domingo, 27 de abril de 2008

Primer Trimestre

El própósito primero de este Blog, ha sido, es y será, servir de punto de encuentro para los que en 1978 dejamos de ser colegiantes robledistas. Sé que es una meta ambiciosa y a largo plazo, y que con estos primeros pasos ya estamos avanzando para hacerla realidad.
En estos tres meses de labor, hemos caminado más despacio de lo esperado, los contactos aún son pocos y la participación reducida:
En primera instacia y determinado por mis vínculos de amistad, di a conocer el proyecto en ciernes a Carlos Alberto Villegas, Camilo Augusto Sánchez, Carlos Mario Vargas, Luis Fernando Londoño y José Jesús Arbeláez; de los dos primeros las respuestas no se hicieron esperar, lo que se refleja en el contenido del Blog; de los demás aún no hay respuesta, pero sé que con el tiempo llegarán.
El paso siguiente fue con Fernando Ramírez, con quien además de la amistad latente y el compañerismo juvenil, me unen lazos de sangre -primos amigos, o algo así.
Escribí a Julio César Arbeláez y tube contacto telefónico con Edison Puentes y Pedro Einer Ocampo.
Nos hemos dado a conocer en otras instancias, en particular a los círculos de amistad de Carlos Alberto Villegas.
En estos primeros tres meses hemos avanzado, y estoy seguro que con los buenos oficios de los contactados y afines alcanzaremos la meta en un futuro no muy lejano.
De nuevo bienvenidos y procurad multiplicaros. . .

sábado, 19 de abril de 2008

Donald

Fueron muchos, muchísimos los momentos vividos, compartidos alrededor de tintos, pintaditos, gaseosas y algo de humo, con animadas charlas y demasiado bla bla bla. . . con música de fondo y don Jairo detrás de la barra, armando de paciencia, que no poca precisaba para, más que atendernos, soportarnos.

En qué otro lugar nos permitíamos pasar las horas dándole a la matraca? (como dicen por estas levantinas tierras) si acaso en el parque; pero cuando la lluvia o el frío nos apartaban de sus mullidas bancas, terminabamos allí arrebujándonos alrededor de alguna de sus mesas, dos, tres, cuatro y más parquehabientes desterrados que sucumbíamos al aroma del café y, por qué no, al encanto de alguna de sus meseras.

Allí llegábamos y nos sentíamos como en casa, más que conocidos, reconocidos, cotidianos, casí permanentes ¿a qué horas estudiábamos? No teníamos que citarnos, ni buscarnos, con pasar por allí era suficiente. Ahora que si eras el primero, no problema, pronto aparecían los otros contertulios.

Momentos, ratos, minutos, horas, tardes enteras se quedaron allí, en la esquina de la veinticinco con treintaiséis; siendo testigos del trajinar diario que por aquel entonces discurría veinticinco arriba y veinticinco abajo, cual si yo-yo o tiovivo fuera. Desde sus mesas y a través de sus cristales presenciábamos la vida desde la barrera, en primerísima fila, in-situ; también era una forma de vivirla, porque desde la calle el espejo se invierte y terminábamos siendo objeto de las miradas transitantes, viandantes, andantes. En últimas, era estár en una vitrina permanente y dinámica.

1978, Calarcá, Colegio Robledo, robledistas, calarqueñas. . . Todo desde y a través de los cristales de la CAFETERÍA DONALD.

sábado, 12 de abril de 2008

Semanas Culturales

Cuando juego a recordar, descubro que es más grande el olvido. Por ello escribo sobre la desmemoria, esa capacidad de no recordar, o de hacerlo parcial y sesgadamente, tan propia de la naturaleza humana, esa que nos hace ser lo que somos: Un manojo de olvido. Y cuando compartimos esos esbósos anecdóticos, que a medias conservamos y con dificultad recuperamos, con los que las vivieron desde la otra orilla, comprobamos lo vagos, supérfluos y hasta equivocados que llegan a ser. Y no es que pretenda lavarme la manos, no.

Lo anterior viene a cuento, porque al querer hacer referencia a la Semana de la Cultura que celebraba el Colegio con cierta anualidad, sólo alcanzo a recuperar algunos versos declamados y los nombres de algunos declamadores. Me cuentan de concursos de Canto y Oratoria y no sé que más, de baile o danza? de fonomímica? pero la memoria sólo alcanza ahora para la declamación.

