lunes, 25 de octubre de 2010


EL MONZÓ DE UNA BARCELONA SORPRENDENTE

Barcelona. Ciudad europea. Tierra de sorpresas. Territorio para la creatividad. Otra España vivida y disfrutada. Memoria desgranada para los amigos cómplices. Ahora con el nombre grato de Amanda. Mi encuentro con la ciudad cosmopolita, abierta, encantadora. Y sin embargo, ciudad relegada por la historia oficial. Tierra de mirada zurda, intuida desde la propuesta de Gaudí. Confirmada a cada paso de argonauta asombrado, en Pasei de Gracia. Calles construidas para mis avios, donde asomó, desmesurada, la poética de Brossa. Ni los géneros pusieron límite a su expresión, militó en el bando libertario. Artista catalán que cultivó, desde la poesía, todas las expresiones: literaria, escénica, visual, objetual. Son chistes gráficos sus poemas visuales que rompen la lógica como ola en la roca. Si no lo hubieran ocultado, podría afirmarse que es el padre del mal denominado humor gráfico. Amigo de Miró, Foix, Prat y todos los posibles Joans republicanos, como si alguno no lo fuera. Convocados por la imaginación, todos, incluido Serrat, aparecieron de golpe en el rincón museo donde pervive Joan Brossa. En todos y todas, la vocación inquebrantable, señera, de contarse como un conglomerado humano particular, identificable, con destino propio. Un conjunto de genialidad que reafirma la particularidad de la mágica Barcelona: ciudad con pasión artística, estética, contracultural, vanguardista, memorable.

Gaudí. Hombre mito. Una arquitectura alelada. Pero también cosmovisión intensa. Ser reinventado desde la naturaleza. Sus comprensiones místicas cantadas en piedra. Batló, Miló, Güell, Sagrada Familia; geometrías regladas. La voluntad trascendente del artista que revela secretos. Exploración de arcanos que tienden puentes a sentimientos hondos. Esa, la particular sensación del encuentro con el artista presentido. Parque Güell, la unión con el héroe de las mil caras. La certeza de haber caminado en la cresta de un milenario dragón. La íntima convicción, compartida con Elena, de encontrarme en el regazo del monstruo. Monomito en clave, historia que nos inventa y se repite en un eterno retorno. Intuición de haber leído bien a Campbells y la alegría de saberme protagonista del juego. Una aventura rematada con la espada de San Jorge en el alto de las tres cruces. Y allí, el lenguaje críptico que nos cuenta desde los arquetipos y la psicología de las profundidades. La necesidad de encontrarnos con el Minotauro y vencerlo, para regresar, limpios, luminosos, depurados, a nuestra propia aventura. Complicidad, a cada paso, con signos, materiales, técnicas: cerámica, vidriería, hierro forjado, palmeras, cielo abierto y su palpitante trencadis. La otra cara –maravillosa, mística, exotérica y poco turística– de una Barcelona secreta, profundamente habitada, que está por ser descubierta.

Batucada. Alegría súbita. Invitación a seguir. Llamado a la sonrisa. Exhortación a explorar infinitas posibilidades. Barcelona es entonces una ciudad lúdica. Una urbe viva que se levanta contenta. Desde sus plazas abiertas, los mimos guiñan gestos. Como espejos, esculcan las sonrisas en los rostros asombrados. Es diciembre, los barceloneses concitan la solidaridad en cada esquina. Aquí, en el Montjuic las toponimias nos recuerdan a los griegos. En Las Ramblas, la inmovilidad de las estatuas humanas convidan al regocijo. El paseo huele a mar, a mariscada, a manada de domingo sin afanes. En el Rabal, un desmesurado gato se erige sonriente, es Botero que ríe impúdico, Una Hormonia, fiera mitológica que los griegos no cantaron, asoma su rostro en un croissant. Daniela Violi, ilustradora colombiana, es el espíritu de fiesta en la colonia latinoamericana, cantamos con ellos. La visita al Mercat de Saint Antoní nos acerca las costumbres navideñas; canelones de bonito, nuestra cena. En el barrio gótíco la memoria registra callejones que acercan los pasos cansados al Palau de la Música. Descubrimos los cagatíos, luego, una larga fila de turistas que desesperan por un costoso bocadillo de tradición y marca. Finalmente construyo caleidoscopios con los fragmentos de las vivencias recuperadas y vuelvo a caminar los afectos de la Barcelona humana.

