar trabajo, que no era, no es, ni será nunca lo mismo; pero muchos, no sé si la mayoría, sólo estabamos en función de terminar el año, calcular si podríamos ganarlo y ya se verá, que para eso siempre hay tiempo, más aún cuando no se tienen veinte años.

Y digo lo de calcular, porque el cálculo era algo determinante para el grupo, el cálculo, sí; la mayoría no teníamos seguro si ganaríamos cálculo. Después de los conatos de huelga y fallidos intentos de cambio del proferoz, para recordar el término utilizado por un comentarista de este blog, casí todos la teníamos perdida, con excepción de JOTA, claro, y algún otro afortunado. Quien más, quien menos "todos necesitábamos nota" que a esas alturas del partido ya era demasiado.

Así que nos tenían de las pelotas, literalmente. Pero la suerte no estaba echada todavía, aún podíamos resolverlo, como se resuelve cualquier problema de cálculo, precisamente, y como en ello era en los que fallábamos, pues vuelta a empesar. No sé cuantas pesadillas pudimos tener en ese final de año, pero lo cierto que lo superamos, terminamos "ganando la materia" y graduándonos.

Imagino que tuvo mucho que ver la benevolencia del profesor Cardona, depués de habernos gozado durante buena parte del año. No alcanza la imaginación para saber cómo se reiría de nosotros, cómo nos gozaría viéndonos metidos en semejante berengenal en el último perído, del último año de nuestros estudios secundarios. Que los superamos, sí; cómo, no me atrevo a precisarlo, pero lo cierto es que muchos salimos escaldados. Lección aprendida.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Otoño sin Patriarca

El 23 de septiembre, viernes por cierto, tuvimos lo que los astrónomos llaman el equinoccio de otoño, que viene a ser la igualdad entre la luz y la oscuridad, entre la noche y el día, un empate.

Sabemos que sucede dos veces por año, la otra equidad en marzo, que ambas fechas marcan el "paso" del sol por la línea ecuatorial y determinan cambios de estaciones en los dos emisferios, norte y sur -sobraría decirlo-. Leía por ahí, en alguna nota o blogg, ya no recuerdo dónde, las instrucciones para obtener una raya con dirección oriente-occidente perfecta, basados en la sombra que proyecta un elemento durante algunas horas en esta fecha, conocimiento básico que ya nadie utiliza en éstas épocas de GPS y adminículos diversos.

Recuerdo que en la escuela enseñaban que para orientarse, uno se paraba con la mano derecha en dirección a la salida del sol, así, a la derecha quedaba el oriente, a la izquierda el occidente, al frente el norte y atrás el sur; sin más precisiones, sin contarnos que para ser exactos eso debía hacerse en los días equinocciales, porque en cualquier otra fecha el dato tendría margen de error, al norte o al sur dependiendo de la época del año...

Ahora no podría precisar si en las cláses de geografía del colegio nos contaron el cuento y nos hicieron los ajustes de saber correspondientes, me quedan dudas; tal vez por eso, algunos vamos por este mundo dando tumbos, sin atinar el rumbo ni precisar el destino; o ¿existirá alguna explicación más profunda, tanto, que nadie haya podido encuentrarla aún?. En todo caso, seguimos sin "norte", como dicen por ahí, para la muestra botones antes que faltar sobran, sólo hay que mirar los titulares de la prensa (hablada o escrita, poco importa).

Para los que nos hemos mudado un poco al norte, ahora es otoño, con noches cada vez más largas, y el frío anunciándose, que pronto se dejará sentir. Claro que eso es completamente ajeno para los que permanecen en el terruño, por esas tierras tropicales, las estaciones no se dejan ver ni sentir, tienen verano cuando hace sol e invierno cuando llueve y basta, que con eso es suficiente. Quizás por ello en el colegio no se preocupaban de equinoccios ni solsticios y menos por otoños o primaveras...

Bueno, al menos don Gonzalo Gutiérrez sí nos hablaba de esta última cuando se dejaba caer con:

"Es en la sangre primavera,

y por el mástil de la luz,

como bandera marinera,

el alma sube hacia lo azul"

Es la juventud, muchachos!!!", y los que por entonces trasegabamos la secundaria y que nos hicimos bachilleres en 1978, cuando recordamos el Colegio Robledo de Calarcá, no podemos alvidar sus palabras, que marcaban el norte.

Ahora me pregunto, ¿qué nos recitaría si estuviera entre nosotros y nos volviera a reunir bajo su tutela?. Es otoño, no olviden...

Nota: Pero, por corto que sea el día, el sol brilla con cada amanecer, aunque para apreciarlo haya que subir en un avión para superar el manto de nubes que a veces nos cubre.


martes, 6 de septiembre de 2011

Fin del verano.

Termina agosto, tal cual empezó, con el sol a todo dar y la playa cubierta de cuerpos, de cuerpos tostados, rechinados, rotizados; que ya no rojos como camarones, ahora se tornan café con leche oscuro, casi negro...eso de los excesos es propio de los humanos, no tiene remedio.
 
Y aunque el verano como estación se prolonga hasta el día 23, septiembre ya no cuenta, los vacacionistas han vuelto al curro y los días se acortan de forma significativa, ayer antes de las 9 ya era noche y hoy a las 7 apenas clareaba, que se viene el otoño, no hay duda.
 
Y bien venido sea, que ya de calor vamos estando hasta la coronilla!
 
Recuerdo los agostos del Robledo, algo de calor y viento, sobre todo viento, que levantaba no sólo las cometas, también la tierra arenosa, tan característica de nuestro pueblo, que no polvo, como en la canción de Kansas, sino arena, que si te llegaba a pillar con los ojos abiertos, ya te digo.  Columnas de arena y tierra bailaban en los patios del colegio, era agosto, mes de vientos y cometas...
 