Me llegan imágenes y sombras que van tomando forma lentamante: Los Motivos del Lobo y Los Pecados Capitales que Alberto Campillo nos regalaba con su instrionismo y energía, en contraste con la ternura que Fernando Echeverry derochaba con unos Claveles Rojos, o preguntádose qué es el beso?.

Así también, el canto a La Niña de Puerto Espejo o el llanto dolorido de Baudilio Montoya por la muerte de José Doleres Narajo, nos llegaban bañados del sentimiento que Carlos Arturo Patiño trasmitia. Y de vigor y contundencia cuando era Carlos Mario Vargas quien nos deleitaba con Guapos o el poema de Ladislado:

Yo nací en los mismos llanos y me llamo ladislao,
y soy un tupial pues pico y un tigre por lo pintao;
con una soga en la mano y un garrote encabuyao
yo soy mas bravo quiun toro y más ágil quiun venao
. . .

También me alcanza desde la distancia Luis Manuel Alzate, declamador Baudiliano tambien él, que con gracia y armonia nos entregaba, entre otras páginas, Del Éxodo.

Los títulos son muchos, algún Nocturno de Silva, El Cuento de Mar de Robledo Ortiz, Las Penas y Alegrías del Amor, de Rafael de León, Reir Llorando, El Duelo del Mayoral, El Seminarista de los Ojos Negros, Tengo el Caballo en la Puerta, Porqué no tomo más, y tantas otras del poemario popular tan de la época, que, perdidas en aquella estancia en acompañía de las voces de quienes a bien tuvieron entregárnoslas, perduran en la distacía para el regocijo y la nostalgia.
Los hubo en cantidades que me superan, unos mejores, otros no tanto, también peores, que malos no, pésimos; pero con el arrojo suficiente como para subir al improvisado escenario ante la barahúnda vociferante.
Y entre todos ellos, en una de tantas ocasiones, surge un pajarraco de mostacho que logra el silencio del respetable para refrescarnos con "UNA GOTA DE AGUA" imposible de trascribir o transmitir en este espacio ni por este medio; patrimonio memorístico de quienes bebimos esa lírica acuífera en su momento y lugar. No recuerdo el el resultado final del consurso, pero no me estrañáría que el fulano hubiese terminado ahogandose en su propio aguacero.
Qué otros recuerdos nos quedan de aquellos jornadas vividas en torno a improvidos tablados en el arenoso patio robledista? Qué otras voces?
Sí, uno más, la del profesor Oscar Mosquera. . .
PD: Se aceptan erratas con o sin fe.

jueves, 10 de abril de 2008

Las Semanas de la Cultura

Espérelas, ya vienen.

GENERACIÓN DEL 78. CALLES RECREADAS

Las calles Recreadas. Calles sedimentadas en los tiempos y espacios de los hombres, que pasan por la voluntad creadora. Calles que fueron piel pero ahora regresan mitificadas por códigos y símbolos, calles que fueron anhelo pero que se materializan en medios y expresiones, en gestos mimetizados. En ellas el signo y la ficción se juntan para fundirlas en un nuevo objeto de nuestras andanzas: la estética del tiempo-espacio. La historia como arte.

Ellas son para nosotros, material de transmutación personal y estético, metamorfosis y reinvención del ser, camino de trascendencia.

Ver texto completo en


He aquí una calle recreada de la generación del 78, por la que nos ha invitado a pasearnos Luis Fernando Noreña-
CAPÍTULO IV


