martes, 6 de septiembre de 2011

Fin del verano.

Termina agosto, tal cual empezó, con el sol a todo dar y la playa cubierta de cuerpos, de cuerpos tostados, rechinados, rotizados; que ya no rojos como camarones, ahora se tornan café con leche oscuro, casi negro...eso de los excesos es propio de los humanos, no tiene remedio.
 
Y aunque el verano como estación se prolonga hasta el día 23, septiembre ya no cuenta, los vacacionistas han vuelto al curro y los días se acortan de forma significativa, ayer antes de las 9 ya era noche y hoy a las 7 apenas clareaba, que se viene el otoño, no hay duda.
 
Y bien venido sea, que ya de calor vamos estando hasta la coronilla!
 
Recuerdo los agostos del Robledo, algo de calor y viento, sobre todo viento, que levantaba no sólo las cometas, también la tierra arenosa, tan característica de nuestro pueblo, que no polvo, como en la canción de Kansas, sino arena, que si te llegaba a pillar con los ojos abiertos, ya te digo.  Columnas de arena y tierra bailaban en los patios del colegio, era agosto, mes de vientos y cometas...
 
Ni qué decir de nuestro estadio, el archiconocido  "Pascual Polvero"  las columnas de arena que levantaba el viento eran todo un expectáculo, pero para ver desde la distancia,  y desde la distancia, por los años trancurridos y los kilómetros que me separan, recuerdo ahora los tiempos en que, con los libros bajo el brazo, subíamos y bajamos del Colegio, mientras en viento nos llenaba la cabeza de arena, quizás para disimular la falta de cacumen, o el exceso de falta.

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