jueves, 23 de febrero de 2012

tareas para toda la vida...

"La necesidad de enseñar"

"Es imprescindible aprender. Nunca hemos de dejar de hacerlo, es tarea de toda una vida, hasta el punto de que cesar de aprender es el máximo envejecimiento, el definitivo. Pero conviene no olvidar que es decisivo enseñar, que alguien enseñe, que alguien nos enseñe.

"Aprendemos de múltiples modos y maneras, pero esta variedad no significa que hayamos de desestimar la compañía, la complicidad, la proximidad de quienes nos facilitan, nos procuran, nos acercan, nos posibilitan saber..."

"Nunca olvidamos a quien nos enseña bien lo que es verdadero y bueno. Nos inicia en una forma de relación con lo sabido, para que sea parte constitutiva de los somos. Es cierto, se insiste, "hay que aprender a aprender", pero no hemos de olvidar que hay que enseñar a aprender. Alguien ya dijo que enseñar es dejar aprender. Y ese dejar no es una pasividad, es una creación de posibilidades propias para cada cual, apropiadas. en realidad, ello distingue al buen profesor, al buen educador. Tener un buen maestro, disfrutar de la dicha de un buen maestro es un regalo de la vida y hemos de reconocerlo con agradecimiento y sencillez. Lo hemos necesitado y lo necesitamos."

Angel Gabilondo, el Pais, 22 de febrero de 2012

He querido transcribir algunos apartes del blogg de Angel Gabilondo "El salto del Angel", como una forma de recordar a nuestros maestros y profesores, a los que durante los once años en que trasegamos por escuelas y colegios, contribuyeron a formar en todos y cada uno de nosotros lo que finalmente resultamos siendo. Desde los que nos recibieron en la escuela primeria y forjaron los cimientos, hasta los que terminaron la labor en 1978 en el Colegio Robledo de Calarcá. Al decir "terminaron" lo hago sabiendo que fue el final de un ciclo, dentro del espiral que nos arrastra, espiral, no remolino.

Sus nombres los tenemos en listas personales, porque son experiencias individuales, a pesar de que fueron compatidas; bien dicen que cada quien habla de la feria según le fue en ella, y no les falta razón. Imagino que habrán coincidencias, como es lógico, lo mismo que diferencias, no sin razón; pero lo que si tengo claro, es que en un algún rincón de nuestro ser guardamos sentimientos de gratitud por esos hombres y mujeres que con su esfuerzo, dedicación y compromiso, marcaron nuestras vidas. Porque todos tuvimos la felicidad de disfrutar experiencias junto a un buen maestro, y en más de una oportunidad, y sus enseñanzas nos acompañan siempre y nos impulsan a seguir aprediendo, dia a día.

No quiero dejar nombres, cada quien lleva huellas particulares y conserva sus gratos recuerdos...

martes, 14 de febrero de 2012

Estrenar cuadernos

Por ahí pasamos todos en repetidas ocasiones, inevitablemente, el inicio de cada año implicaba estrenar cuadernos, se marcaban con el nombre y la materia y algunos, los más juiciosos, hasta con el nombre del profesor. Creo que también se usaba identificar el grupo, 6º-A y el año, 1978; pero no era regla, los habría que simplemente los iniciaban desde la primera hoja.

Pero el paso anterior era la compra de los mismos, con cargo al bolsillo de los padres, obvio; claro que también los había procedentes de los directorios políticos o de otras instituciones de distintos pelambres, así que mejor no hablar sólo de la campra. Lo cierto es que, de cualquier manera, se terminaba cargando cinco o más cuadernos bajo el brazo o dentro de alguna imitación de mochila o maletín, que nos acmpañaban buena parte de nuestras jornadas estudiantiles y se arrinconaban en algún lugar de la casa una vez terminada la misma. Por aquel entonces era común que en casa se tuvieran pupitres, en mi casa hubo uno, amarillo, que sobrevivió como herencia sempiterna hasta el último de los noreña-gamboa, incluso creo que aún sobrevive en alguna parte de la estancia materna.

De cincuenta o cien hojas, he ahí el dilema. . . de acuerdo con nuestras capacidades cabalísticas, experiencias y espectativas decidíamos de cuántas hojas, buscando que durara para toda la legislatura; también los había de 20 hojas, pero eran una minoría. Y nos quedaba la opción de repartir uno grande en varias materias, vaya sapiencia!. Por esa época surgieron los cuadernos anillados o argollados, que rompieron con la dictadura de las cien hojas como límite, llegaron los "cinco-materias", pero es posible que para disfrutar de tan maravillo invento tuviéramos que esperar algunos años.