-Y ...¿cómo anda Pausanias? -Palomares le cambió el tema a propósito, no estaba dispuesto a dañarse la noche. Fíjate que ese pobre mono, si que está de malas. Lo tienen en vueltas con la procuraduría; a él, ¡ja!, a él, que ha sido el único tesorero honesto en este pueblo. Palomares conocía con propiedad la historia del poeta Farías Porras: era un apasionado lector de cuanto libro llegaba a San José de las Lomas, pero a pesar de haberse leído El Capital y las tesis filosóficas de MaoTse-Tung, su pensamiento cristiano y su amor por la no violencia, pregonados por Gandhi y Martin Luther King, le impedían asumir posiciones radicales. No desconocía que Farías, en los fervorosos análisis de la situación política, se manifestaba en contra del gobierno y a favor de los grupos insurrectos, pero sabía con certeza que no estaba involucrado en acciones sediciosas. ¡Pero nooo, no creás, si las cosas siguen así, le va a tocar pagar esa plata.! Sobre Farías circulaban versiones y perversiones comunes en cualquier pueblo y nada le extrañaría a José que algún día lo condenaran a beber la cicuta. El poeta trabajaba como catedrático mal pagado en un colegio de niños bien que había fundado la parroquia, complementaba los ingresos con el secreto oficio de remendón y ejercía, sin licencia ni remuneración alguna, una cátedra peripatética con los jóvenes inquietos de San José de las Lomas. El les abría los ojos al mundo, les sembraba sueños libertarios y los introducía al universo de los libros. ¡Eeeh! ¿Pero, qué culpa tiene el pobre si fue al mensajero al que le robaron la plata?. En sus charlas entretejía sin orden alguno los pensamientos de Marx; las verdades reveladoras de la última encíclica papal; fragmentos de "El Principito" aprendidos de memoria; las tesis revolucionarias de Theilard de Chardin que pregonaban la necesaria conciliación entre las asombrosas teorías darwinianas y la concepción judeo-cristiana de la creación del mundo; las frases "impactantes" de los discursos de Kennedy, un presidente "sui géneris" en la corte del imperialismo yanki; traducciones libres de las canciones pacificadoras de John Lennon y las arengas del Internacionalismo Proletario de su ídolo Ernesto "Che" Guevara; apartes de Juan Salvador Gaviota y una poderosa convicción en el Poder Juvenil en Jesucristo. ¡Nooo, mijo! Y aunque no es mucha la plata, a uno si le duele que se la descuenten de su sueldo, ¡bien poquito que es!! Era común ver a Farías, en las tardes, paseándose por la Calle Real o por la Calle de Las Palomas, en compañía de muchachos y muchachas menores que él, absortos en discusiones que nadie entendía en el pueblo u orquestando tertulias en el parque central, hasta altas horas de la noche, donde rasgueaban la guitarra, declamaban o contaban chistes. Detrás de la Iglesia, con la ayuda del padre López, adecuaron un saloncito con treinta sillas y no había noche de la semana que no tuviera una reunión con los jóvenes. Grupos de oración, clubes deportivos, escuelas de liderazgo, círculos bíblicos; estrategias de una misma causa: ampliarles el horizonte a los lomeños para que no se pudrieran en la abulia ni se perdieran en los meandros del alcohol y la marihuana. ¡Claaaro, porque es bueno, porque es honesto, se la montan al pobre monito! Yo de Pausanias, renunciaba a la tesorería.. Palomares recordó que a Farías lo citaron a una sesión del Concejo Municipal para hacerle un juicio público por supuestas contravenciones al estatuto de seguridad; le han visto, señores, continuamente deambulando con púberes, no se sabe con que insanos propósitos hasta altas horas de las noche y, muy honorables concejales, los padres ya no pueden dormir tranquilos porque nunca saben a ciencia cierta dónde se encuentran sus bien amados hijos; uno de los rapazuelos que conforman su corte, distinguidos ediles, tuvo la desfachatez de contestarle a su benemérito padre que estaba esperando la hora de cerrar el Parque de Bolívar, respuesta insolente que ha surgido sin duda del espíritu altanero - contrario a la moral y los buenos principios - que les ha inculcado este hombre ruin; actos de rebelión como esos no podemos permitirlos, damas y caballeros, porque se está socavando nuestro sacrosanto derecho a la patria potestad; cuando en realidad querían cortarle salidas a un posible movimiento político que le restara votos a la cauda electoral de los dos partidos tradicionales. En las barras, el pueblo seguía con atención el juicio: Padres de familia a favor y en contra y una muchachada enardecida que recibía con rechiflas las relamidas intervenciones de los integrantes del Concejo, quienes trataban de arrojar dudas sobre la conducta del poeta. Farías, con una oratoria limpia, cargada de conocimientos históricos y citas de los profetas bíblicos, les demostró que nunca el pueblo había sido tan dinámico: Campeonatos Regionales de Baloncesto, Congreso Nacional de Juventudes, Semanas de la Cultura Participativa, Periódico Juvenil, Marchas Intermunicipales Probuses Urbanos y Programas Cívico-Radiales, daban cuenta de sus buenos propósitos. Amplió