Ni qué decir de nuestro estadio, el archiconocido  "Pascual Polvero"  las columnas de arena que levantaba el viento eran todo un expectáculo, pero para ver desde la distancia,  y desde la distancia, por los años trancurridos y los kilómetros que me separan, recuerdo ahora los tiempos en que, con los libros bajo el brazo, subíamos y bajamos del Colegio, mientras en viento nos llenaba la cabeza de arena, quizás para disimular la falta de cacumen, o el exceso de falta.

viernes, 26 de agosto de 2011

Los viajes de los otros

Bueno, como verano es cuasi-sinónimo de viaje, pues sigámosle dando al asunto.

Carlos Alberto Villegas U. se fue a USA, empacó hasta el gato, así que su estancia no será corta. Imagino que por lo menos durará hasta que se termine... creo que ni él podría precisarlo. El hecho es que se fue, abandonó por enésima vez el Quindío y se instaló en tierras más al norte, donde algunos otros bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978 han armado su toldo - y no haré más referencia en esta ocasión, porque, en últimas, no sé cuántos son los que están por esos pagos, escasamente sé de dos o tres más-. A propósito, ¿cuántos robledistas del ´78 vivirán fuera del país y de ellos cuántos en la United?

Como siempre, preguntas sin respuestas... alguién tiene datos, suéltelos.

Otro viajero del que puede decir que lo ha hecho aprovechando esta época estival, porque pasó por estas tierras levantinas, lo ví y hasta almorzamos juntos, en albuixech, fue Camilo Augusto Sanchez H., el padre Camino que no ceja en su empreño de acular millas, se dejó ver, compartimos una buena paella valenciana y siguió su camino, que los viajes del padre son periplos de largo alcance.

Y para rematar he de decir que yo también, dejádome llevar por la tendencia, me he pegado una escapadita. En julio los pasos me llevaron al Pirineo aragonés, a la provincia de Huesca, España, en los límites con Francia, que casi la piso. Qué bueno es viajar, ver otros paisajes, perderse un poco en lo desconocido. El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, un regalo de la naturaleza, sólo le dí algunos pasos y me prometí volver, con más tiempo, para explorarlo y disfrutarlo.

Un abrazo a los viajeros, y los que sueñan con los viajes, los realizados y los pendientes, y que no olviden que el viaje más largo se inicia con un paso, como decía algún anuncio de la revista Selecciones de Reader´s Digest, allá por los tiempos en que compartíamos, mientras nos hacíamos bachilleres.

lunes, 15 de agosto de 2011

Eso de viajar II

Viajar. 1. intr. Trasladarse de un lugar a otro, generalmente distante, por medio de cualquier locomoción. (Diccionario de la Lengua Española, vigésima segunda edición).
Los medios de locomoción, sí, esos que nos llevan y nos traen; y de ellos los que más he usado los terrestres, empesando por los de caminar, sin importar la marca ni el jumento, seguidos por los llamados de servico público como taxis, camperos y buses -urbanos, intemunicipales y demás- chivas incluídas, y el tren -rumbo a Cali-; algunas veces carros particulares de diferente pelambre y motocicletas lo mismo que bicicletas. De los acuáticos menos, para desplazarnos a las Islas de San Bernando y las del Rosario, lo mismo que a la Bocana en Buenaventura y a la isla de la Corota en la laguna de la Cocha. Y finalmente los aéreos, desde pajarítos con alas, de cuatro o seis puestos (incluido el del piloto), para subir de Pereira a Manizales -gajes del oficio- pasando por los Twin Otter y Fairchild de Aces y los ATR50 de avianca, hasta algún Boing de Avianca un poco más grande, pero eso rara vez. Para los viajes a España tocó Iberia y sus Airbus.

Volviendo a lo de los viajes, faltaría mencionar la época en que trabajé en el Valle del Cauca, donde me asignaron un campero Suzuki, para moverme por la zona central de departamento, así que hube de aprender a conducir o manejar que llaman, lo hice en Cartago, con obtención del pase y enfilar hacia Restrepo para volver a aprender, porque pasar de un Renault 12 o cosa parecida en las inmediaciones de Cartago, a un brinkuki, por los caminos destapados de las inmediaciones de Restrepo trae sus dificultades. Allí aprendí y durante cuatro años estuve haciendo de chofer en el camperito, con algunas "pichonas" en camperos Daihatsu para terminar en una chevrolet Luv. Y ni más, no volví a coger un aparatejo de esos para nada -al menos mientras estuve en Colombia.
Así que los medios y destinos siempre han sido variados, tanto en Colombia como en España. Por esta tierras del Quijote, el tren tiene más preponderancia que los "autobuses" y los sistemas públicos de trasporte de pasajeros son más limitados, tanto en destinos como en frecuencias, pero eso es otra historia, así que mejor la dejo para otra ocasión o terminaré por espantar definitivamente a los escasos despistados que pasan por estas páginas.

Sé que muchos de los bachilleres que me acompañaron en el acto de graduación en el Colegio Robledo de Calarcá en 1978 han sido viajeros, más que yo, y no les da por ponerse a perder el tiempo en recuentos sin sentido, pero así somos, unos contamos y otros se lo guardan...

Un abrazo a todos y que siga el verano.

miércoles, 27 de julio de 2011

Eso de viajar.

