jueves, 30 de abril de 2009

Abril se va. . .se fue

Como cada año, una vez cumple los treinta, nos deja, puntualito, no falla.

Y con abril se va el frio, al menos por este litoral mediterráneo español, ya la primavera toma forma y el calorcito se deja sentir, adios cobijas, mantas, abrigos, chaquetas y demás, ya casi es hora de la pantaloneta y las chanclas (para la playa, que me queda a 10 minutos en tranvía -y no es que pretenda despetar envidias, no, qué va; no va conmigo).

Así que bienvenido el buen tiempo, que es como solemos llamarle cuando la lluvia no es frecuente y el frío no nos acompaña.

Cómo cambian las cosas, hace treinta años los paseos acuáticos de los bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá no pasaban del rio Santodomingo y, como mucho del Rio Quindío. No sé quiénes tendrían la fortuna de aventurarse por La Albania, que implicaba a más del transporte, el pago de la entrada.

Y como nuestra naturaleza era, y sigue siendo, algo silvestre, pues teníamos nuestros sitios de escape: El Morro y el cerro del Castillo, Peñas Blancas, los chorros de San Rafael. Además, en las Vueltas a Colombia no faltaba la asfáltica subida de La Línea -esto es un decir, los que llegaban hasta allí no sé quiénes serían; yo, cuando mucho, hasta la Divisa o hasta el Hoyo y algunas veces sólo hasta la virgen blanca-.

Cómo pasa el tiempo (que aún no pesa, eh), y como nos cambia la vida o será mejor decir, cómo cambiamos con ella. Nostalgias, morriñas, saudades, añoranzas. . . llámenlas como quieran, están ahí, son parte de nuestra historia, que es la vida misma.

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