Monzó. Otro encuentro. Lejos de Barcelona. Un escritor asombroso acecha. Espera paciente para suscitarme recuerdos. Se llama Quim, llega por sorpresa. Estoy en la Biblioteca de la UCM. Derivo mientras una anhelada decisión burocrática estira tiempos. Busco algún aliciente que ayude a entretener la espera. Alargo la mano, cojo el primer libro a mi alcance. Entonces aparece él, Quim Monzó, y se desgrana con sus cuentos. Un escritor barcelonés, creativo, novedoso, ameno, con insuperable habilidad para traspasar dimensiones. Vuelvo a leer la tapa del libro: 86 cuentos, y es de Anagrama. No es novel, tampoco desconocido, aunque los circuitos comerciales no lo promocionen al Nóbel. Aunque haya sido traducido a doce idiomas y se le compare con Kafka, Borges, Rabelais. Así lo refiere la contracarátula que además relaciona sus novelas, sus antologías y los premios recibidos. Sus narraciones de tiempos entretejidos, la velocidad de sus relatos y sus personajes mágicos, seducen, alucinan, atrapan. Joan Brossa vuelve aparecer en uno de ellos, Quim Monzó lo conjura, le dedica Historia de un Amor. La serpiente que se come por la cola, el monomito que regresa en el dragón de Güel a Barcelona. Surge la idea de compartir el texto de Quim Monzó con los amigos, en este ejercicio de afectos literarios: Portafolios.

Carlos Alberto Villegas Uribe
Técnica Mibonaci (1,2,3,4,5,6…..)
Madrid, 24.10.10.

domingo, 10 de octubre de 2010

NOBEL -ES

Isaac Bashevis Singer, voy a pecar de ignorante y de atrevido a la vez, pero estoy casi seguro que ninguno de los bachilleres egresados en 1978 del Colegio Robledo de Calarcá, entre los que me cuento, identificarán este nombre con ningún escritor, y menos aún con un premio. Afirmación extensible a la inmensa mayoria de bachilleres egresados de los colegios de secundaria de Calarcá, el Quindío y Colombia, para no extenderme más, que no es necesario. Su nombre no nos dice nada, en absoluto; a quién sí? Vamos, sin consultar la Wiki, que eso es trampa!

Pues bien, no prolonguemos más la duda, el Isaac éste, judio de origen polaco, recibió el Nobel de literatura ese año, 1978, y no voy a citar a los galardonados en Física, Química, Medicina o Economía, que sus nombres se nos quedarán igual de lejanos y extraños. Pero sí agregaré los de Anwar al-Sadat y Menachem Beguin, también judio de origen polaco, que recibieron el Nobel de Paz, por su participación en los acuerdos de Camp David, alguién los recuerda?. Sí con Jimmy Carter, el 17 de septiembre, mediante el cual Israel y Egipto dirimieron sus conflictos territoriales y firmaron la Paz, lo que terminaría costandole la vida al presidente Egipcio tres años más tarde. . . Seguramente estabamos tan concentrados en terminar año y graduarnos, que ni nos dimos cuenta.

Así es, de 1978 recordamos que fuimos extirpados del Colegio, pero poco más, para muestra estos botones. Me pregunto hora qué recordarán los bachilleres del 2010, cuando dentro de treinta o más años, les pregunten por Liu Xiaobo? si es que alguno lo identifica hoy con el Premio Nobel de Paz de este mismo año.