Según tengo entendidio, desde que nací, he sido un viajero con cierta constancia o regularidad; según los recuerdos familiares, apenas nacido en Calarcá, viajamos y nos radicamos en Anserma (Caldas); recuerdo un viaje que realizamos -la familia- de nuevo hasta Calarcá a finales del 66, por la muerte de mi abuela materna y el de 1971, cuando nos radicamos de nuevo en la Villa del Cacique. En los años vividos en Anserma no faltaban los paseos de domingo a "Tabla Roja", La Pradera o Ciracusa. Ya en Calarcá las caminatas al rio Santo Domingo hasta Puente Rojo o Matusalén; al Morro, al Cerro del Castillo, al Río Quindío, a Peñas Blancas, a Los Quingos; viajes de corto vuelo... sin faltar alguna bajada a La Albanía -también recuerdo la piscina Maiporé- y las subidas por la carretera de la Línea para ver el paso de los ciclistas en las Vueltas a Colombia, hasta La Divisa, la Virgen Negra o el Recreo; los más lejos que llegué en estas lides fue hasta Alaska, arribita del Hoyo.


Estando en la Escuela nos llevaron alguna vez al zoológico de Pereira y en segundo o tercero de bachillerato viajamos al Roble, a visitar los cultivos de pino, que siguen reinando en buena parte de las cordilleras de nuestros departamentos. Antes de terminar la secundaria fui una vez a Pereira a hacerle un mandado a un profesor y mi padre nos llevó a Bogotá. Recuerdo un viaje a Cali en tren, con Carlos Mario Vargas y no sé quién más. Sé de despalzamientos a algunos municipìos del departamento, pero no el orden ni los motivos, pero terminé visitandolos todos con uno de mis primeros trabajos como vendedor en la campañía Singer, tiempo en el que viví fugazmente en Armenia.


Estando en la universidad, hice la Escuela de Líderes, en la Capilla, en La Mesa, Cundinamarca, tres semanas lejos de casa, comiendo guayabas y oyendo misa... Por estos mismos tiempos hicimos un viaje mítico, en grupo de amigos, a pie desde Calarcá hasta Salento con pernoctada en Ruina Ajena; cuando nos hemos vuelto a reunir, alguna anectdota del viaje sale a relucir, para eso son los viajes, para recordarlos. Otro que no olvido es una excursión con Fabio Iván Dávila hasta los Chorros de San Rafael, con ascención monte arriba hasta los transmisores de RCN.


Terminada la Universidad me fuí a trabajar a Pereira, y me radiqué alli, desde la Perla del Otún, amplié mi radio de acción viajando hasta Cartago, Chinchiná, Armenia, ibagué. Cambié de empresa y se fuí a vivir a Restrepo (Valle) y seguí viajando, ahora por gran parte del territorio Vallecaucano, desde Cartago hasta Jamundí pasando por Buga, Palmira, Cali, Yumbo, Dagua, Darién, La Cumbre y Buenaventura, sin olvidar Alcalá, Sevilla, Caicedonia, y otros más (ni que fuera la canción de Niche). Estando en Restrepo hice mi primer paseo a la costa, a Cartagena, visitando las Islas del Rosario, antes de volver a Calarcá por varios meses y trabajar en Pereira, pero viajando a diario. Con la nueva empresa ampliamos el radio de acción y ahora los viajes fueron a Armenia, Ibagué, Cali, Bogotá, Medellín y Barranquilla.


Recuerdo un viaje a Bogotá, desde Calarcá en el carro de Fabio Iván Dávila, con Sandra y en compañía de Camilo Augusto Torres, Martha Adiela y Manuel Alejandro, allí nos encontramos con PTT, que trabajaba en la Alcadía Mayor, y pernoctamos en la casa de Luz Stella Restrepo... Otro de los viajes realizados con amigos fue a Girardot, a la ordenación de Camilo Augusto Sánchez, como presbítero, o cura que decimos.


Continuando con los trabajos y los viajes, cambié de empresa y los desplazamientos continuaron, me radiqué en Manizales, y viajé a ciudades de los de partamente de Caldas, Quindío, Risaralda, Cundinamarca, Tolima, Huila, Caquetá, Valle, Cauca y Nariño, lo mismo que a Medellín y Bogotá. No puedo olvidar las subidas al Nevado del Ruiz y al crater de la Olleta. Por esta época, aprovechaba los viajes de trabajo para conocer algo más, así, estando en Neiva viajaba por sus alrrededores a los Termales de Rivera o al embalse de Batania, en Medellín alguna vez nos fuimos hasta El Peñol y Guatapé para ver la represa y subirnos a la piedra, también visitamos Santafé de Antioquia, pasando a pie por el Puente de Occidente; estando en Nariño, los volcanes de Cumbal y Azufral y la Lagura de La Cocha también fueron objeto de visita. Hice mi primera salida del pais, en un viaje a Nariño, que incluía trabajar en Pasto, Túquerres e Ipiales y un fin de semana fuimos hasta Quito. Así mismo, en unas vacaciones de la empresa viajé hasta España, para visitar a Sandra, en Valencia.


Desde Manizales, ya en plan familiar, viajé algunas veces a Medellín, también hicimos viaje hasta Tolú y Cobeñas, con Islas de San Bernardo incluidas y otro hasta el Parque Nacional Tairona, pasando por Santa Marta.


Viajar, dejarme llevar por los pasos o las ruedas, por trabajo, familia o diversión, sólo o en compañía, pero viajar.


