martes, 17 de julio de 2012

Armenia - Calarcá y viceversa




Surrealismo puro y duro...

fotocomposición tomada de la web www.skyscrapercity.com, donde a partir de una imagen nocturna del centro de departamento del Quindío, con Calarcá en primer término, Armenia, Montenegro y La Tebaida, alguien ha añadido un artilugio que une el Alto del Rio con Armenia.  Y surge una necesaria pregunta:  ¿Por que no?.

Imaginen ustedes que mediante viaductos se eliminaran las pendientes que la geografía interpuso entre los dos nucleos urbanos; mejor decir, que los fundadores de los dos asentamientos quisieron tener de por medio, porque este entuerto surgió con la fundación misma... cuyabros y carrasqueños, tal cercanos y separados.

Claro que eso de trazar caminos y carreteras es ahora tarea de ingenieros y demás entendidos, no como en los tiempo de los abuelos, cuando el paso firme de las mulas hacían de topografo,  ingeniero de vías, calculista y demás.  Cuantos años de estudios universitarios requeridos para superar a jumentos y demás primos!  Joder!.

Este inicio aparentemente nada tiene que ver con los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978, o tal vez sí; lo traigo a raiz de una conversación con un estudiante de Ingeniería Civil de la Universidad del Quindío, que no fue robledista, valga decir, a quien siempre le pregunto por los puentes, y porqué por los puentes, pues porque con las mulas imposible, ellas de eso ni fu!.

Vienen a mi memoria entonces, imágenes borrosas de un encuentro en los alrededores de la Catedral de Armenia, calle 21 con carrera 12,  de personajes de diferentes pelambres, dispuestos a emprender una caminada entre la capital del departamento y la segunda ciudad del Quindío; ¿Cuándo? antes de terminar el bachillerato y después de iniciado el grado tercero, es decir entre 1975 y 1978.  Estoy seguro de eso porque uno de los pocos testimonios gráficos que conservo, en la memoria, es una fotografía donde aparecemos PTT y yo, y aclaro que en la memoria, porque a estas alturas no estoy seguro de que tan valioso documento gráfico aún permanezca entre los archivos que conservan en casa de mi madre.  Entonces puedo especular que algunos de los bachilleres objeto es este blog, nos dimos por enterados y hasta nos hicimos partícipes de dicho evento.

Así que estando en bachillerado participamos de una caminata entre las dos ciudades; pasado el puente de La Florida, bajar a La María, subir al Alto del Río, descender hasta la bomba del Pescador y terminar, imagino, en la Plaza de Bolivar del pueblo, todo un programón.  ¿Quiénes más estuvieron en ese embrollo?, ni me lo pregunten,  ¿Hicimos la caminata completa?  muy posiblemente, los pocos más de cuatro kilometros de distancia no soy gran cosa, y en cuanto al porqué de la caminata, nanay cucas, ni señas, nada de nada, solo puedo testimoniar que un día entre los años mencionados hicimos la caminada y con eso es suficiente, que si las imágenes son borrosas, los detalles hace rato se marcharon.

Alguna vez, en época de la universidad nos vimos abocados a una caminata similar, pero esta vez por razones del transporte, algo pasaba y no hubo otro remedio que superar la distancia echando quimba, ¿cuándo y con quiénes?  Ufff...

Lo normal ha sido que para desplazarnos entre los dos centros urbanos, a partir de los años setenta que fueron los que me tocaron, utilicemos medios de trasportes motorizados, primero taxis, grandes, amplios, donde llegamos a contarnos hasta seis y siete pasajeros en la parte tracera, por razones de prisa y desconfianza, ¿Quién se bajaba después de haber cogido puesto, pasadas las diez de la noche y llovíendo?  ni el patas.... después vinieron las busetas, ¿recuerdan  a don Luis?, los buses urbanos también llegaron, los de Armenia, se fueron empequeñeciendo los taxis y finalmente hicieron su apareción unos engendros, los microbuses -infamia incluída-.