la caja toráxica para potenciar la voz de trompeta apocalíptica y recitó en tono de Do, la sentencia de Gibran Jalil Gibran: "Vuestros hijos no son vuestros hijos, son los hijos y las hijas de la vida, por el ansia de sí misma, vienen a través vuestro, pero no son vuestros". Se escucharon entonces los suspiros profundos entre las quinceañeras que vivían enamoradas del porte de Farías, de sus ojos verdigrises, su barba bien puesta y su corte de pelo que imitaba a los Beatles y le daba aspecto de Cristo en ciernes; mezclados con los ayes de compasión de las madres que no soportaban la idea de que "Vosotros sois el arco y ellos son la flecha y el arco no va donde va la Flecha", y un silencio respetuoso y denso entre los varones. De tal forma que cuando concluyó el texto iluminador del libanés, la muchedumbre saltó la baranda que los separaba del salón de sesiones y se lo llevaron en hombros, por encima del lacerante sonido de la campanilla del presidente del concejo y la demanda impotente de orden en la sala, señores, orden en la sala. Pero el monito es juicioso, en parte porque su mujer lo cuida bastante, no lo deja ni respirar, y es que muchas deberían hacer lo mismo con sus maridos, pues aquí, cuando menos piensa, se lo quitan a una y no sólo las mujeres, porque ¡eeeavemaría si en este pueblo hay maricas! Alguna vez, José Palomares y Eumares Muriel tuvieron una seria discusión sobre Farías. El poeta les había descubierto el puerto de la inteligencia a varias generaciones de lomeños. Cuando estaban a punto de salir de la hora boba y caer en la edad de la caquegato, como decía la gente de San José de las Lomas, eran arrastrados por el torbellino de la curiosidad a las islas que había formado Farías con jóvenes de su edad. Allí aprendían las condiciones necesarias para navegar en el sueño de las utopías transformadoras y se lanzaban, con el tiempo, a la conquista de su propio mundo. Cuando regresaban, muchos años después, la gran mayoría con sus naves cargadas de gloria, y algunos pocos con los velámenes raídos o sus timones destrozados por la furia de los elementos, encontraban de nuevo a Farías Porras, ancorado en los islotes de su piélago vital. Entonces les desencantaba su torpeza, sus discursos repetidos y la forma de dilapidar una existencia que, ellos lo imaginaron siempre, estaba predestinada a más grandes designios. Algunos volvían a tratarlo con una amistad indulgente, pero la gran mayoría lo miraban con la rabia de los traicionados. Lo que una no puede creer es que Don Argemiro, con las canas llevándoselo para la otra vida, se ponga a estas alturas del partido a coquetearle al juego de la rosca izquierda. ¡Es un fracasado!, había dicho Eumares con severidad. Palomares lo negó con mayor pasión y le contó su propia visión del poeta. El siempre había comparado al camarada, como solían conocerlo sus más cercanos amigos, con un amplio puente que ayudaba a cruzar a los lomeños de un lado al otro de la vida. A los puentes, insistió Palomares con inusual vehemencia, se les pisa, se pasa por encima de ellos y a veces ni se reconoce su existencia. Ellos a diferencia de los viajeros, están pensados para quedarse en el devenir de los caminos. Si ellos no existieran, sería mucho más difícil que los transeúntes llegaran a su propio destino, quizás tendrían que descender a simas más profundas, con peligro para sus vidas, o desviar su trayectoria, kilómetros y kilómetros, hasta encontrar un posible vado donde atravesar y proseguir la marcha; es entonces cuando se les añora, cuando se reclama su presencia. Pero si los afanados peregrinos los encuentran a su paso, los asumen como elementos naturales y no se detienen a reparar en la poderosa estructura que los mantiene en pie, y si alguna vez regresan, sólo detallan la pintura excoriada y los pernos sueltos que ayer no existían ante sus ojos. Eumares suspiró profundo; la bruma de resentimiento que había acumulado durante años se fue disipando lentamente y pudo ver con claridad la presencia de Farías en su propia vida. En homenaje a su tutor y amigo, Eumares pintó con plenitud centenares de puentes. Su pintura cobró vida y alcanzó tal nivel de armonía que, cuando él ya no padecía los vanos afanes de este reino, los visitantes a las salas de exposición en Barcelona, Londres, París, Nueva York o Tokio se sentían irresistiblemente arrastrados a caminar por los senderos a los que aquellos puentes tendían con generosidad la mano para que se pudiera pasar al otro lado, donde los esperaban paisajes jamás soñados. Imaginate que una noche de farra, Don Argemiro y tres amigos de su misma edad, vieron pasar a Silvio Carmín, el sardinito que ganó el reinado nacional de belleza de los travestis en el Puerto de la Buenaventura, y lo invitaron a tomar con ellos. Al final terminaron metidos los cinco en una residencia. ¡Vaaaya uno a imaginar lo que pasó! Pero lo cierto es que el mariquita ya les entabló denuncia por lesiones personales. Como siempre: todo el mundo se enteró , pero nadie sabe nada. ¡Definitivamente, este pueblo está podrido!

