A propósito de los regresos, tantas veces soñados, siempre anhelados pero nunca cumplidos, no como se justificaba alguna vez don Juan Gossaín, en entrevista perdida ya en el tiempo, preguntado por su nunca regreso a la natal San Bernardo del Viento, no; he encontrado esta palabras, que tomo prestadas, por no decir que me las apropio, en una entrevista con el escritor irlandés John Banville, Premio Príncipe de Asturias de la Letras 2014;
"... Cualquiera que mire atrás en su vida va a sentir algo de melancolía. Aunque en ocasiones podamos olvidarlo, el pasado es la montaña sobre la que estamos sentados. Cuanto llevamos a cabo está moldeado por él. De hecho, ¿qué es el presente?, ¿existe siquiera? El presente… ya se ha ido... ya se ha ido… ya se ha ido... Lo de verdad interesante es saber cuándo el pasado se convierte en pasado. ¿Ayer? ¿El mes anterior? Probablemente no. ¿El año pasado? Quizás sí. ¿Diez años atrás? ¿Cincuenta? Sin duda."
" Ni por un segundo me imagino que soy capaz de recordar el pasado tal y como fue, lo inventamos por sistema. La memoria es una función más de la imaginación. Basta volver a un lugar del que llevamos tiempo apartados para descubrir que nunca es tal y como lo recordábamos. La puerta no está en su sitio, la ventana es más grande, esa persona tiene un aspecto diferente. Me fascina por qué el pasado es algo tan valioso, por qué, llegado un punto, nos parece tan luminoso cuando en tiempo real era tan apagado. ¿De dónde saca toda esa luz? Es el gran misterio y, cuanto mayor me hago, más embrujado me tiene."
Y un remate, ya no sobre recuerdos y regresos, sino sobre su oficio:
" ¿Qué tipo de espécimen es un escritor? Somos criaturas infinitamente tediosas. Sólo sabemos hablar de dinero –del porcentaje que se llevan nuestros agentes, por ejemplo–, de lo mal que nos tratan nuestros editores y de cuánto odiamos a nuestros rivales. La gente se imagina que al reunirnos, nos sumergimos en profundas conversaciones de cariz intelectual, pero nada más lejos de la realidad. Somos tirando a patéticos y mezquinos. Tal como suele decir mi mujer, “a los escritores se os debería leer, pero jamás conocer”. ¿Qué puedes esperar de unos tipos que se pasan día tras día frente a su escritorio juntando palabras? Casi no somos humanos, estamos más cerca de los caníbales, pues aprovecharíamos cualquier cosa que nos contara un amigo en la intimidad, somos seres capaces de vender a los hijos por una buena frase, que no se cansan nunca de espiar y hurgar en los secretos ajenos. Mala gente. Manténganse alejados de nosotros."
Ya volveré sobre la vuelta o regreso a Calarcá, que, viéndolo bien, no es tal, porque cada viaje es de ida, nunca se vuelve al mismo lugar, por mas que lo cante Mercedes Sossa...
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