Sí, por un día no completo el mes sin escribirle a los olvidados y abandonados Bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá de 1978. . .
Jóder, cómo pasa de rápido el tiempo cuando uno está ocupado; bueno, no tanto como ocupado, digamos que dicipado en algunos menesteres menores (cambio de casa, o piso como dicen por acá por estas levantinas tierras; claro que cambiar casa implica reunir y recoger todas sus miserias, cargarlas -ayudado por algunos parroquianos ¡que nunca faltan!- transportarlas y luego descargarlas en el sitio preestablecido -cuarta altura, y sin ascensor- y ahí empieza lo bueno: Ponerse uno de acuerdo con la consorte sobre el qué, el cómo, en dónde y el cuándo, además de todos los porqués y sus respectivas consideraciones, para todas y cada una de las pequeñas cosas que hemos acumulado a través del tiempo: Desde la cama hasta la papelera, pasando por sillones, cuadros. . . Así que ya vamos en la tercera semana de esta mini tragedia de no sé cuántos actos y aún no termina.
Y como ahí no para la cosa, además de los menesteres diarios del trabajo, porque hay que trabajar, ahora ando en la renovación del permiso de residencia y trabajo, para lo cual debo tener el pasaporte al día -se me venció desde mayo- y claro el eficiente consulado de Colombia en Valencia me concede cita para abril del 2010, así que he dedicado más de media mañana del hoy para que me "ayudaran" a resolver el problemita, me dan cita para el 15 de julio, un mes de espera en lugar de diez. Ahora viene el cambio de registro en el Padrón municipal -porque en España hay que mantener actualizada la dirección donde uno reside en un registro oficial que se llama Padrón y para muchos trámites se requiere certificado de empadronamiento-. Además, nos queda actualizar la dirección en los bancos y demás sitios desde donde recibe uno correspondencia, cambiarnos de ambulatorio (centro médico), a la zona de la nueva residencia; y algunos otras nimiedades que no alcanzo a recordar de momento, lo que me lleva a treinta días de abandono casi total, y digo casí, porque la cita simpre estaba ahí, pendiente, llamando, haciendo señas desde el rincón, tratando de que le hicieran caso.
Hoy fue el día, un saludo a los contertulios que nos hicimos compañía, por allá en lo años mozos, entre cuadernos, profesores y clases. . .
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