CARLOS ALBERTO VILLEGAS (Gracias por las alas. Novela inédita)

miércoles, 9 de abril de 2008

Primera Carta

A continuación se publica la primera carta, nota, artículo -o como se le quiera llamar- que el padre Camilo nos hace llegar. Bienvenidas sean todas las que el futuro nos envíe.

Madrid, abril 8 de 2008

Muy estimado Luis Fernando Noreña

Comienzo por aplaudir la feliz iniciativa de éste blog que ayudará no sólo a degustar añejas nostalgias sino también a expresar ocultas y sentidas gratitudes. Muchos rostros me han venido a la memoria leyendo aquellos primeros trazos virtuales; ha sido además ocasión de vivos coloquios en casa de Carlos Alberto Villegas Uribe en la calle Treviño, primero, y ahora en Galapagar. Debo confesar que habiéndose polarizado el diálogo en tan reconfortante tema me he podido sentir un poco más aliviado de sus habituales invectivas contra la fe católica que profeso y que él desde la “otra orilla” se empeña en fustigar. Pero como con lo dicho ya le estoy dando nuevos motivos a Aquiles para reemprender su santa cruzada por las libertades, y en verdad que no conviene, iré directo a los recuerdos:

Resaltaré en esta nota sólo dos nombres absolutamente imprescindibles. Dos hombres extraordinarios que dejaron una honda huella en mi vida y a quienes guardaré por siempre reconocimiento y gratitud:

El gran maestro y educador Bernardo Ruiz Sabogal, quien fue durante casi todo nuestro proceso formativo el rector del colegio. Recibí de sus manos el diploma de bachiller, igual que había recibido el de kinder en el colegio John Dewey, trece años antes. Dos hechos de aquella tiernísima infancia en la que este singular maestro intervino han sido decisivos en la configuración de mi personalidad: la primera, un gesto suyo, ya en primero de primaria, en que depositó en mi toda su confianza asignándome por un breve tiempo una enorme responsabilidad; la segunda, la acertada recomendación que le hiciera a mis padres de que me enseñasen a jugar ajedrez.

Estos hechos, y lo que pudimos contemplar de él ya en la juventud marcó para bien a toda una generación. El impacto de su recia personalidad; la altura espiritual de un hombre que sabía que la verdad tenía en si misma la fuerza suficiente para persuadir al formando sin necesidad de imponerla con violencia; Don Bernardo transmitía paz e inspiraba respeto; daba la sensación de que poseía el don infinito de la paciencia, sabía esperar. ¡Y cuánta paciencia se requirió para formar aquella horda destructiva y soñadora de adolescentes! ¡El Señor lo tenga en la gloria!

