lunes, 2 de enero de 2012

Mil novecientos setenta y dos

Hace cuarenta años, por estas fechas, mi destino daba otro tumbo, de esos que no dependen de uno, pero que lo incluyen, marcan y afectan íntegramente, para 1972, un año después de mi regreso a Calarcá, cambiaba de escuela, mejor será decir que me cambiaron de escuela; el año anterior lo había sobrevivido en la escuela Santander, en el barrio Versalles; ahora me correspondía terminar la primaria en la escuela Girardot, detrás de la Federación de Cafeteros. Allí encontré nuevos compañeros, algunos de los cuales me han acompañado a lo largo de la vida, unos más cercanos, como Carlos Alberto Villegas, otros no tanto, y no me voy a menter en embrollos mencionarlos ahora; pero sé que más de uno de los que compartimos salón y silla en ese año, terminaríamos graduando como bachilleres del Colegio Robledo de Calarcá, en 1978, seis años más tarde.

Y aclaro arriba que volví a Calarcá, porque allí había nacido once años antes, cosa curiosa, en los mismos terrenos donde cursaría mi último año de primaria; entre las carreras 28 y 29 con calles 35 y 36 funcionaba el Colegio Robledo, antes de su trasalado a la colina donde la conocimos y donde estudiamos, en él había una casa para vivienda del campanero, por aquellas calendas Manuel H. Gamboa, mi abuelo materno, y allí vine a caer para dicha y gloria de este mundo.

Así que en el año del señor, como citaban los antigüos, de 1972, que ahora marcarán como "D.C." o del calendario gregoriano, para más y mejor precisión, nos preparábamos para afrontar nuestro quinto año de primaria, donde nos esperaban profesores nuevos y, la novedad, uno para cada materia (Gustavo Ospina, matamáticas; Wilson Galvis, lenguaje; Roosebelt García, ciencias naturales; Arturo López, ciencias sociales; ..., religión).

Tratando de establecer algunas convenciones, que sirvieran para marcar estas cuatro décadas transcurridas, y buscando en la Web, encontré algunos datos que no quise guardarme:

En 1972 nació el UPAC en Colombia, que perduraría hasta 1999 con una cotización final de $16.611.85, no olvidemos que nacio a $100. El Salarío mínimo legal ascendía a la estratosférica suma de $660. (En 1978 era de $2.580 y para este 2012 son $566.700, hagan cuentas señores). Para ese año el billete más grande en circulación era de $100, ni soñar entonces con los $50.000 que se pueden acumular hoy en uno sólo de los que circulan de mano en mano. El Dolar se pagaba en promedio para 1972 a $21.87. (en 1978, a $39.10, y en 2011, a $1.848.17 -sin olvidar su año de más alta cotización de 2.877.50 en 2003).

Y no me pidan que recuerde el precio de una gaseosa, y menos de una cuca o una tostada, tampoco de una libra de arroz; de un litro de leche, menos; no sé a dónde podríamos ir a parar!

Cuarenta años después, frente al pelotón de fusilamiento... los párvulos de entonces, abuelos muchos hoy, recordarían el día cuando sus padres, madres o qué sé yo quién, los llevaron a conocer el hielo, que dígo, el miedo, porque en los cuarteles generales de la escuela Girardot, de Calarcá, campeaba a sus anchas el mariscal de campo de los matemáticas don Gustavo Ospina...

1 comentario:

VILLEGASURIBE dijo...

Excelente parodia mi general. Y muy buen dia. Dos datos memoriosos: Arturo López era el profesor de Ciencias Sociales y el de religión no lo recuerdo, pero no era un hombre de nombre Noé?

Buen ejercicio de traspolación económica. Yo recuerdo a Luis Fernando Marin como uno de los compañeros de 5o. de primaria que terminaron con nosotros el bachillerato en 1978.