Ya les contaré la segunda parte de este cuento, a los compañeros del Colegio Robledo de Calarcá, de 1978, a quienes va dirigido este espacio.


martes, 19 de julio de 2011

Otro Verano

Este verano no he dedicado espacio a los acontecimientos anuales de julio como los Sanfermines, de Pamplona, que ya son recuerdo, y el Tour de Francia, que entra en su última semana. Lo que no quiere decir que no está al tanto de ellos, no, más bien es que no ha habido mucho que decir ni que contar. Los Sanfermines de este año batieron record de velocidad, paraciera que tuvieran prisa, los bólidos, que no toros, atravesaron las calles de Pamplona como alma que lleva el diablo, cada día más veloces; ni que tuvieran motor o pedales; y en el Tour la cosa no cala, ha habido estapas con cierto grado de emoción, con espectáculo, que no falta, pero algo falta, ya veremos en el Alpes cómo se ponene las apuestas.

Julio es mes de viajes, que se lo pregunten al Padre Camilo, que ahora pisa por tierras gallegas, para luego ir a la Capital (Madrid) y ya se verá dónde termina el periplo, ojalá se dejara caer por este Levante, que buenos aires tiene. Y el Amigo PTT, ya casi emprende viaje al norte, poco le falta, han comenzado ya con los adioses y las despedidas, que es señal de que la partida está muy cerca.

Sé que muchos otros aprovecharán la temporada para hacer sus viajes largos o cortos, sólos o en compañía, abandonando por unos días o semanas la rutina, que bien nos viene siempre; pero como no cuentan nada y se lo guarda para ellos, pues ni modo de hacer una vitrina de destinos y aventuras; los bachilleres del colegio Robledo de Calarcá de 1978 gustan de pasar desapercibidos, que no es con ellos, y ante eso no hay remidio ni tratamiento posible.

Así que mejor los dejo tranquilos y sigo mi camino, que este verano apenas empieza, ya les contaré. Entre tanto, disfruten del paisaje las compañía y la estancia.

Un abrazo a todos.

martes, 12 de julio de 2011

Una moneda para Caronte

Porque nunca se sabe, es mejor cargarla, no sea que el barquero del Hades te deje esperando sin fin, a orillas del Aqueronte. . .

No olvidemos, que en esta vida todo tiene su precio, más la muerte, esa cita ineludible que nos espera no se sabe dónde ni cuándo, pero que nos llega sin previo aviso, a veces como regalo envenenado. Regalo demasiado costoso, porque termina costándonos todo: La vida.

A través de los años presenciamos un rosario de partidas que nunca termina; bueno, termina con la única partida que no veremos, la propia. Así, parten familiares, amigos, allegados, personas de renombre y sin él; un día se fué Lenon, otro Galán, también Garzón y ayer Facundo y tantos otros que partieron forzados por la sinrazón y la violencia. Algunos en cambio, pudieron despedirse sin apremios, despacio, haciendo los tiempos, Sábato, entre los últimos, también Saramago, Obregón, Celia. . .

La cuenta no termina y no sabemos cuando ha comenzado, porque desde que somos, asistimos involuntariamente a adioses y despedidas. Una cercanas: padres, abuelos, hermanos (con sus respetivos femeninos, para no caer en sexismos); otras menos, pero de todos modos nos quedan las ausencias, los vacíos, los recuerdos.

Sirva la ocasión para rememorar a los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, de 1978, que cumplieron la cita de forma muy temprana: José Ramón Díaz, el último, pero también Fernando Antonio Rincón, Octavio Henao y Jorge Eliecer Lozano. Sin llegar a asegurar que la lista esté completa.

Así que lo mejor será mantener los monedas cerca, a la mano, porque Caronte no trabaja gratis.

PD: Es julio, es verano, pero a veces los temas se nos atraviesan y no podemos eludirlos. Abrazos a todos.





viernes, 24 de junio de 2011

Cien Años



Tal vez no quiso esperar más y por eso se fue antes de la fecha marcada en el calendario, sin darle ni siquiera importancia; también pudo ser que para evitarse cansancios mayores, al verse atrapado por el acontecimiento, hubiera preferido apearse antes de la estación y ahorrarse no se sabe cuántos sinsabores y contrariedades. Lo cierto es que hoy, 24 de junio, cuando se cumplen cien años del nacimiento de Ernesto Sábato, ya llevamos la cuenta de su deceso por los cincuenta y cuatro días. Se marchó envuelto en el silencio que le sirvió de compañía sus últimos años. La ausencia marca la fecha, su viaje anticipado desdibuja cualquier celebración y solo deja para el recuerdo esa mueca que trataba en vano de dibujar una sonrisa, cuando la pesadumbre era lo que ensombrecía su mirada y su rostro. Nos quedan sus palabras, su testimonio y su obra; qué más pedirle a un testigo excepcional de nuestro desastrado y desastroso siglo veinte?

Tarde conocí su obra literaria, empecé por el principio, por El Túnel, para continuar de forma algo precipitada con las dos novelas siguientes, Sobre héroes y tumbas y Abadón el exterminador, y no seguí porque no había más, pero fue suficiente. Con el transcurrir de los años le seguí los pasos, no muy de cerca, siempre había alguna nota, algún comentario, alguna columna o artículo que contaban cosas sobre el escritor, que recordaba su presencia y daba testimonio de su vigencia. Las últimas obras que pasaron por mis manos, Antes del fin y La Resistencia, ahora las releo.

Claro que esto no guarda referencia alguna con los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, egresados en 1978, para nada; porque, en primer lugar, Sábato no fue objeto de nuestras lecturas, no estaba incluido en los programas académicos de la época -creo que ahora tampoco- nos tocaba vérnoslas con Fernando de Rojas y La Celestina, con el Cantar del Mío Cid y otras hierbas por el estilo, sin dejar de lado a José E. Rivera y La Vorágine, a Jorge Isaac y La María y algún otro compatriota de estilo costumbrista; tampoco a Juan Rulfo y sus historias de Comala. Arduas lecturas para mentes calenturientas. García Márquez, que vino después, tampoco competía en las lecturas del colegio, que tampoco fueron muchas, Cien años de Soledad ya tenía su recorrido, pero no se le incluía y El otoño del patriarca apenas iniciaba su recorrido.