Ahora no sé que demonios tendrán rodando los empresarios del transporte entre las dos ciudades, pero de lo que estoy seguro es que se sigue dependiendo del los motores, acpm o gasolina, que más da; pocos aventureros en cicla y menos aún caminantes y las razones para ello saltan a la vista:  subida y bajadas y, lo que no es poco, por el peligro que representan para andantes y bicicletistas, la dictadura de los automotores, dueños y señores la vía.  Pero nada que decir, para ellos se hacieron. 

Y vuelven las preguntas, que no tienen respuestas, o al menos que no hay a quien plantearlas; ¿Por qué no?, en estos tiempos de crisis energética, que no ha pasado ni pasará, cuando la contaminación ambiental es uno de los factores de risgo para la salud, y hacer ejercicio es una de las recomendaciones para preservarla, la salud, ¿por qué no un proyecto que permita superar los desniveles que presentan la geografía entra las dos ciudades?  Cuántos caminantes y bicicletantes se beneficiarían?  Será posible algun día una ruta segura y con pocos desniveles para desplazarse entre Armenia y Calarcá, a pie o sobre ruedas no motorizadas?

Bien lo anuncio desde el inicio de la entrada, surrealismo puro y duro... 

Es julio, verano, calor, sopor, duermevela o insomnio, juzguen ustedes.

viernes, 6 de julio de 2012

De Chupinazos y otras gaitas


Cuanto daría hoy por estar en uno de los balcones que dan a la plaza del ayuntamiento de Pamplona, para embelezarme con el cardumen de humanos que danzan al son de los vinoholes con que se embriagan hasta las médulas, mientras esperan a que aparezca en el balcón de las autorizadades locales el designado de turno invitando a la fiesta y al gozo con el grito o la proclama que ya es tradición en la capital navarra todos los seis de julio: "Viva San Fermín, Gora San Fermín"... y el detonar del chupinazo que aviva la histeria y sumerge la barahunda en el paroxismo de la celebración.

Pero no, Navarra aún está lejos y las fiestas no me invaden, al menos por ahora; solo me queda el recurso de la imágen cuadriculada a través de la maja cágica, esa que nos sustrae, nos contrae y nos imposibilita la realidad misma.  No hay otra alternativa, a falta de superar distancias, buenas son las imágenes en movimiento; me rindo!

El mismo recurso me quedará para los próximos días, cuando a las ocho, cada mañana, la vertiginosa carrera de los encieros superen los achocientos metros que separan a las bestias de su fatal destino y las calles abarrotadas de festeros vivan el frenesí del despropósito.  Y yo, testigo desde la distancia; no hay remedio.

No puedo sustraerme, y no he querido-podido sus-llevarme, a estas ocho madrugas pamplonicas de atavismo singular, que no tienen par.  Presenciar, porque las imágenes son en directo y eso me consuela, cómo parten desde los corrales por las estrechas, empedradas y habitualmente húmedas calles seis reses de pura casta, moles de quinientos kilos y más, con pitones altaneros, con la brutal fuerza que su vitalidad empuja y su empedernida decisión de llegar a la meta; en desbocada carrera a 24 patas, más otras tantas que les hacen compañía, las de los mansos que no pueden faltar para que la caravana sea completa; mientras en un fugaz intento por alcanzar la gloria, cientos y en muchas ocasiones miles de corredores se dejan arrastrar en busca de una carrera limpia, delante del toro, que no al lado ni detrás, delante de el o ellos, que entre más cerca mejor... y si llega la caida o la cornada, que sea  sólo un testimonio en la piel, un trofeo de guerra que deja la jornada, para esperar la próxima, mañana o cualdo llegue.  No ignoro ni olvido, que a veces, la partida se piede y el precio es absoluto, total, y se pasa a formar parte de recuerdos y de estadísiticas.  Que la vida es corta y si se vive de prisa y delate de un toro, puede haerse aún mas!

Así, enmarañado en esta mar de patas y de cuernos, carreras, sobresaltos, resabalones, gritos, lamentos y caídas, me son ajenos Higgs y su bosón, las numéricas series fibonezcas, las gramaticales lecciones de Wilson, Jhon, Evelio y Gonzalo con sendos dones, que el tiempo no supera el respeto debido; las ayudas de Vargas Aristizabal y los retos de Villegas Uribe.  A este último la mejor de las suertes con su-bonachi, que no es ni llegará a será mio.

