lunes, 6 de agosto de 2012

No tan Olímpicos...

De Helmuth Bellingrodt (Munich 1972 Montreal 1984 Tiro al Jabalí) a Catherine Ibargüen  (Salto triple, Londres 2012).

Cuando nació Catherine Ibargüen en Apartadó - Chocó, ya el barranquillero Helmuth Bellingrodt le había entregado a Colombia las dos primeras medallas olímpicas, de plata, por cierto.  Según los archiwikos, los colombianos tuvieron que participar cuarenta años en los juegos cuatrienales para alcanzar una presea, y cuarenta años después la chocoana le entrega otra medalla de plata a la historia deportiva nacional... la cuenta ya va por quince: 1 oro, 6 platas y 8 bonces...y a estos Juegos aún le queda una semana de competición.

Así que la histeria nacional tiene, en lo deportivo, muchas cosas por contar, pero como la memoria es frájil y la verdad es que como no la cultivamos, no sé quién pueda ahora recitarnos de memoria,  los medallistas nacionales que a lo largo de estos últimos cuarenta años han inscrito su nombre y el Colombia en los registros Olímpicos.  Tampoco creo que nadie se las quiera dar de Funes para memorizar siquiera las ciudades sedes de las últimas competiciones... y no olvidemos que las historia moderna de los Juegos data de 1896, cuando en Atenes se dieron cita por primera vez.

Olimpicamente hablando, los bachilleres de 1978 del Colegio Robledo de Calarcá de deportistas nada, le dedicabamos tiempo al juego, pero de deporte poco, por no decir nada; sin embargo, al refrescar la memoria, justo es decir que alguna aproximación tuvimos a eso que llaman atletismo -sobra decir que las actividades de conjunto, sobre tierra y con balón sí formaban parte de nuestras motivaciones-.

Algo recuerdo de correr y saltar, en los primeros años de bachillerato, algun rústico acercamiento tuvimos a eso de competir corriendo, si mal no estoy alguna vez en el Pascual Polvero, nos vimos corriendo los cien metros, que, me imagino, nadie se habría tomada la molestia de medir,  pero es un recuerdo bastante borroso, o tal vez arenoso; salto largo y triple y tal vez de bajura, porque mal podríamos llamar altura al nivel que alcanzaba la barra... eso si para darle patadas a un balón sí que lo teníamos, bien en espacios redicidos o en la cancha, también baloncesto, en todas sus modalidades, individual, por parejas y demás cobinaciones, como las infatigables 21´s.  En cuanto deporte acuáticos, más allá de las mojadas que no dábamos cuando la lluvia amenizaba la subida y bajada del colegio, nada, las piscinas estaban muy lejanas, Maiporé ya no funcionaba y la Albania no es que estuviera a tiro de pájaro, así que más allá de bañarnos en el Santodomingo, sin la esperanza de convertirnos en poetas, eso de competir en el agua no estuvo nunca en nuestras dementes cabezas.  Ahora bien en eso de lanzar , tirar o arrojar, creo que practivamos con piedras, pero no con caucheras, a mano limpia, ¿quién de nuestra generación no lo hizo?

Claro que para hacer justicia, la memoria me recuerda que algunos compañeros se entregaban con pasión al futbol y al baloncesto, haciendo parte de equipos en competiciones colegiales, municipales y no sé si más, y hasta lo hacian bien, futbolistas como Jiménez, Ortiz, Bermúdez, Fernández, Zuluaga, Ramírez, Fajardo, Rincón, Peláez, y un etcétera que no puede faltar en las ennumeraciones o listas, y encestadores que no se quedaban atrás, Marín, Díaz, Villegas, Hurtado... Comentario aparte requiere el caso de Fernando Ramírez Salcedo, quien además de practicar el futbol con pasión y entrega, dedicaba sus horas a la fisiocultura, siguiendo el un manual de Charles Atlas, y eso ya es decir! 

Así que me voy, ya casi empiezan las transmisiones de hoy, un abrazo a todos, el sillón me espera y es una cita irrenunciable...

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