Otro gran hombre que también ha partido a la eternidad, a esa eternidad que Petete mira con sospecha pero que igualmente anhela, es Fernando Antonio Rincón Cardona. Tenía casi nuestra misma edad pero se le miraba con respeto. Su prudencia, su caballerosidad y decencia, su responsabilidad, su don de gentes, su capacidad de liderazgo, su amistad franca y sincera, sus convicciones, y el gran respeto por todos y cada uno de quienes le trataban le hacían destacar en medio de sus compañeros del colegio; se destacaba si, pero sin asomo de protagonismo. En él encontré un modelo de vida ejemplar a quien seguir e imitar: porque era grande, pero pequeño y sencillo. A él me acerqué con confianza para que me invitase a participar de un grupo juvenil que estaba fundando Luis Fernando Londoño Daza al cual él había sido invitado, el grupo juvenil ALFA. Ya en este nuevo entorno se fortaleció nuestra amistad y pudimos caminar junto un buen trecho de la vida. Lamenté mucho el primer accidente que sufrió y celebré su asombrosa recuperación. Pero el segundo que le sobrevino fue definitivo y sus familiares, sus amigos y paisanos le perdimos para siempre. Pera aún vive, vive en Dios y vive en nuestro recuerdo. No tengo la menor duda de que el día que nos reencontremos va a sonreír viendo muchos de sus rasgos plasmados en mi rostro. ¡Brille para él la luz perpetua!

Con afecto,

Camilo Augusto Sánchez Herrera, presbítero.


Nota:
Espero poder saludar personalmente a muchos durante las próximas fiestas de Calarcá!!!

sábado, 5 de abril de 2008

Otros nombres, otros

Alfonso López Michelsen, Julio César Turbay Ayala ¿qué hay en estos dos nombres? Mucho de historia y algo de histeria. Presidentes de la República de Colombia durante el inolvidable y siempre bien recordado 1978. Sí. El 20 de julio terminaba "El Pollo Vallenato" su Mandato Claro, que se recordaría durante mucho tiempo, pero si la L; e iniciaba el cuatrienio de los bailes en Cúcuta, uno de los más controvertidos personajes de la política nacional de la segunda mitad del siglo veinte. Valga comentar que ahora que los dos pertenecen al olvido, sus recuerdos se cubren con el manto de las sombras, y como en nuestro pais no hay muerto malo, sus mandatos brillan con luz propia y son ejemplo a seguir por las futuras de-generaciones ¡horror!. Claro que de Alfonso a Julio la distancia es grande, muy grande. Y que los historiadores nos cojan confesados.

Luis Carlos Galán Sarmiento, es elegido por primera vez como Senador de la República por el departamento de Santander, once años antes de cumplir su trágica cita en Soacha, en 1978.

La Gobernación del Quindío pasó ese año por tres manos (o tres culos, porque, a más de sentarse en cómodo sillon y devengar un nada despreciable sueldo, ¿para qué sirve un gobernador en Colombia? bien, puede servir como premio de consolación para eternos ex-candidotes a la Presidencia, como lo hicieron los santaderianos en la última elección) Lucely García de Montoya lo fue hasta el 5 de agosto, Olma Inés Beltrán de M. entre el 5 y el 25 de agosto (no le alcanzó ni para una mesada completa) y a partir del 25 Mario Gómez Ramírez.

Ahora bien que la Alcaldía de Calarcá tuvo que tener algúnos personajes allí encaramados, no los he hubicado aún, pero seguiré en la búsqueda. Ya los recordaremos.

El anuario político es muy grande y no es mi intención reconstruirlo, sólo quise traer algunos nombres, para que la memoria no se tueste del todo.

Anwar al Sadat, por entonces presidente de Egipto, recibió el premio Nobel de la Paz, por buscar un imposible que terminaría constadole la vida.

Rafael Antonio Niño ganó ese año su quinta Vuelta a Colombia, magno evento del ciclismo nacional, que, a pesar de la años y la poca atención de los medios, sigue siendo un referente del deporte nacional. El Tour de Fancia lo ganaba por primera vez Bernard Hinault.

Millonarios, el equipo embajador, el siempre bien llamado balet azul, fue por undécima vez campeón del rentado de futbol nacional, en el año del Mundial de Argentina, cuando aún se añoraba el famoso 4-4 chileno (empate de nuestra seleccion ante la Unión Soviética durante el mundial de 1962 en Chile) y la época de Maturana esta lejos. En ese entonces no nos preocupaba perder con Brasil, Argentina, Uruguay o Paraguay, eso se daba por descontado y los marcadores parecían décadas 6-0, 8-0, 3-0. . . tiempos aquellos no!.

Fue el año de Mario Andreti en la Fórmula Uno (de automovilismo). Y Roberto José Guerrero debutaba en la F-3 Inglesa.

