sábado, 19 de abril de 2008

Donald

Fueron muchos, muchísimos los momentos vividos, compartidos alrededor de tintos, pintaditos, gaseosas y algo de humo, con animadas charlas y demasiado bla bla bla. . . con música de fondo y don Jairo detrás de la barra, armando de paciencia, que no poca precisaba para, más que atendernos, soportarnos.

En qué otro lugar nos permitíamos pasar las horas dándole a la matraca? (como dicen por estas levantinas tierras) si acaso en el parque; pero cuando la lluvia o el frío nos apartaban de sus mullidas bancas, terminabamos allí arrebujándonos alrededor de alguna de sus mesas, dos, tres, cuatro y más parquehabientes desterrados que sucumbíamos al aroma del café y, por qué no, al encanto de alguna de sus meseras.

Allí llegábamos y nos sentíamos como en casa, más que conocidos, reconocidos, cotidianos, casí permanentes ¿a qué horas estudiábamos? No teníamos que citarnos, ni buscarnos, con pasar por allí era suficiente. Ahora que si eras el primero, no problema, pronto aparecían los otros contertulios.

Momentos, ratos, minutos, horas, tardes enteras se quedaron allí, en la esquina de la veinticinco con treintaiséis; siendo testigos del trajinar diario que por aquel entonces discurría veinticinco arriba y veinticinco abajo, cual si yo-yo o tiovivo fuera. Desde sus mesas y a través de sus cristales presenciábamos la vida desde la barrera, en primerísima fila, in-situ; también era una forma de vivirla, porque desde la calle el espejo se invierte y terminábamos siendo objeto de las miradas transitantes, viandantes, andantes. En últimas, era estár en una vitrina permanente y dinámica.

1978, Calarcá, Colegio Robledo, robledistas, calarqueñas. . . Todo desde y a través de los cristales de la CAFETERÍA DONALD.

1 comentario:

TERMITA CARIBE dijo...

gracias ferchivaldo. Habrá una foto por allí. Te recuerdo alguna tarde leyendo allí con Edison Puentes y Jhon Jairo el periódico Juventud.
Eran otros tiempos, más tiempos los nuestros, los muchachos de antes no usaban gomina. Ahor ni pelo usamos.
Ah Donald, que alcance a conocer como una galería bar. Antes de que fuera un comedero de cucas.
Y Jambalaya. Que noticias tienes de Jambalaya, donde vendían los mejores chorizos del Quindío. Los chorinchitos que tanto le gustaban a Marta López, la tesorera de la Cooperativa de Caficultores de Calarcá.
Ah épocas, volátiles como pajonales.