Yo me inicié leyendo periódico, con mucha frecuencia compraba un ejemplar de El Espectador, para acompañar las clases, no sé muy bien cómo hacía. pero leía el periódico, asistía a clase (asistía) y, bueno, terminé graduándome, no me puedo quejar...

Y, en segundo lugar, Sábato ha sido para mí una lectura personal, como casi todas mis lecturas, me basto con ello; no frecuento tertulias ni cosa que se le parezca y las conversaciones con los amigos y allegados pocas veces rosan el tema, con algunas excepciones, claro está, nada es completo, perfecto o inmutable, excepto, tal vez, el absoluto, ese al que con frecuencia trataba de acercarnos don Ernesto. Es posible que algún día podamos avistarlo, así sea de lejos.

miércoles, 15 de junio de 2011

Segundo intento.


























Decía en la entrada que se ha tragado el ciberespacio, vaya uno a saber cómo, que hoy 15 de junio tenemos eclipse total de luna, visible desde las mediterráneas playa españolas, al caer la noche, a eso de las 10, mejor dicho las 22, como se usa por estos lares, reloj de 24 horas, nada de aemes o peemes, que eso trae riesgos. Y resaltaba mi condición de testigo directo del fenómeno astronómico, con lo que no prentendía despertar la envidia de nadie, faltaría más.

Pasaba a continuación a mencionar lo que había encontrado en la web, un sitio "para lo que también estudiaron en el antiguo Cologio Robledo de Calarcá". Y que lo primero que me vino a la cabeza, a alguna parte de tan rubicunda pieza de la hago parte, fue la primera sede que ocupupó el Colegio entre las carreras 28 y 29 con calles 35 y 36 de la nomenclaruta actual (*) detrás de la sede que en nuestro tiempo ocupaba la Federación Nacional de Cafeteros, es decir la Escuela Girardot, que no sé si aún funciona allí, o si conserva su nombre; para mas veras, mi lugar de nacimiento, porque como lo comenté antes, en otra entrada, soy robledista de nacimiento, por algo soy nieto del eterno campanero del Robledo "Manuelito".

Y me refería a que tampoco clasificamos los que nos hicimos bachilleres arriba de la cancha de futbol, que por entonces sólo había una, en la segunda sede del Colegio, nada; la antigua sede del Robledo, para los weberos del caso, está al final de la carrera 25, frente al Instituto Calarcá (su segunda o tercera sede, que antes estuvo en la confluencia de la carrera 22 con calle 38, geografía urbana gratuita). Así que los antiguos se graduaron muy entrados los ochenta, y más, entonces, me preguntaba sobre la suerte que corrimos los que egresaron detrás de la Federación y los que pudimos hacerlo arriba de la cancha, bajo la arbolada de sauces llorones que cobijaron nuestros pasos por aquel entorno, dinosáurios como mínimo, me dije, antediluvianos en todo caso.

Finalizaba diciendo o escribiendo, tecleando, digitando, que mientras la luna continuaba su inexhorable ruta, para en una horas ocultársele al sol, detrás de la tierra, de que seré testigo directo (ocular), los antiguos alumnos del colegio Robledo de Calarcá estarán cada cual suyo, absorto en su destino y su ignorancia; eso sí, sin la más mínima intención de ofender o descalificar.

Un abrazo a los antediluvianos contertulios, abuelos y hasta bis, vaya uno a saber!

Eclipse de blog

martes, 19 de abril de 2011

Eso de "montar en cicla"

Lo primero que debo decir es que sólo hasta quinto o sexto de bachillerato aprendí a "montar en cicla" y lo hice en una monareta sin frenos que llevaba al Colegio "Lifer" - Luis Fernando Bermúdez- así, aprendí que la mejor manera de frenar era dejarme caer en el pasto antes de que la cicla me cogiera ventaja falda abajo, que en el colegio no era muy difícil dada su ubicación. Será por eso que he sido más caminante que rodador!

En mi casa no hubo triciclo, ni bicicleta, ni nada que se le parezca, hasta bien entrado en la veintena, y las pocas monedas que caían en mis bolsillos no alcanzaban para alquilar "una burra" donde don Jesús. Mis hermanos sí que las tuvieron, todavía recuerdo la camiseta rota producto de una de las aventuras bicicleteras de mi hermano mayor por los lados de la Albania, pero este cuento no va del ciclismo en la familia, va por otro lado, más personal.

Pasados los cuarenta y viviendo en Manizales, un compañero de oficina me invitó alguna vez a pasar un fin de semana en una finca por los lados de Chinchiná, para lo cual colgó de la parte trasera de carro dos bicicletas, y el domingo, para no perder la costumbre, nos fuimos a comprar el periódico, pero en las ciclas, dejamos el carro descansando. De esta pedaleada surgió la idea de comprar una y frecuentar el asfalto. Fueron muchos los fines de semana que dedicamos a pedalear por las inmediaciones de Manizales, en la via a Chinchiná, por la Autopista del Café, rumbo a la Rochela; alguna vez fuimos hasta Santa Rosa y no pocas veces escalamos kilómetros hacia el Páramo de Letras, a donde nunca llegué, el cuerpo no daba para tanto y el viaja a España se interpuso... Pero eso sí, pude ascender a Manizales pedaleando, bueno, no exactamente hasta la ciudad, más o menos hasta la entrada al Hospital Santa Sofía, eso de llegar hasta la Plaza de Toros requiere algo más que disposición y persistencia. . .