Pero no todo eran triunfos, en 1978 perdió el título mundial de boxeo en la categoría de los pesos medianos Rodrigo Valdes, uno de los medianos más completos de la historia, según los entendidos; ya había pasado de época de gloria de Antonio Cervantes - Kid Pambelé y eran los hermanos Cardona los que a trompada enguantada, mantenían en alto el nombre del Deporte Colombiano. Es el año que Muhammad Ali pierde su corona de los pesos completos para recuperarla de nuevo antes de que nos graduaramos, no nos iba a dar tal disgusto y menos en ese momento.

La Carrera de San Silvestre no la ganaría un Colombiano ese año, se la llevó un franchute desconocido, así que Victor Mora, tricampeón hasta entonces y Domingo Tibaduiza campeón de la edicion anterior, no nos cumplieron la promesa.

Y el reinado nacional de la belleza, y la cruz de boyaca y el reinado del pandebono y el de la yuca y "al hueso huesudas"; José, Siempre, Tongolele . . . Chicle y sus tijeras, don Jesús y su Inglesa de papel, La Cigarra de don Jorge, Doña Pura, La Pola, La Napolitana, La Escorial, El Panameño, El Yarí y El Quindío -con su pléyade de peliculas del oeste- La Barra, Flamingo, El Paraíso, Veracruz y la postrera con plátano asado y bocadillo; El Restaurante de Benilda, que no necesitaba nombre; Copelia -La Fuente Nueva- El Pascual Polvero, aquella grama de arena donde tronqueabamos al fútbol, ¿acaso ha tenido algún sobrenombre?; Las partidas (quién las conoció enteras?), Quebradanegra, El Santodomingo con Matusalen, Puente-Rojo y El Matadero; Los Chorros, Barragan, El Alto del Rio, La Bocana, La Virgen Blanca y La Negra, -que no "semos" racistas- El Morro, La Divisa, Sierra Morena, Cansaperros, El Castillo, Los Tanques, El Túnel (no el de ahora sino que que no conducía a ninguna parte), La Línea,. . .

Nombres, nombres y más nombres, abstracciones de un pasado que nos pesa, pero recordamos y recordaremos con la nostalgia de lo que fue, ya no es, pero hace parte de nuestra historia, de ese nosotros abstracto, individual y colectivo al mismo tiempo, que nos alcanza y nos supera, dejando su marca indeleble en cada rostro, rostros que siguen asomándose desde un, cada vez, más lejano pasado.

miércoles, 2 de abril de 2008



Don Gonzálo Gutiérrez

CYRAGNO DE CALARCÁ

O EL GRAN SEÑOR DE LA EDUCACIÓN


Mencionar los nombres de los profesores del Colegio Robledo ya nos deja a las orillas del recuerdo. Un islote en el que sobreviven algunas imágenes como objetos fragmentados de un enorme naufragio.


¿Naufragaron los estudiantes del Robledo del 78 en sus propósitos académicos? ¿Naufragaron las integrantes de la docena juvenil del Instituto Calarcá; hermoso ramillete que alimentaba pasiones adolescentes?.

¿Nufragaron los integrantes de Asterix que aspiraban integrar la Selección Colombiana de Baloncesto?

Naufragaron los poetas que se divertían con Cabrera Infante y soñaban intimamente con un Premio Nobel?
¿Naufragaron los revolucionarios que invitaban a las marchas para conmemorar la muerte de Mao Tse Tung, en un horroroso país de fosas comunes?
¿Es pesimista la visión y más pesimista aún la revisión?

Seguramente sí.

