El colegio no fue sexto y 1978, fue mucho más, seis años -como mínimo- muchos profesores e incalculables compañeros; una generación calarqueña en plena efervecencia juvenil.
De esa nebulosa que en el tiempo se pierde, aparecen destellos o reflejos que la memoria no puede ignorar; bien lo hace evidente PTT en el cometario a la nota anterior, al traernos algunos nombres de su cosecha de trasnochos madrileños.
Ahora una propia, al arrullo de las olas del mediterráneo, cerca de la Malvarrosa, una de las playas valencianas donde algunas veces abandono mi cuerpo:
Don Víctor García, con sus matemáticas, don Gonzalo Gutiérrez de geográfico lenguaje (la península de Camchaka, el estrecho de los Dardanelos, los lánguidos camellos valencianos y "es en la sangre primavera") y religiosa inspiración, don Israel Prieto disciplina, disciplina, disciplina, Gabriel Villa ángulos, triángulos, rectángulos, Edison Cabal y la anatomía, con sustracción de huesos del cementerio para mejorar la nota; Alberto Ocampo y las instituciones de la Colonia, con habilitación incluida; "Luisego" y las mejores clases de educación física en torno a una esfera (o balón que llaman), Don Evelio y las ecuaciones baldorianas, el teachar Fernando Salazar (do you speak english? I dot not, Francisco Paiva -de él no recibí clase- Arnaldo Cendales, Celman Dimián, Oscar Mosquera, Jhon Henao, Alberto Sepúlveda, Elmer Marín. Omar Valencia. Los profes de antes de la sextitis aguda que nos invadió durante el largo setentaiocho, tan largo que nos alcanzó hasta para pintar el tablero.
Otros personajes también vivieron el Colegio, Manuelito, mi abuelo, eterno campanero con su venta de tintos y "boñuelos", don Omar (que no cantaba, pero tocaba) también campanero de la época, Teresita, la bibliotecaria. la Secretaria cuyo nombre se me escapa, lo mismo que el de tantos otros compañeros y profesores de la feliz época de la irresponsabilidad reprimida.
Sé que con el tiempo aparecerán más que nombres y referencias, recuerdos anecdóticos, historias que fueron parte de nuestra vida; ya daremos cuenta de todos ellos.
Ahora bien, que la vida colegial no estaba circunscrita al varonil colegio, gracias al Instituto Calarcá y al Colegio San José, femeninos por excelencia. Y esos son otros recuerdos que, imagino, esconden más historias de las que la memoria puede recobrar. Pero como el eje gira en torno a 1978, la docena juvenil, también hace parte de esta historia. . .
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