sábado, 20 de octubre de 2012

Calarcá y su Plaza de Bolivar

De obligado paso para todos los calarqueños, que por una u otra razón dejan caer sus pasos por las calles del pueblo.  Sitio habitual de reunión de las parroquianos sin prisa o sin oficio.  Lugar de encuentro.  Referente de ubicación... festín de avariciosos e insensatos.
 
Por tradición, la plaza de Bolivar, nos ha convocado desde siempre, y los calarqueños no hemos sido ajenos a dicho llamado, acudimos a la cita, a veces un poco tarde, o quizá pronto, pero por ahí nos dejamos ver, y hasta nos hemos hecho sentir.  En la plaza de Bolivar.
 
Pero la plaza del pueblo ha sido objeto de todo tipo de abusos y disparates desde siempre, bueno tampoco exageremos, solo puedo habla de ello a partir de 1971, año en que volví al terruño; recuerdo el viejo parque como un mapa de verdes, arboles fondosos y prados bien cuidados.  ¿Cuántos "palos"  de mango rodeaban el parque por aquellas calendas?, muchos, de eso pueden dar fé los viejos taxistas testigos del quehacer del pueblo mientras esperaban su turno para el sempiterno viaje a Armenia, oyendo de vez en cuando ruido de un ejemplar que, harto de estar colgado, se dejaba caer sobre algún ford o dodge, para enojo de su conductor o propietario.  Muchos palos de mango, algunos resisten el paso de los años y continúan presenciando el trajinar diario de la vida calarqueña, pero muchos cayeron a manos de los remodeladores o destructores del paisaje y la historia.
 
Claro que no solo mangos, el prontuario de la destrucción debe existir en el escritorio o la memoria de alguno de los dolientes o testigos de la fechoría consumada.  Pero viéndolo bien, no debe ni siquiera existir tal registro, la plaza de bolivar (sí, con minúscula) no ha tenido doliente que la defienda, sólo algunas plañideras de oficio y poco más; porque de lo contrario el verde de su naturaleza seguiría acompañando a los pueblerinos en su trajinar.
 
Pero no, a los administradores municipales no se les ha ocurrido otra cosa que "embellecer" la ciudad remodelando su plaza, y claro, enterrando de paso unos cuantos milloncejos, que se cuentan por miles -cosa que no es menester de esta nota- para dejar sus huellas, para inmortalizar sus nombres, para joderle la vida los viandantes (cuántos meses tuviejon cerrado este espacio durante su última y trágica remodelación?)  ¿para ejecutar el presupuesto? y ¿quién presupuestó lo presupuestado?
 
Lo cierto es que ahora se viene una nueva remodelación, nuevas huellas para la historia y para la histeria...
 
Y, ¿a qué viene todo esto?  Pues muy sencillo, que hace rato no escribía en el blogg algo que tuviera que ver con los bachilleres del Colegio Robledo, de Calarcá, si, de 1978, también, y al leer la nota de prensa de esta mañana, tenga, justo lo que necesitaba, una remodelación de la plaza de bolivar, otra más de la que seremos testigos los cincuentones citados; ya no queda rastro de las bancas, las baldosas ni de la frondosa arbolada que fue testigo de nuestras andanzas, si acaso algunos pocos ejemplares de guayacán, mango y palmera, poco mas, y claro la estuata o menumento al libertador, que en algún día, ojalá muy lejano, tanto que no podamos presenciarlo, algún burgomaestre cambiará por la suya propia!


 
Foto de Ricardo Noreña

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