Ahora vivo el ciclismo desde el sillón, las clásicas de primavera son el entretenimiento de los fines de semana, antes de que lleguen las grandes competencias, El Giro en mayo, El Tour en julio y la Vuelta después. y como buen colombiano, trato de seguir los pasos a los dos a tres coterraneos que aún compiten por estas tierras.

Así que al cabo de las más de tres décadas de los incipientes pedalazos que dí por las inmediaciones del Colegio Robledo, antes de que nos mandaran a buscarnos la vida con un título de bachiller bajo el brazo, y de los fines de semana dándole al pedal por tierras caldenses, me queda el sillón, para regocijarme viendo cómo esos titanes del siglo XXI, despues de cinco o seís horas sobre la bicicleta tienen arrestos para rematar cada carrera.

Termino esta nota, hoy 18 de mayo, con el Giro en pleno desarrollo, y con Wouter Weylandt en la memoria, no sin antes dejar un saludo a los condiscípulos que desde 1978 pedaleamos en esta no siempre fácil vida, si olvidar los años compartidos en el Colegio Robledo de Calarcá.

PD: Don Ernesto Sábato se ha marchado en pos del absoluto. . .



lunes, 18 de abril de 2011

Abril, la primavera y las ausencias

Se consolida la primavera, los estornudos se acrecientan y los ciclistas se dejan llevar por los caminos adoquinados del norte de Europa; es abril en todo su explendor.

Los árboles vuelven a poblarse de puyitos verdecinos que, en poco tiempo, se tornan hojas y el renacer de la vida se hace notar en cada esquina. Entre tanto, con la regularidad que cada año trae, por los caminos polvorientos, las ruedas, acompasadas al son del pedaleo, arrebatan el aire, estremecen los cuerpos que las dominan y hacen la fiesta de cada primavera, el cilcismo se hace ruta y las competencias se suceden, cada una en su rito; el mito crece y el espectáculo no cesa.

Pero no siempre la primavera es sinónimo de vida, a veces también ella sucumbe en pleno renacer, la muerte no conoce de tiempos ni de espacios y menos de estaciones; se deja llegar, aparece, se hace presente para lleverse consigo a quien bien tuvo. Y nos deja el vacío que tiene cada ausencia, ese espacio que ya no se llena y permanece, no se sabe bien dónde.

La ausencia de José Ramón Díaz, es la marca que nos deja esta primavera, con ella se ha marchado, ahora sólo es recuerdo. Y con él ya son varios los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978 que han cumplido la cita. Ya no están, ya no son, pero sus imágens y recuerdos perduran en la memoria, de alguna manera se hace más presentes que los que simplemente se han alejado un poco del camino, pero sin abandonarlo.

La primavera continúa, los estornudos se hacen más frecuentes y cada día el sol alarga su presencia, acortando las noches poco a poco.

Y mientras los ciclistas siguen en su peregrinar sin rumbo, ayer allí, hoy por acá y después por allá -Mañana 20 de abril se corre la Flecha - Valona- los recuerdos siguen su curso, con imágenes que permanecen desde hace más de treinta años guardadas en la memoria, para aparecer ahora como si fueran de ayer y José Ramón sigue igual que cuando terminamos el Colegio, y así se quedará para siempre.


NOTA: Gracias a Luis Fernando Marín G. supe del deceso de nuestro ex compañero de clase, me hizo llegar una nota el mismo fin de semana de la partida de José Ramón.

martes, 22 de marzo de 2011

La primavera, la luna y las Fallas de Valencia

Que lo vuelvo a repetir, ha llegado la primavera al hemisferio norte, según los que saben del cuento ya llevamos varias horas metidos en el cuento, pero antes de este inicio terminaron algunas cosas: Como es obvio, el invierno, que le precede, y en Valencia, se quemaron las fallas y se acabó la fiesta. El final de fiesta tuvo su encanto, el 19 de marzo, día de San José -para los que siguen el santoral- patrono de la ciudad de Valencia, y día de la cremá de las fallas, coincidió con la luna llena, además de que la muy nocturna estaba en su momento más cercano a la tierra -lo que llaman el perigeo, según decir de los entendidos, lunáticos o lunólogos o como se les quiera llamar- así que coincidían la luna llena, el perigeo de la misma y las cremá en Valencia; por lo tanto, lo mejor era dejarse caer por la playa antes de la 19:30 horas, porque por estas tierras somos muy inclusives y llevamos los relojes con las 24; así, antes de la hora fijada, y después de una no muy larga espera, pudimos disfrutar de una salida de la luna sobre el mar, llena y perígea -se prodrá decir así?, como preludio a la noche más ígnea de la península. Estos son momentos que se viven y ya, no hay vídeos, ni fotos, ni nada que lo soporte, sólo queda el recuerdo y la sensación de haber estado ahí, en en justo lugar y en el momento preciso.

Pero este cuento estaba iniciado desde el hace varios días, desde el 22, para ser precisos, y apenas hoy vengo a retomarlo, día 31, antes que terminen otras cosas, como el mes y el primer trimestre de este ya avanzado 2011; que ha sido un trimetre bastante movido, eh!