Lápiz o lapicero? porque la época del estilógrafo había sido superada, eso de cargar la tinta y llenar el aparatejo de marras, con las consabidas manchas que ocasionaban los inevitables accidentes (manchas azules o negras en los cuadernos y la ropa, en el bolsillo de la camisa o dentro del maletín, desastre total), no iba muy bien con nuestros desordenados espíritus. En un momento dado quise especular que a lo mejor Jotica* podría haberlos llevado, los estilógrafos, pero un vago recuerdo me persuadió de lo contrario: La ocasión en que por poco se ahoga con el obturador del lapicero, ese adminículo que algunos modelos de plástico tenían para empujar o guardar la mina y que , por lo visto y vivido, servian de entretenimiento a nuestra brillante compañero de clases, hasta que la mala jugada le persuadió de no volverlo a hacer con el lapicero tan cerca de la boca. Si la memoria no me traiciona del todo, fue en clase de química, con don Urbano Zapata, es decir en quinto o sexto. Jota lo recordará mejor que yo, por una vez fue el protagonista de la clase por algo diferente a su excelente rendimiento!

Lápiz o lapicero? lapicero por mayoría. Porque los portaminas tampoco habían hecho su aparición por aquel entonces, estaban cerca, pero no tanto; o si lo estaban, no se habían popularizado aún.

Aún no disponíamos de calculadoras manuales, todo a lapiz, sumando, restando, multiplicando y dividiendo; raiz cuadrada también y no olvidar la tabla de logarítmos ¿para que servía a más de rajarnos en trigo?.

Tal parece que nos tocó la epoca intermedia entre la pizara y el ordenador, entre el ábaco y la calculadora, la del lápiz y el papel...

Pasan por mi memoria momentos en los que con esmero escribíamos las primeras páginas de nuestros cuadernos, con las primeras lecciones de cada año, y cómo, con el pasar de los días y el avance del año, la prisa y otros intereses terminaban reflejándose en los mismos con hojas en blanco, testigos mudos de alguna fuga; tachones, enmendadubas y borrones, que hicieron parte inherente de nuestro proceso de aprendizaje.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Cuatro Años

Al cumplir cuatro años de "ininterrumpida labor", es necesario mirar atrás y comprobar el camino recorrido. Alguna huella debe haber, quizás pequeñas y casi indelebles marcas en la memoria de los que por algún acaso han caido en este blogg. Unos cuantos comentarios y algunos mensajes de texto a través del correo electrónico nos permiten saber que no se ha escrito en vano. La otra herramienta que nos hace saberlo es el contador de visitas que tiene instalado este chisme, y que nos permite saber la cantidad de visitas que recibimos, día a día.

Sé perfectamente que este entuerto no es masivo, todo lo contrario, tiene una orientación muy determinada: Los bachilleres del colegio Robledo de Calarcá, que en 1978 hechamos a andar por el mundo. Así que no me extraña que los visitantes sean pocos, cuando no escasos, pero en ningún momento inexistentes. Adicionalmente, y como bien lo saben algunos de mis ex compañeros de friega colegial, con cierta regularidad les hago llegar un mensaje, recordándoles que este cuento no para, que sigue acumulando letras, que no se desiste en el empeño.

A estas alturas de la partida, las cosas no son de todo como imaginaba en sus inicios, los contactados son pocos y, además, bastante silenciosos, no sé bien si tímidez o desinterés, o vaya a saberse qué; lo cierto del caso es que de los convocados sólo unos cuantos han sido notificados o enteredos, razón adicional para que este negocio aún no peleche.

Las causas no pueden ser muchas, y la culpa de nadie, al menos nadie distinto de mí, que me metí sin consultas previas ni los estudios de mercado pertinentes. Además, los medios han sido bastante reducidos, a más de la buena volundad de los mas cercanos, poco. Sin dejar de lado que desde que estoy dándole a la matraca, no han vuelto mis pasos por tierras cafeteras; sigo varado a orillas de Mediterráneo, respirando otros aires, cuasi desconectado del mundanal eje cafetero colombiano, y digo cuasí porque algunos rumores recibo, aunque también escasos.

Algo que sí he podido comprobar, a lo largo de estos 48 meses, con mis incursiones en el laberinto que nos concierne, es decir la época del colegio, la década de los años setenta, es la escacez de material que presenta la web. Muy pocas cosas se han vertido a este medio, tan pocas que podría decirse que todo está por hacer. Y no sólo a nivel del municipio o del departamento, funciona igual para el colegio o cualquier institución de la región, es decir, sobre lo que inutilmente he tratado de encontrar información.

Parece ser que en la digitalización de archivos estamos en pañales, o menos aún, en estado embrionario, si es que alguien ha llegado a pensar en ello -de lo que no tengo la más mínima idea y me quedan muchas dudas-. Entendible, claro, las prioridades son otras, la inmediatez nos carcome y, en últimas, para qué digitalizar archivos que a lo mejor nadie llegue a consultar o cuya importancia sea tan reducida que no valga la pena el esfuerzo. Pongamos un ejemplo simple, sencillo, ¿Quiénes han sido los alcaldes de Calarcá en los últimos cincuenta, cuatenta, treinta o veinte años? ¿Dónde puede consultarse esa información? ¿A quién corresponde el manejo de los archivos del municipio?, si es que existe dicho archivo. ¿A alguién le importa?

Bueno, no les prolongo más la nota con mis cuitas, mejor me despido de momento, no sin antes notificarles que no me detengo, que continuo, prosigo, avanzo, al menos en apariencia, sin desistir en el empeño; si el cuerpo ha aguantado estos cuatro años, confio en que resista otros cuantos...

Un abrazo para todos.