Sin embargo, hablar de naufragios en un mundo que colapsa significa apostarle sólo al éxito como fórmula y no a la narrativa vital, llena de atardeceres irrepetibles, como esencia.
Si, la narrariva vital, esa forma libertaria de vida que mide la realización, no por titulares, ni por el aplauso momentáneo, sino por la inmortaliad del instante, de los múltiples, inaprehensibles e invaluables instantes que configuran la vida de uno, la multitumbre -multitud de urdimbres- de pocos.
Ah, grato volver a los nombres y tras ellos a los seres humanos que entretejieron cronotopías, ese punto heisenberiano de la incertidumbre atómica de tiempos y espacios. Momentos volátiles que ya no son, pero que de alguna manera siguen siendo en el andar cotidiano del otro. En su trama, en su urdimbre vital que una sonrisa rescata y valida.
Y en ese cronotópico momento no hay posibilidad para la derrota. Sólo la alegría de haber estado allí, en el irrepetible y valioso proceso de ser, de construirnos como personas, como colectivo, como sociedad, como pueblo.
Porque mencionar a Don Gonzalo Gutiérrez, o a cualquiera de los profesores del Robledo, que padecieron la generación del 78, no es sólo traer al presente las clases de español y de geografía, donde "Mire mellizo, que tal que su mamá, doña Graciela, supiera que tiene un hijo tan maleducado que no saluda al profesor en la calle".
No es sólo recordar a un maestro convencido de su oficio, con la capacidad para donarse en toda la dimensión de sus aciertos y desaciertos, con la paciencia para compartir, ante una treintena de mozalbetes hablantinosos, su amor por "los lánguidos camellos de elásticas cervices" y la precisión para ubicar en los mapas multicolores, cada una de las regiones y accidentes geográficos de un planeta que no tenía lugares secretos y si muchos nombres de asombro para nuestra rural existencia.
Mencionar a Don Gonzalo Gutiérrez -así, con esa forma reverencial que su edad, sus encanecidos cabellos, y su convencimiento pedagógico en lo que hacía, imponían-, es, igualmente, dimensionar el quehacer de tantos maestros y maestras (que no se olvide el necesarísimo e incluyente énfasis) que trataban de construir un mundo mejor con su ejercicio cotidiano. Pero es también recordar a Mora, denominado aquí con esa forma castrense de la educación de entonces, quien tuvo que abandonar sus estudios en tercero de Bachillerato, porque "de que se ríe mellizo, me vio muy narizón, muy desdentado o muy orejon"; cualidades físicas que el "Profe" poseía con largueza.
Y con Mora, recordar a todos los alumnos que tuvieron que desertar de los colegios porque el respeto al profesor no solo era una obligación, sino también una carga impositiva que torcía o construía destinos. Y con él, a todos los camioneros que trashuman "La Línea" en el intento de sobrevivir y ayudar a otros a hacerlo.
Mencionar a Don Gonzalo Gutiérrez, no es sólo hablar del Cyragno pedagogo que atravesaba flemático los andurriales del pueblo bajo lluvias diluviales, sólo para educar con el ejemplo, en el compromiso y la responsabilidad. No importa que muchos no lo entendiéramos en su momento. Es también señalar un aspecto de de la historia de la educación en Colombia, donde los educadores formados en las normales de Pácora o Salamina -¿cuál de ellas existió o aún existen?- trashumaban por la geografía del viejo Caldas convencidos de su misión como constructores de mejores futuros.
Don Gonzalo Gutiérrez es solo una punta del Iceberg que flota cerca de las islas del recuerdo al que nos convoca ahora Luis Fernando Noreña.
En este mismo sentido reitero la invitación a todos aquellos que, de su propia y personal cronotopía, desde su narrativa vital, puedan ayudar a entretejer esa tupida cartografía que significa mencionar a un hombre, en una fecha específica de este mínimo planeta, ubicado en alguna parte de las billonésimas galaxias que nos constituyen como simple y pasajero polvo de estrellas. Pero polvo enamorado, señalaría Don Gonzalo Gutiérrez recordando al poeta español. Porque aquí y ahora, en este blog que promociona la promoción del 78, pronunciar un solo nombre es conjurar el universo. Habrá que llorar significativas ausencias, pero lo más seguro es que reiremos con las noticias del prosopopéyico Meridiano Cultural del Quindío y sus gentes.
A esa enriquecedora tarea que tiene mucho de patrimonio cultural nos invita Noreña desde Valencia, España (¿Hasta dónde han llegado?), para que cada uno de los calarqueños, que entretejieron sentidos con esa generación, escriba y divulgue las tramas y urdimbres que los nombres de esa promoción tienen y han tenido en disintas latitudes del planeta.
Bienvenidos. La dirección del blog es: http://www.blogger.com/ Sus comentarios, que leeremos como noticias, enriquecerán, con sonrisas y quizás con carcajadas, la memoria colectiva.


Carlos Alberto Villegas Uribe

30 de marzo de 2008 8:01