Según nos enseñaron en la escuela y el colegio los diferentes profesores, docentes o maestros (que cada quién se cuelgue lo suyo), en esta fecha del lejano 1492, don Cristóbal o Cristóforo, que ya empezando por el nombre comiezan los problemas, y no se diga del apellido y más aún de su origen (que si portugués, italiano-genovés, o español, catalán para más veras), lo cierto del caso es que el tal personaje como que sí llegó a las Americas, que en ese entonces de Americas no tenían nada, porque, según dicen, fueron las Indias Occidentales del momento, por confusión, yerro o equívoco -por lo que los indios americanos ni indios ni americanos, eran ellos, y ya.
Ya podemos vislumbrar cómo desde ese gris amanecer las cosas para el "nuevo mundo" no pudíeron ser peores, los que llegaron no tenían como destino esas tierras y nadie los invitó, sin embargo llegaron, se quedaron y se hicieron dueños, amos y señores . . . bueno, es una historía bastante conocida y tergiversada, donde cada quien cuenta lo que le conviene; y claro los escribientes pertenecían al bando invasor, así que no pueden ser muy fidedignas sus versiones.
La espada y la cruz se alían para cometer una de las más grandes ignominias que ha vivido la humanidad, que no la única, Africa y Asia también cuentan sus historias, lo mismo que los pueblos europeos, cada uno en su momento. Y es de nunca acabar; para muestra un botón, la historia reciente, el siglo veinte y sus dos grandes guerras, y las del caúcaso, que siguen vigentes, lo mismo que en medio oriente, y otras tantas desperdigadas por toda la esfera - pareciera que nadie se salva.
Pero no divaguemos, los doce de octubre, dia de la raza, día del árbol, ahora día de la hispanidad, y no sé qué otros eufemismos, se celebran con bombos y platillos, se hacen desfiles y se izan banderas y no hay que ir a estudiar.
Para los estudiantes eso siempre ha tenido mucha importancia y más aún si era un martes o un jueves, porque como aún don Emiliani no había legislado al respecto, teníamos un largo puente festivo, nada más y nada menos que cuatro días para dedicarlos a lo que mejor sabíamos hacer: Cualqueir cosa con tal de no ir al Colegio. Y efectivamente en 1978, los cuasi-bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, disfrutamos de un feliz puente, porque gloriosamente el 12 de octubre cayó un jueves, así que pudimos olvidarnos de los problemas de cálculo, que fueron algo más que un problema, al menos hasta el lunes 16.
Y retomando aquello de no ir al colegio o no estudiar, para ser más claros, cuántos de los treinta y tantos bachilleres del Sexto A, han olvidado la semana que dedicamos a pintar el tablero? Eso sí, nos quedó verdecito y el brillo caracteristico que impedía ver lo escrito desde los lados del salón o aula se perdíó para siempre, o al menos por el resto del semestre. Y después que no digan que eran ganas de mamar gallo, de perder el tiempo o cosa por el estilo; nos acompañaba un profundo sentimiento pedagógico, de ahí que nos empeñásemos en mejorar las herramientas didácticas de nuestro querido Colegio.
Alguién da más?
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