Imagen tomada de 20minutos.es

miércoles, 4 de julio de 2012

El Ipodgrama, subonachi y el Bosón de Higgs

Que mejor comienzo que una manifestación de impedimento, lo que terrenalmente se traduce en "sacarle el fuste al asunto", una muestra del sacalulismo nacional.  Imagino que se estarán preguntado de qué va esto?  Qué hierba se fumó el personaje?; pues nada del otro mundo, todo lo contrario, algo tan mundano como el hombre mismo, según deficinión proverbial que la memoria se empeña en recordar, proveniente de la mano, o pluma, de don Michel de la Montaigne: "El hombre es cosa pasmosamente vana, variable y ondeante", incluida por Porfirio Barba Jacob en la Canción de la Vida Profunda, pero sin el pasmo.

Porfirio, Michel, Higgs, Bonachi y el Ipodgrama, seguimos en las mismas, eh.

Trataré de enderezar el entuerto, y para ello he de retrollevarme a la Escuela Giradot de Calarcá, 1972, que no es mucho, sólo cuatro décadas, que a esta alturas ya no asustan.  Allí, por primera vez, tuve profesores, maestros o docentes, para cada materia o asignatura, como ya lo comente en entradas anteriores, y viví el percance se cruzarme en la vida con uno de los personajes que siguen atravesados en ella, PTT, Carlos Alberto Villegas Uribe, el hijo de doña Graciela...  El otro dato extraible de ese centro educativo y necesario para el embrollo este, es el del profesor de Lenguaje, don Wilson Galvis, a quién nos referíamos con toda la zafiedad de los once años como Don Güipa.

En los años siguientes, los seís del bachillerato en el Colegio Robledo, tuve otros profesores de Español, para el bachillerato las materias cambian de nombre, don John Henao, en los primeros años, no recuerdo bien cuáles otros, pero no olvido a don Pedronel Ospina como director de grupo y profesor de Español en quinto y sexto. Cómo nos sufría don Pedro!, sólo él lo sabe, nosotros escasamente lo podemos imaginar.

Así fue como de la mano de don Wilson, don John, don Evelio, y no puedo saber quién más, tuve mis primeras aproximaciones a eso de la gramática, con su sintaxis, morfologia, semántica, y demás perendengues que ahora no me vienen a la cabeza, y no hay manera de que lleguen en un futuro, por cercano o lejano que esté.  He de confesar ahora, y esto es determinante para el asunto que trato, que si no es por la alcahuetería de Carlos Mario Vargas Aristizabal, Guilligan, para más veras, jamás habría aprobado en los dos últimos años la citada asignatura, me hubiera perdido de formar parte de los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978, y jamás habría escrito esta bloooogggggg; de lo que se habrían salvado!

Ahora sí, entremos en materia, con mi poca, escasa, por no decir nula filiación con eso de la lengua y sus implicaciones curriculares, no entiendo cómo un personaje que me conoce desde entonces, el doctor Villegas Uribe -doctor de verdad con título y todo- pretende de mí una respuesta al siguiente reto palabrial, cito textualmente  "Ahora juéguese un Mibonachi regresivo capicua, si es tan macho, gorro, el último en llegar es una güeva"...  Sobra decir que el insulto lo recibo por adelantado y la desconfianza sobre la hombría la doy por descontada; más facil sería, si que me pidiera una explicación sobre el Bosón de Higgs, a través del ipodgrama que con temor espero; Al menos estaríamos igualados en la ignorancia desde el principio.

Qué relación puede existir entre la gramática de don Güipa, Higgs con su bosón o si él, Fibonnasi con sus sucesiones numéricas, y el doctor PTT y su-bonachi?, y qué velas tengo yo en el entierro?  como bien dicen en la costa caribe colombiana "mandan huevo!!!

NOTA AGREGADA:  Don Gonzalo Gutiérrez fue otro de los benemétiros profesores que llevó a buen término la asignatura de español, durante esos robledistas años.