domingo, 27 de febrero de 2011

1492, Colón, lo reyes católicos y la madre que los parió...

Fácil recordar los cuentos, chinos, por cierto, que nos contaron desde la escuela y nos repitieron en el colegio sobre el mal llamado Nuevo Mundo, que terminó conociéndose con el nombre de América -claro que los amigos del norte tienden a apropiarse del termino de no muy buena manera.

Ya en alguna entrada anterior de esas que bordean octubre y su memorable fecha, dejaba caer algunas perlas sobre el llamado "descubridor", que si nació allí o acá, que su nombre que si apellido y todo lo que envuelve su historia, que no es tan lejana como para que genere tantas incógnitas, pero así es.

Pero el cuento lo traigo a raíz del libro que acabo de leer "1492 El nacimiento de la modernidad" de Felipe Fernández-Armesto. En la obra se elabora un retrato del mundo por aquellas calendas, desde la incipiente Europa, arrinconada en el extremo de la tierra conocida, los inicios de la exploración-explotación del continente negro, a monos de portugueses y españoles -que aun no lo eran, por entonces aragoneses, castellanos y demás- así como el intríngulis de la expansión religiosa, la batalla entre el Islam y el Cristianismo en tierras africanas. Centra su atención en las potencias económicas de la época, China e India y las tierras que circundan el océano Índico; refleja las dificultades que representaban para los europeos acercarse a esas fuentes de poder y riqueza, el eterno viaje terrestre por la insegura ruta de le seda o la alternativa de remontar el Nilo, para acceder a las costas de Etiopía. De allí la desesperada de los europeos por encontrar una nueva ruta hacia las Indias, porque allí se movía el mundo.

Se ha un bosquejo sobre los hilos del poder en la Europa del siglo XV, y se adentra en el tejemaneje y las peripecias de los descubrimientos.

Siempre tuve en la memoria que fue de Palos de Moguer, de donde zarpó la flota, comandada por el almirante, para emprender la búsqueda de la nueva ruta, después de que Isabel La Católica, reina de Castilla, empeñara sus joyas para financiar tan prometedora empresa. Pero parece que no hay tal, según Fernández-Armesto, de Almirante Colón no tenía un pelo, era lo que hoy podríamos llamar un encantador de serpientes; la empresa fue financiado por banqueros italianos radicados en Sevilla y algunas autoridades de las cortes de Castilla y Aragón, y el más probable puerto de salida fue desde San Sebastián de la Gomera en las Islas Canarias, desde donde los vientos alisios facilitan la navegación, que por entonces era de vela y dependía completamente de los vientos...

Después de leído el libro me quedé preguntándome cuántas otras mentiras o imprecisiones tuvimos que tragarnos, y nos seguimos tragando, los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, pero no sólo los de 1978. O será Felipe el que echa cuentos chinos y la verdad es la contienen nuestros textos escolares? Ser o no Ser, eh ahí el mehueco.

sábado, 12 de febrero de 2011

Aconteceres

En estos días nos dejamos arrastrar por los hechos sin oponer mayor resistencia; el poder de los medios de comunicación se hace patente cuando nos permite participar en vivo y en directo de la vida diaria en cualquier lugar mundo; desde lo más trivial o superfluo hasta los acontecimientos más trascendentales, como los que se viven en el mundo árabe en estas primeras semanas del año, donde dos dictaduras de viejo calado se han derrumbado ante el empuje sus pueblos.
Difícil permanecer indiferente ante acontecimientos como los protagonizados por tunecinos y egipcios. Y no es que estos levantamientos sean nuevos, de ello da cuenta la historia, recordemos la caída de los regímenes de los países de la Europa del este, con la caída del Muro de Berlín como hito insospechado. Qué lejos vemos ahora lo que en su momento fuera la Cortina de Hierro, y no ha pasado tanto tiempo, escasas dos décadas. Esto nos da una idea de cómo el mundo se ha ido transformado desde que nos hicimos bachilleres en el Colegio Robledo de Calarcá en 1978.
Mucha agua ha pasado bajo el puente, el mundo de entonces apenas se reconoce hoy, lo mismo que los rostros impresos en aquel mosaico del "saco a cuadros" que dejamos colgado en las paredes del colegio, para eterna memoria; eternidad efímera, como lo demuestra el hecho de que el Colegio ya no está donde lo dejamos, de nuestros profesores es difícil que alguno siga dictando clases y del mosaico ya ni el recuerdo.
Pero esa es la vida, una cadena de acontecimientos ininterrumpido, cada vida, cada familia, cada pueblo se van haciendo otros de forma paulatina. Que distinto es el mundo y cuan distintos cada uno de nosotros, al punto que algunos, después de tantos años de no vernos, ni siquiera podamos reconocernos en un improbable reencuentro.
Entre tanto, y mientras los pueblos árabes labran sus inciertos destinos, yo seguiré anclado en esta esquina, como en estos tres últimos años, viendo pasar la historia por delante de las narices.

sábado, 5 de febrero de 2011

Sueños de amanecer

Ayer viernes, mientras me desplazaba la oficina -unos veinte minutos de recorrido en coche o carro que llaman- en medio del tráfico de la primera hora del día para atravesar la ciudad de Valencia, jugaban en mi mente recuerdos de futuro.
Bueno, mejor aclarar antes de que el entuerto se haga más grande; digo futuro, porque me recreaba en una imaginaria reunión que por no haber pasado, necesariamente tiene que ser del futuro y aludo a recuerdos, porque los rostros de los compañeros de reunión no se corresponden con lo que tienen los personajes hoy. Afirmación esta última que hago sin temor a equivocarme, por muy Berlusconi que se se las dé alguno (Que no hago referencia a nadie en particular, no tengo referencias, no recibos mensajes; así, el que se sienta aludido, que se mire al espejo).
Los reunidos éramos los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá en 1978, pero a pesar de los treinta y tantos años transcurridos, se paseaban en mi mente con los rostros que conservo de todos ellos, la gran mayoría en plena juventud!
Y es que no podía ser de otra forma, en nuestras mentes permanecen los rostros de los amigos y conocidos con las edades que tenían las últimas veces en que nos encontramos, y como a la gran mayoría de ellos no los veo desde la época del colegio, pues así permanecen. Con los cercanos o más frecuentados el paseo es distinto van madurando y transformándose a través de los años al mismo ritmo que uno, claro que algunos sacan ventaja, los demás se quedan como en una fotografía, inmutables.
En esto me distraía hasta llegar a la oficina, entonces, desconectar y de nuevo a la rutina.
Hoy he querido compartirlo con los que frecuentan o llegan por accidente a este sitio, bien lo canta Serrat:
"Los recuerdos suelen
contarte mentiras.
se amoldan al viento,
amañan la historia;
por aquí se encogen,
por allá se estiran,
se tiñen de gloria,
se bañan en lodo,
se endulzan, se amargan
a nuestro acomodo,
según nos convenga;
porque antes que nada
y a pesar de todo
hay que sobrevivir.
...