Nota final: por fin, después de varios meses, terminé la lectura de El nacimiento del mundo moderno de Paul Johnson; Ahora enfilo con Postguerra, una historia de Europa desde 1945, de Tony Judt, historiador Británico fallecido hace apenas dos meses.


martes, 5 de octubre de 2010


¡Viva! ¡VIBA! El IBA tiene pregrado


El pasado 30 de septiembre, el Consejo Superior de la Universidad del Quindío aprobó el pregrado en Artes Visuales para el Instituto de Bellas Artes –IBA–.

Esta deuda pagada se convierte en una buena noticia que nos deja dos certezas.

Una, los procesos institucionales, por paquidérmicos, responden tarde a los anhelos de formación de los quindianos.

Dos, más allá del necesario trabajo serio que garantice la solidez de los programas, existe mucho de voluntad política que viabiliza o entorpece las iniciativas de los funcionarios que quieren hacer progresar a la Universidad del Quindío.

Cuando a mediados en la década del 90, el rector Henry Valencia Naranjo dio vía libre al Instituto de Bellas Artes en el edifico patrimonial del centro de Armenia, ya muchos años antes, varios profesores habían luchado a brazo partido por hacer realidad esa iniciativa. Entre ellos Mario Ramírez Monard, quien prefirió aceptar el inicio del IBA con cursos de educación continuada a abandonar una idea que revolucionaría la enseñanza estética en el Departamento.

En varias oportunidades el propio Ramírez Monard intentó que distintos rectores entendieran la necesidad de unos programas formales para abirle las puertas a la cualificación profesional de los talentos quindianos.

Con Laura Victoria Gallego y con un grupo de profesores del Instituto de Bellas Artes trabajamos en el 98 los primeros currículos formales para aprobación del Consejo Superior. Recuerdo con especial cariño, por su dedicación, los nombres de Maria Fernanda López, Alba Lucía Solorza, Mildred Eugenia Gutiérrez y Antonio Stalin García, en el área de Artes Visuales, a Juan Carlos Guío, Deiner Sergio Hurtado, Alberto Gaitán y Edgar Gallego, en el área de música.

Contamos además con el aporte profesional de un artista quindiano formado en Tecnología Educativa: Gustavo Muñoz Matiz. Con el apoyo del Ministerio de Cultura y la Gerencia de Cultura que orientaba en su momento Gladys Molina articulamos a estas iniciativas el Diplomado en Gestión Cultural y formulamos el proyecto de la Escuela Internacional de Bellas Artes. Sin embargo, la mirada pragmática del rector de turno no le permitió entender que el Quindío necesitaba alas para el espíritu y su generosidad solo alcanzó para la dotación de unos pocos nuevos instrumentos.

11 años después de una paciente tarea -en la que cuenta sin duda la presencia constante de José Nodier Solórzano Castaño como Coordinador Académico, y del animoso grupo de profesores, entre quienes todavía sobrevive con pasión de creadora, el nombre de Mildred Eugenia-, es posible que los quindianos celebremos un triunfo que nos pertenece a todos: por fín le han aprobado al Instituto de Bellas Artes su primer programa de pregrado en Artes Visuales.

José Nodier, a quien no solo conocemos como un escritor de talento en el Quindío, sino también como a un gestor cultural de trayectoria probada que le ha entregado a nuestra tierra la primera y efectiva Biblioteca de Autores Quindianos, se prepara para apuntalar un nuevo éxito en su tenaz gestión académico–administrativa: el programa formal de música y el programa de Danza. 11 años de una paciente y titánica labor contra la falta de voluntad política y la desidia estética.

Y así como no hemos señalado los nombres de quienes han entorpecido un rápido desarrollo del IBA –pues no se lo merecen–, sí es necesario señalar que para los artistas, los gestores culturales y los ciudadanos interesados en el desarrollo cultural de nuestra tierra, el nombre de Alfonso Londoño Orozco, actual rector de la Universidad del Quindío, brillará con horizonte propio en la historia del arte quindiano. Voluntad política que se traduce en certezas académicas y en elementos de progreso para la región. Enhorabuena.

Carlos Alberto Villegas Uribe
Madrid, 05.10.10