Al cumplir cuatro años de "ininterrumpida labor", es necesario mirar atrás y comprobar el camino recorrido. Alguna huella debe haber, quizás pequeñas y casi indelebles marcas en la memoria de los que por algún acaso han caido en este blogg. Unos cuantos comentarios y algunos mensajes de texto a través del correo electrónico nos permiten saber que no se ha escrito en vano. La otra herramienta que nos hace saberlo es el contador de visitas que tiene instalado este chisme, y que nos permite saber la cantidad de visitas que recibimos, día a día.
Sé perfectamente que este entuerto no es masivo, todo lo contrario, tiene una orientación muy determinada: Los bachilleres del colegio Robledo de Calarcá, que en 1978 hechamos a andar por el mundo. Así que no me extraña que los visitantes sean pocos, cuando no escasos, pero en ningún momento inexistentes. Adicionalmente, y como bien lo saben algunos de mis ex compañeros de friega colegial, con cierta regularidad les hago llegar un mensaje, recordándoles que este cuento no para, que sigue acumulando letras, que no se desiste en el empeño.
A estas alturas de la partida, las cosas no son de todo como imaginaba en sus inicios, los contactados son pocos y, además, bastante silenciosos, no sé bien si tímidez o desinterés, o vaya a saberse qué; lo cierto del caso es que de los convocados sólo unos cuantos han sido notificados o enteredos, razón adicional para que este negocio aún no peleche.
Las causas no pueden ser muchas, y la culpa de nadie, al menos nadie distinto de mí, que me metí sin consultas previas ni los estudios de mercado pertinentes. Además, los medios han sido bastante reducidos, a más de la buena volundad de los mas cercanos, poco. Sin dejar de lado que desde que estoy dándole a la matraca, no han vuelto mis pasos por tierras cafeteras; sigo varado a orillas de Mediterráneo, respirando otros aires, cuasi desconectado del mundanal eje cafetero colombiano, y digo cuasí porque algunos rumores recibo, aunque también escasos.
Algo que sí he podido comprobar, a lo largo de estos 48 meses, con mis incursiones en el laberinto que nos concierne, es decir la época del colegio, la década de los años setenta, es la escacez de material que presenta la web. Muy pocas cosas se han vertido a este medio, tan pocas que podría decirse que todo está por hacer. Y no sólo a nivel del municipio o del departamento, funciona igual para el colegio o cualquier institución de la región, es decir, sobre lo que inutilmente he tratado de encontrar información.
Parece ser que en la digitalización de archivos estamos en pañales, o menos aún, en estado embrionario, si es que alguien ha llegado a pensar en ello -de lo que no tengo la más mínima idea y me quedan muchas dudas-. Entendible, claro, las prioridades son otras, la inmediatez nos carcome y, en últimas, para qué digitalizar archivos que a lo mejor nadie llegue a consultar o cuya importancia sea tan reducida que no valga la pena el esfuerzo. Pongamos un ejemplo simple, sencillo, ¿Quiénes han sido los alcaldes de Calarcá en los últimos cincuenta, cuatenta, treinta o veinte años? ¿Dónde puede consultarse esa información? ¿A quién corresponde el manejo de los archivos del municipio?, si es que existe dicho archivo. ¿A alguién le importa?
Bueno, no les prolongo más la nota con mis cuitas, mejor me despido de momento, no sin antes notificarles que no me detengo, que continuo, prosigo, avanzo, al menos en apariencia, sin desistir en el empeño; si el cuerpo ha aguantado estos cuatro años, confio en que resista otros cuantos...
Un abrazo para todos.
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