Se movió, y bastante, en Japón, con unas consecuencias que aún no podemos dimensionar -por lo nuclear del caso; se movieron las cosas en el mundo árabe y siguen en sacudida, después de las estruendosas caídas en Tunez y Egipto, las cosas siguen su marcha y no podemos tampoco avisorar el rumbo que terminarán tomando, para muestra Libia, Gadafi y la OTAN, para no detenernos en Yemen, Siria y demás. Y se avecinan cambios en el siempre olvidado y mancillado Tíbet; el Dalai Lama renuncia a la jefatura de estado en el exilio; sabemos, y bien, que el Tíbet solo existe en el exilio, lo que pisotea China, con el silencio complice del mundo, no es más que su sombra! Así que los tibetanos se enfrentarán en poco a otra orfandad, después de la que viven desde hace ya más de cincuenta años, su jefe espiritual abandona la jefatura del estado, y eso es algo inédito para ellos...los estremecimientos no cesan.
Finalmente, para no prolongar más este entuerto de hoy, durante este trimestre hemos cumplido tres años de no ininterrumpida vida bloguera. Tendrán que perdonar los que se aventuren por este chapoteado espacio, pero es que eso de hacer blog es tan nuevo, aunque no lo parezca, que aun no aprendemos.
Pero no puedo terminar sin hacer alusión a Liz Taylor, la de los ojos violeta, el amor eterno de Richard Burton; ahora, mientras conducía desde la orilla del mar, mejor dicho, desde la oficina, que estamos ahora a la orilla del mar, me vino a la memoria un aire de tango "Sus ojos se cerraron, y el mundo sigue andando..." y es que no se detendrá, y mejor que no lo haga! por mucho que pase y suceda.
Con todo esto, pareciera que a los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978 los he dejado en un rincón, olvidados, pero no, sólo es apariencia. Por ejemplo, a Carlos Alberto Villegas Uribe, tal parece que se los tragó la tierra, que ha que ha sido devorado por la manigua; desde que se marchó para el Quindío, se han perdido sus pasos, no hay GPS que valga, el tipo insiste en el anonimato, la perdidez, el desconecte; en qué andará. . .

domingo, 27 de febrero de 2011

1492, Colón, lo reyes católicos y la madre que los parió...

Fácil recordar los cuentos, chinos, por cierto, que nos contaron desde la escuela y nos repitieron en el colegio sobre el mal llamado Nuevo Mundo, que terminó conociéndose con el nombre de América -claro que los amigos del norte tienden a apropiarse del termino de no muy buena manera.

Ya en alguna entrada anterior de esas que bordean octubre y su memorable fecha, dejaba caer algunas perlas sobre el llamado "descubridor", que si nació allí o acá, que su nombre que si apellido y todo lo que envuelve su historia, que no es tan lejana como para que genere tantas incógnitas, pero así es.

Pero el cuento lo traigo a raíz del libro que acabo de leer "1492 El nacimiento de la modernidad" de Felipe Fernández-Armesto. En la obra se elabora un retrato del mundo por aquellas calendas, desde la incipiente Europa, arrinconada en el extremo de la tierra conocida, los inicios de la exploración-explotación del continente negro, a monos de portugueses y españoles -que aun no lo eran, por entonces aragoneses, castellanos y demás- así como el intríngulis de la expansión religiosa, la batalla entre el Islam y el Cristianismo en tierras africanas. Centra su atención en las potencias económicas de la época, China e India y las tierras que circundan el océano Índico; refleja las dificultades que representaban para los europeos acercarse a esas fuentes de poder y riqueza, el eterno viaje terrestre por la insegura ruta de le seda o la alternativa de remontar el Nilo, para acceder a las costas de Etiopía. De allí la desesperada de los europeos por encontrar una nueva ruta hacia las Indias, porque allí se movía el mundo.

Se ha un bosquejo sobre los hilos del poder en la Europa del siglo XV, y se adentra en el tejemaneje y las peripecias de los descubrimientos.

Siempre tuve en la memoria que fue de Palos de Moguer, de donde zarpó la flota, comandada por el almirante, para emprender la búsqueda de la nueva ruta, después de que Isabel La Católica, reina de Castilla, empeñara sus joyas para financiar tan prometedora empresa. Pero parece que no hay tal, según Fernández-Armesto, de Almirante Colón no tenía un pelo, era lo que hoy podríamos llamar un encantador de serpientes; la empresa fue financiado por banqueros italianos radicados en Sevilla y algunas autoridades de las cortes de Castilla y Aragón, y el más probable puerto de salida fue desde San Sebastián de la Gomera en las Islas Canarias, desde donde los vientos alisios facilitan la navegación, que por entonces era de vela y dependía completamente de los vientos...

Después de leído el libro me quedé preguntándome cuántas otras mentiras o imprecisiones tuvimos que tragarnos, y nos seguimos tragando, los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, pero no sólo los de 1978. O será Felipe el que echa cuentos chinos y la verdad es la contienen nuestros textos escolares? Ser o no Ser, eh ahí el mehueco.

sábado, 12 de febrero de 2011

Aconteceres

En estos días nos dejamos arrastrar por los hechos sin oponer mayor resistencia; el poder de los medios de comunicación se hace patente cuando nos permite participar en vivo y en directo de la vida diaria en cualquier lugar mundo; desde lo más trivial o superfluo hasta los acontecimientos más trascendentales, como los que se viven en el mundo árabe en estas primeras semanas del año, donde dos dictaduras de viejo calado se han derrumbado ante el empuje sus pueblos.
Difícil permanecer indiferente ante acontecimientos como los protagonizados por tunecinos y egipcios. Y no es que estos levantamientos sean nuevos, de ello da cuenta la historia, recordemos la caída de los regímenes de los países de la Europa del este, con la caída del Muro de Berlín como hito insospechado. Qué lejos vemos ahora lo que en su momento fuera la Cortina de Hierro, y no ha pasado tanto tiempo, escasas dos décadas. Esto nos da una idea de cómo el mundo se ha ido transformado desde que nos hicimos bachilleres en el Colegio Robledo de Calarcá en 1978.
Mucha agua ha pasado bajo el puente, el mundo de entonces apenas se reconoce hoy, lo mismo que los rostros impresos en aquel mosaico del "saco a cuadros" que dejamos colgado en las paredes del colegio, para eterna memoria; eternidad efímera, como lo demuestra el hecho de que el Colegio ya no está donde lo dejamos, de nuestros profesores es difícil que alguno siga dictando clases y del mosaico ya ni el recuerdo.
Pero esa es la vida, una cadena de acontecimientos ininterrumpido, cada vida, cada familia, cada pueblo se van haciendo otros de forma paulatina. Que distinto es el mundo y cuan distintos cada uno de nosotros, al punto que algunos, después de tantos años de no vernos, ni siquiera podamos reconocernos en un improbable reencuentro.
Entre tanto, y mientras los pueblos árabes labran sus inciertos destinos, yo seguiré anclado en esta esquina, como en estos tres últimos años, viendo pasar la historia por delante de las narices.

sábado, 5 de febrero de 2011

Sueños de amanecer

Ayer viernes, mientras me desplazaba la oficina -unos veinte minutos de recorrido en coche o carro que llaman- en medio del tráfico de la primera hora del día para atravesar la ciudad de Valencia, jugaban en mi mente recuerdos de futuro.
Bueno, mejor aclarar antes de que el entuerto se haga más grande; digo futuro, porque me recreaba en una imaginaria reunión que por no haber pasado, necesariamente tiene que ser del futuro y aludo a recuerdos, porque los rostros de los compañeros de reunión no se corresponden con lo que tienen los personajes hoy. Afirmación esta última que hago sin temor a equivocarme, por muy Berlusconi que se se las dé alguno (Que no hago referencia a nadie en particular, no tengo referencias, no recibos mensajes; así, el que se sienta aludido, que se mire al espejo).
Los reunidos éramos los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá en 1978, pero a pesar de los treinta y tantos años transcurridos, se paseaban en mi mente con los rostros que conservo de todos ellos, la gran mayoría en plena juventud!
Y es que no podía ser de otra forma, en nuestras mentes permanecen los rostros de los amigos y conocidos con las edades que tenían las últimas veces en que nos encontramos, y como a la gran mayoría de ellos no los veo desde la época del colegio, pues así permanecen. Con los cercanos o más frecuentados el paseo es distinto van madurando y transformándose a través de los años al mismo ritmo que uno, claro que algunos sacan ventaja, los demás se quedan como en una fotografía, inmutables.
En esto me distraía hasta llegar a la oficina, entonces, desconectar y de nuevo a la rutina.
Hoy he querido compartirlo con los que frecuentan o llegan por accidente a este sitio, bien lo canta Serrat:
"Los recuerdos suelen
contarte mentiras.
se amoldan al viento,
amañan la historia;
por aquí se encogen,
por allá se estiran,
se tiñen de gloria,
se bañan en lodo,
se endulzan, se amargan
a nuestro acomodo,
según nos convenga;
porque antes que nada
y a pesar de todo
hay que sobrevivir.
...

viernes, 21 de enero de 2011

SIN CUENTA

Mejor escribirlo como corresponde, cincuenta. Sí, porque muchos ya hemos llegado y los que aún nó, el camino que tienen por delante es cada vez menos largo.

Los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, que en 1978 recibimos grado, estamos pasando el medio siglo de vida, que no es poco decir -claro que algunos no supieron llegar a la cita y se nos fueron quedando en el camino, así que ya nunca lo alcanzarán- y en estos diez lustros el agua que ha pasado bajo el puente ha traido muchas cosas de todos los colores y sabores y para todos los gustos.

Para empezar, algunos de aquellos mozalbetes son ahora abuelos y otros hasta se han jubilado o pensionado que llaman, así que la mocedad nos va quedando solo en la memoria, que cada es es menos. . . Pero no se alarmen, que no es para tanto, que la calamidad aún no nos alcanza; cuando nacimos, las vías de comunicación en nuestro país eran poco más que caminos de herradura, la telefonía casi desconocida y la televisión para unos pocos; reinaban la radio y los periódicos.

Y en cincuenta años, a más de abuelos -que yo no me incluyo en el grupo, eh! y me atrevo a excluir también al padre Camilo- el mundo ha dado muchos cambios en tan pocos giros: Dicen que fueron a la Luna y cada vez se va más lejos y más rápido, las comunicaciones se volvieron en línea, es decir en vivo y en directo, la radio, la prensa y la televisión evolucionan al ritmo de los tiempos y los vemos ahora en nuestras pantallas personales, aunque mejor sería anteponerle un "in". De los caminos de herradura la evolución es más lenta más densa y más caótica, pasamos de la mula al avión pero seguimos virtualmente en el falgo, en eso que llaman tan pomposamente infraestructura vial.

Qué lejos están los juegos de entonces, cuando era suficiente una tapa de gaseosa o de cerveza para jugar a la vuelta a colombia en los andenes , o una cajita de madera de aquellas en las que vendían arequipe, para con una cuerda hacer un carro! Claro que no somos de la generación de la pizarra, nos tocaron cuadermos y salones con tableros de madera o cemento con las consabidas tizas -arma contundente contra alumno elevado, un buen tizaso y volvias en cuerpo y alma a la clase (a ver Villegas, en qué ibamos?). Otra cosa era borrar el tablero con almohadilla de trapo y después descargarla en la cabeza del elevado de turno. . .

Ahora la generación del chip, hasta para jugar depende de ellos, los salones de clase se van equipando con computadores, uno para cada alumno, los tableros ya no se ven y las tizas menos, para no hablar de almohadillas. Cuadernos?, lapiz?, escribir?, P e n s a r . . . ? ? ?, Do you speak english?.

Joder!!! Cincuenta años, parece mentira, pero ahí están los almanaques para certificar la fechas.

Un abrazo a todos.